¿Qué se obtiene con el psicoanálisis?

Dr. Norberto Bleichmar

El psicoanálisis es una de las creaciones intelectuales más importantes del ser humano. Nació a finales del siglo XIX, gracias al genio de Freud, y se desarrolló incesantemente desde ese entonces.

Me interesa comentar algunos puntos sobre su enfoque de la mente humana, qué lo diferencia de otras terapias y qué puede esperarse en cuanto a los cambios de la personalidad. Las ideas básicas del psicoanálisis son:

  • Conocemos conscientemente una parte de nuestra vida mental y emocional. Hay otra, inconsciente, a la que podemos acceder a través de los sueños, los errores al hablar, las equivocaciones en conductas, los chistes y los síntomas. A este grupo de fenómenos se los ha llamado: formaciones del inconciente.
  • Todo ser humano tiene una “federación de almas”, o sea, partes distintas de la personalidad que coexisten; a veces predominan unas y, por momentos, otras que no son las mismas. En realidad, la salud mental depende, en buena medida, de la parte de la mente que tiene el “comando” de la personalidad, idea que propuso el psicoanalista Donald Meltzer.
  • Nadie es “cien por ciento” adulto, tenemos conductas adultas y otras que vienen de la infancia, como los celos, la envidia o el amor propio, al que llamamos narcisismo.
  • La realidad psíquica es diferente a la “realidad material”, a la ficción que vemos en el mundo. Construimos una imagen del mundo desde la subjetividad de nuestra realidad psíquica. Si alguien está eufórico puede ver al mundo o las personas como maravillosas, si está deprimido puede ver un mundo gris y vacío o poco interesante y poco vital.

La base de la terapia psicoanalítica es muy diferente en cuanto al método y los objetivos de otras terapias. En mi opinión, es la mejor y más profunda manera de entender quién es uno y cuáles son los conflictos que padece, al mismo tiempo que buscamos resolverlos. Las otras terapias no van al fondo de la personalidad, ni al inconciente, ni a las fantasías, sino al sentido común, al apoyo emocional o a las indicaciones y recomendaciones de qué hacer en la vida; utilizan la influencia del terapeuta (sugestión de transferencia).

El psicoanálisis obtiene resultados que van más allá de quitar síntomas –eso no es malo, pero es limitado–. Un objetivo más ambicioso es cambiar todo lo que se pueda de la parte neurótica del carácter.

Varios obstáculos conspiran contra una investigación profunda de la mente. Algunos son internos, es decir, propios del paciente, que evita comprender realmente y en profundidad su mente. Otros pueden ser de naturaleza externa; por ejemplo, la cultura y los psicofármacos o los seguros médicos buscan economía de tiempo y dinero, y producen en el sujeto una mejoría de humor o de ciertos síntomas, pero también lo llevan a la repetición indefinida de ellos y a una vida supuestamente adaptada, pero poco profunda emocionalmente y poco creativa. En estos casos, además, el malestar tiende a persistir por un camino u otro.

Una terapia psicoanalítica puede cambiar en gran medida nuestra parte neurótica del carácter. Sin embargo, hay que saber que el punto de llegada depende del de partida. Personas muy conflictivas o con traumas muy severos en su vida pueden mejorar mucho, pero siempre tendrán áreas de sufrimiento. Personas que comienzan un psicoanálisis con mayor salud mental, lógicamente, obtendrán un resultado más positivo y completo.

Creo que las terapias no psicoanalíticas son pobres en sus resultados, aunque pueden ser más cómodas. Sucede igual que con el exceso de medicación que se realiza en niños con problemas de aprendizaje; se los medica en demasía, tanto en la cantidad de medicamentos como en el tiempo durante el cual se los administran. No se exploran los conflictos infantiles, los celos, los problemas de familia, las ansiedades de la infancia, sino que se quiere “tapar” todo esto con pastillas o con medidas pseudopedagógicas.

Actualmente hay varias teorías dentro del psicoanálisis. Con todas ellas se pueden obtener buenos resultados terapéuticos, aunque ellos dependerán, como cualquier logro en la vida o en una profesión, de dos factores: el primero, que alguien esté dispuesto a invertir tiempo y energía para realizarlo; el segundo, que quien aplique la terapia se haya entrenado adecuadamente y tenga un nivel razonable de salud mental. Así como la crianza de niños saludables depende de la salud mental de la madre y de sus emociones y, en menor grado, del entorno social o económico, del mismo modo sucede con el psicoanálisis.

El psicoanálisis es muy adecuado como terapia para los problemas de carácter, las neurosis y los conflictos con la sexualidad o con adicciones no muy graves. No es el tratamiento de elección para individuos severamente enfermos, como psicóticos, adictos graves o aquellos seres humanos con alteraciones profundas de la ética social (delincuentes, sociópatas, criminales). Estas personas obtendrán mayores beneficios de la atención psiquiátrica, comunitaria, los medicamentos y otros tratamientos.

El psicoanálisis siempre encontró opositores, sobre todo en una época temprana por considerarlo demasiado sexualista. En la actualidad esto ocurre por otros motivos: hay fuertes inclinaciones a aceptar convenciones sociales sobre la sexualidad o la vida emocional, a empobrecerla con criterios de éxito o dinero, a suponer que invertir tiempo y dinero en cambiar nuestra realidad psíquica no vale tanto la pena y que es preferible lo inmediato. Pero al final se pagan las consecuencias de esas opciones, ya sea en las relaciones, en la angustia o en la mayor incidencia de enfermedades físicas en aquellas personas que no desean saber nada de lo que hay y ocurre dentro de su psiquismo.

Es inestimable lo que puede dar un psicoanálisis o una psicoterapia psicoanalítica, en cuanto a los cambios que produce dentro de la mente y la personalidad.

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