Psicosomática actual: teorías y enfoques clínicos

 Catherine Goetschy

Se habló hace apenas unos momentos acerca de los varios intentos que hubo para vincular las emociones con la génesis de enfermedades psicosomáticas en las primeras épocas del desarrollo del psicoanálisis. Fue a partir de los años sesenta, y gracias a nuevos modelos teóricos, que comenzaron a aparecer nuevos planteamientos que nos ayudan a entender el fenómeno psicosomático de manera más amplia.

Desde los últimos años de la década de los cuarenta e inicios de los cincuenta, J. Ruesch encontró que algunos pacientes psicosomáticos presentaban perturbaciones en la expresión verbal y simbólica. Gracias a este autor, se alcanzó uno de los primeros acercamientos a la noción de defecto estructural, es decir que, en lugar de pensar que la enfermedad psicosomática se debe a un conflicto interno que involucra emociones, se planteó que, en realidad, es posible que se trate de un déficit o carencia en la forma de procesar las experiencias y/o en la capacidad de simbolización.

Si bien las ideas que involucran el concepto de déficit, que les explicaré más adelante, gozan de mucha aceptación, no todos los autores las adoptan como causa exclusiva del padecimiento psicosomático; entre ellos se cuentan algunos destacados psicoanalistas de países europeos y de América Latina, tales como H. Etchegoyen, D. Meltzer, C. Leiberman y N. Bleichmar.

Las teorías que incorporan la idea de déficit plantean la relación de ésta con el pensamiento operatorio y la alexitimia. Analistas tales como Pierre Marty, Michel de M´Uzan, Michel Fain y Catherine Parat, que pertenecen a la Escuela Psicosomática de París, describieron en 1963 su experiencia clínica con pacientes que padecían diferentes enfermedades físicas. Notaron que muchos de ellos no producían fantasías, sus asociaciones eran muy poco imaginativas o apegadas a la realidad fáctica. A esta forma de comunicación le fue dado el nombre de «pensamiento operatorio».

Este modelo es una teoría económica de la transformación psicosomática. Valga recordar que el concepto «económico» viene de la teoría freudiana y comprende lo siguiente: los procesos mentales consisten en la circulación y distribución de una energía cuantificable; cuando el aparato psíquico recibe excitaciones de origen externo (estímulos, ruidos) e interno (aquellas bien conocidas como pulsiones; el hambre o la excitación sexual, por ejemplo) se ve en la necesidad de procesarlas. Pero, a veces la mente no puede lidiar con ellas, ya sea porque son demasiadas, o bien porque son muy intensas, o incluso porque el sujeto no sabe qué hacer con ellas; entonces, pareciera que se obstruye la capacidad de representación o elaboración de las demandas pulsionales que el cuerpo dirige a la psique. Esta hipótesis nos recuerda un poco la teoría freudiana de la neurosis actual, como mencionábamos previamente, donde las pulsiones no pueden ser elaboradas por mentalmente y se descargan bajo la forma de angustia. Es importante no dejar de notar que la propuesta de la Escuela de París se halla contrapuesta a la teoría que busca un significado detrás del síntoma psicosomático: el modelo «parisino», por su parte, hace hincapié en la carencia o fallo en la capacidad para representar un conflicto.

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