Tesis: La posición esquizoparanoide de Melanie Klein en la teoría y en la práctica

Inspirada por el deseo de adentrarse más en las teorías de Melanie Klein y comprobarlas en la práctica, Laura Menéndez Calvert escribió la tesis “Una revisión de la posición esquizoparanoide de Klein y agregados del grupo kleiniano” con la cual se tituló de la Maestría del Centro Eleia en agosto de 2017. A continuación, nos comparte un poco sobre el contenido de su investigación.

La posición esquizoparanoide

El término “esquizoparanoide” proviene, por un lado, de la esquizofrenia, que implica que la mente de una persona no está integrada: se divide en lo bueno (idealización–amor) y en lo malo; por lo tanto, sus emociones se “parcializan”. Por el otro, retoma la característica de lo paranoide, que significa que alguien tiene miedo a que otro le inflija un daño. La posición esquizoparanoide busca explicar una mente que está fragmentada en cuanto a sus sentimientos, específicamente los de amor y odio. El odio que el paciente siente en esta posición hacia alguien también genera una reacción de miedo hacia la persona odiada, pues ésta podría reaccionar en su contra —como lastimarlo— si se da cuenta de que la odia; por ello, busca agredir antes de que lo lastimen. El temor a la retaliación suele distinguirse con mayor claridad que el odio que lo produce. Hay que considerar que todos estos pensamientos existen solo en la mente del paciente en esta posición.

En la infancia, la posición esquizoparanoide es la etapa en la cual la mente no reconoce, por ejemplo, que la madre que le da de comer cuando llora y tiene hambre es la misma figura que lo frustra involuntariamente al tardar un poco en alimentarlo. El niño entonces considera que existe una madre “buena” y otra “mala”, aunque se trata de la misma. Se escinde al objeto madre, es decir, se divide la representación psíquica que se tiene de ella. Todo esto sucede a nivel de la fantasía, no en la realidad. Una de las maneras en que un niño se defiende de esta madre “mala” es idealizándola: exagera los aspectos buenos y niega omnipotentemente los temores que los aspectos “malos” de ésta pueden generar. El niño procurará que los aspectos malos de la madre siempre se mantengan alejados. Un segundo movimiento que puede generar la proyección antes descrita es quedarse con la parte “buena” de la mamá y protegerla a toda costa de aquello que es “malo”. La combinación de ambas genera que el niño a veces lance afuera tanto lo bueno como lo malo de la madre en un intento por controlar lo que ésta puede hacerle.

Un acercamiento a la posición esquizoparanoide

Para esta tesis, inicié con una investigación de la posición que Klein describió en el desarrollo temprano y a la cual llamó “posición depresiva”. Después me enfoqué completamente en la posición esquizoparanoide. La posición depresiva se refiere a los momentos en que el niño entiende que la madre que lo gratifica y aquella que lo puede frustrar son la misma figura. Al ver que ha percibido a esa madre como “mala”, éste experimenta culpa y busca cómo reparar el daño causado por los ataques hacia el objeto que se percibía como exclusivamente malo.

Me interesó estudiar la posición esquizoparanoide porque me di cuenta de que, durante nuestras sesiones, los pacientes podían tomar de mí o de sus relaciones un aspecto parcial y específico para enojarse y generalizar esa percepción a toda la relación, o bien, tomar un fragmento positivo para idealizar el vínculo. Al aplicar los conceptos de Klein, pude comprender las emociones parcializadas de los pacientes y cómo disminuirlas. La idealización es también una expresión de estados esquizoparanoides: en apariencia implica algo positivo; sin embargo, la exigencia que se tiene respecto a lo idealizado hace que, al no sostenerse, se vuelva amenazante y agresivo.

La utilidad clínica de la teoría de Klein

Apliqué esta teoría en la clínica con cuatro pacientes de diferentes edades y noté que en todos ellos existen ambas posiciones, pero en diferentes grados. Un paciente de 21 años, por ejemplo, tuvo una oportunidad laboral que dejó pasar porque no deseaba asistir a la entrevista en la fecha que le habían sugerido, así que decidió cancelarla. No obstante, sintió que había agredido a quien se la ofreció y que ahora no merecía ninguna otra oportunidad, a pesar de que el empleador le sugirió otras posibles fechas para entrevistarlo.

Un día antes de su sesión conmigo, el paciente me avisó que no podría asistir, así que le ofrecí un cambio, el cual dejó pasar sin aceptar el horario de reposición. Cuando por fin llegó su sesión usual, dijo tener un sentimiento de culpa y temor de ser atacado: “si yo se lo hice a ellos, luego me va a tocar a mí; se me va a regresar… si no acepto la entrevista o no vengo a sesión, tú no me vas a escuchar hablar”. Su conflicto se basa en que siente que lastimó a las personas que buscaban ayudarlo y ahora teme que éstas se conviertan en personas malas que intenten hacerle daño como forma de venganza. Es por eso que no sabe si confiar y aceptar la ayuda, o rechazarla. Favorecer la posibilidad de que una persona logre observar estos sentimientos es una forma de hacerle entender que el mundo a su alrededor no busca lastimarlo. Por el contrario, se trata de una reacción que el paciente percibe y que siente que sucederá si demuestra odio hacia algo o alguien.

La posición esquizoparanoide no se refiere únicamente a situaciones patológicas-clínicas, está presente en la vida cotidiana de todos. Un ejemplo es cuando tenemos un maestro que es bastante exigente con nosotros, al grado de que empezamos a sentir que su objetivo es dañarnos. Sin embargo, en realidad lo estamos parcializando, es decir, lo vemos como un maestro malo y no consideramos la contraparte: quizá nos exige porque busca ayudarnos a explotar el potencial que ve en nosotros. Los seres humanos solemos considerar el mundo como dividido y es ahí donde puede observarse el aspecto esquizoparanoide: el buen partido político que uno apoya versus el partido antagonista que se vive como indeseable y peligroso; la ciudad en la que sería ideal vivir versus los defectos innumerables del lugar actual que desearíamos cambiar; la selección mexicana de futbol que es un emblema nacional mientras gana y se convierte en un foco de críticas destructivas si pierde. Klein comprende el dolor y el enorme esfuerzo que la integración supone para la mente. La parcialización es la consecuencia de la posición esquizoparanoide, es la tendencia a visualizar la vida, a los otros y a uno mismo como “súper malos” o “súper buenos”. Entender que todos tenemos cosas buenas y cosas malas es una evolución emocional que no es fácil lograr.

En esta tesis subrayo un punto técnico importante: siguiendo a Klein, se debe trabajar primero con la ansiedad para después enfocarse en la integración de las partes que la persona odia y que son las mismas que ama. Así, podrá lograrse una postura más sana —la depresiva—, en la cual ya existe una preocupación por “el otro” y un intento por reparar lo que ese odio pudo haber dañado. Lo principal es que el paciente equilibre el amor y el odio que una misma persona u objeto pueden generarle para que se relacione de manera más real con su entorno, y no por medio de la fantasía polarizada de amor o de odio. De esta forma, mejorará sus relaciones interpersonales.

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