Rebeldía en la adolescencia, ¿cuánto es normal?
Dra. Rosa Lizbeth Quesada Granados
La adolescencia es una época de transición, crecimiento y desarrollo que implica un trabajo arduo y prolongado por parte del adolescente e inevitablemente de quienes le rodean, ya que no hay crisis adolescente sin un conflicto paralelo en los padres y en las redes de personas que acompañan esta aventura adolescente.
La pubertad se inaugura con un cúmulo de cambios corporales y la irrupción de impulsos hasta entonces velados en lo profundo del ser. Durante la etapa transitoria entre la infancia y la adultez en la que se producen cambios funcionales y estructurales profundos, se modifican las presiones externas, familiares y sociales, y como consecuencia de ello el joven se esfuerza por tramitar en su mente dichos cambios, ocurre entonces un ajuste en su funcionamiento psíquico, a este trabajo interno es al que denominamos adolescencia.
Este proceso implica el desarrollo y transformación psíquica en diferentes niveles que evolucionan paralelamente influyéndose simultáneamente unos a otros. Así, la adolescencia es una reacción en cadena que repercute en la totalidad de la estructura psíquica. En el nivel cognitivo, el adolescente ha de lograr paulatinamente un pensamiento abstracto, simbólico, que le permita desarrollar nociones multidimensionales tanto de sí mismo y su mundo interno como de los objetos que le rodean (López I, 2003). En el nivel de relaciones de objeto o interpersonales, el joven peregrina entre el desapego afectivo de las figuras de los padres, la utilización masiva del grupo de amigos como figuras de transición que fungen de recipientes que contienen ansiedades infantiles, temores y afectos primitivos adheridos aún a las figuras de la infancia, y la paulatina disponibilidad afectiva que le permita establecer relaciones con nuevas figuras progresivamente más realistas y adecuadas.
En el nivel psicosexual, el adolescente lucha por resolver la crisis de identidad, resolver la orientación sexual, lograr el cuidado y responsabilidad del otro, sustituir la masturbación por encuentros genitales placenteros, creativos y de profundo intercambio emocional.
El adolescente deberá resolver también una orientación vocacional y ocupacional, ya que verá modificados sus intereses y motivaciones. Para lograrlo deberá ser capaz de tolerar estados afectivos dolorosos y desagradables derivados del estado confusional en el que vive, ya que no se encuentra anclado en ninguna parte, rehúsa la dependencia infantil a los padres, pero le atemoriza la independencia adulta, confunde lo bueno de lo malo, lo masculino de lo femenino, confusiones que tienden a que el adolescente se torne cínico, despreciativo, apático; el duelo silencioso que sufre el adolescente por la pérdida de su cuerpo de niño, por su rol y por los padres que hasta ese momento lo habían acompañado, lo hacen por momentos aislado y deprimido. El adolescente se caracteriza por ser un joven voluble e inestable que en búsqueda de su identidad transita, según Meltzer (1998), volátilmente entre diferentes comunidades: la del mundo de los adultos, el mundo de los adolescentes, el niño dentro del núcleo familiar, y el joven aislado de todo.
Por todo lo anterior, el adolescente se ve obligado a utilizar una serie de defensas y estrategias psíquicas para poder tolerar tan abrumadores cambios y demandas, entre las que encontramos el cinismo, la apatía, rebeldía, entre otros. Pero, ¿cuánto de cinismo y rebeldía forman parte de la normalidad en la adolescencia?, ¿cuándo la rebeldía es una estrategia que permite distanciarse y obtener logros en el crecimiento y madurez?, ¿cuándo se trata de una conducta disruptiva y patológica que demanda atención especializada?
De ahí, la vital importancia de que padres de familia, maestros y terapeutas estén profundamente informados, sensibilizados acerca del largo y complejo estadio adolescente, tanto de los aspectos normales del proceso, como de la rebeldía y conductas patológicas, para poder no sólo comprender sino colaborar y corregir, con la intención de que el proceso de crecimiento evolucione lo más serena y naturalmente posible hacia la auténtica vida adulta, la salud mental y la felicidad.
Bibliografía
López M. (2003) La terapia psicoanalítica del adolescente, en Manual de terapias psicoanalíticas en niños y adolescentes. México, Ed. Plaza y Valdés.
Meltzer D. y Harris M. (1998) Adolescentes. Buenos Aires. Ed. Spatia
Puig M. (2009) Sobre la adolescencia: perspectivas clásicas y actuales, México. Tesis Centro Eleia.