Escenarios psíquicos en el adolescente aislado

Por Nadezda Berjón M.

 

¿Por qué se aísla un adolescente? Todos conocemos a uno que quiere estar solo y no se comunica con sus pares. ¿Hay algún estado mental que sea la base de estos retraimientos?

 

El psicoanalista Carlos Tabbia (2017) observó cómo el aislamiento persistente es tema de preocupación a cualquier edad, pero en la adolescencia, es síntoma de una perturbación emocional importante.

 

Un adolescente puede parecer aislado de la familia porque está metido en un mundo virtual; por ejemplo, en juegos en línea como Fortnite o Call of Duty. Sin embargo, está acompañado, conoce gente nueva e incluso platica con sus amigos de la escuela. Una joven puede encerrarse en su cuarto durante horas, no salir y pasar horas pegada al celular. Aparentemente no socializa, pero vive en un mundo compartido, el de Instagram y Tiktok, por ejemplo, en los que hay cierto intercambio con gente de su edad.

 

Tabbia (2017) retoma a Meltzer para comentar que en la adolescencia, el self del joven se dispersa y requiere una estructura grupal para sostener sus diferentes partes sin fragmentarse. Estas múltiples disociaciones durante la pubertad son proyectadas al grupo, y cada miembro de este actúa como un continente provisional para un aspecto de la personalidad. Es una manera de eliminar el dolor psíquico. Sin embargo, para algunos adolescentes no es tolerable y se retraen manteniéndose en la periferia del grupo.

 

Tabbia (2017) también menciona que […]. En este sentido, el joven aislado se convierte en un ser marginal al quedarse en la periferia del grupo, no puede intercambiar roles con los otros miembros del grupo. Se tiene que quedar en ese único lugar, refugio doloroso y peligroso, pues no alcanza a socializar los conflictos, por ejemplo, enojarse en grupo, enamorarse en grupo, quejarse de la escuela en grupo. Desde afuera, estos comportamientos resultan enigmáticos, pero para el grupo adolescente tienen una función continente importante.

 

Los adolescentes aislados pueden ser incapaces de reconocer la dependencia hacia los padres, creen que se han creado a sí mismos y tienen una misión de vida especial. Es una especie de situación maníaca en la que sienten que deben educar a los padres para que sean mejores en su rol, cambiar a las instituciones o enseñar a otros cómo deben ser. Es un estado de arrogancia aumentado por el resentimiento, comenta C. Tabbia (2017).

 

De acuerdo con Meltzer (citado en Tabbia, 2017), puede haber fantasías de retorno al útero ante situaciones dolorosas, no toleradas. Entonces, la persona está somnolienta, adormecida. Implica una fantasía de regresar en el tiempo a esa situación maravillosa dentro de la madre, antes de la aparición del padre. Hay una especie de retorno a ese paraíso perdido cada que se enfrenta un conflicto (Bion  citado en Tabbia, 2017). El adolescente quiere quedarse en cama, encerrarse, renunciar a explorar el mundo externo porque es muy frustrante y peligroso.

 

Un prepúber, por ejemplo, mencionó  que si le piden elegir entre la libertad y la seguridad, prefiere la seguridad. Habló de una especie de ensoñación en la que, gracias al año que llevamos encerrados por la pandemia, ha conocido cada rincón de su casa. Por ejemplo, comenta que encontró una pequeña puerta que lo lleva al mundo de sus juguetes, en específico a su primer juguete, el que le regaló su madre un día después de nacer. Salir a este mundo, dijo, es muy complicado porque hay que compartir a mamá, que tiene su trabajo. Es mejor quedarse encerrados por la pandemia. Es decir, al aislarse hay una fantasía de reunión con la madre de la infancia, un refugio de los avatares del crecer.

 

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Referencias

Tabbia, C. (2017). The Isolated Adolescent. En Doing Things Differently. The Influence of Donald Meltzer on Psychoanalytic Theory and Practice. Routledge.

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