¿Por qué surgen las histerias colectivas?
En 1374, cientos de personas en ciudades medievales ubicadas a las orillas del río Rin se vieron apoderadas por una agonizante compulsión a bailar. Bailaron por horas e incluso días sin descanso o comida.
Dichas personas fueron víctimas de una de las afecciones más extrañas de la historia occidental.
Tres semanas después, la manía ya había llegado al noreste de Francia y Holanda, y fue solo después de varios meses que la epidemia llegó a su fin. El siguiente brote importante de esta epidemia de baile surgió en Estrasburgo, Francia, en 1518.
Escritores pasados y actuales han ofrecido diversas interpretaciones sobre estas extrañas, y a veces mortales, crisis. Algunos han sugerido que los maniacos del baile eran miembros de un culto herético.
En décadas recientes
Un sinnúmero de explicaciones biológicas han inspirado la versión de que las epidemias de locura del pasado se debieron a la ingesta de cornezuelo, un hongo que contiene químicos psicotrópicos.
Sin embargo, los estudiosos de la psicología, la historia y la antropología han presentado evidencia convincente de que las plagas de baile fueron casos clásicos de un fenómeno muy distinto: la enfermedad psicogénica de masas.
Estados alterados
Una pista importante sobre la causa de estos extraños brotes está en el hecho de que parecen haber involucrado un trance disociativo, es decir, una condición que incluye, entre otras cosas, una pérdida drástica del autocontrol.
Es difícil imaginar a personas bailando durante días, con los pies golpeados y sangrantes, excepto cuando pensamos en un estado alterado de la consciencia.
También existen testigos cuyo testimonio relata que esas personas no estaban completamente conscientes. Los espectadores describieron a los maniacos danzantes como salvajes, frenéticos y con alucinaciones.
¿Cómo podemos explicar, entonces, estas epidemias de disociación?
Existen fuertes indicios de que las comunidades atemorizadas y deprimidas por lo general eran propensas a la posesión epidémica.
Y dado que existe un vínculo bien definido entre el estrés psicológico y la disociación, esta correlación inmediatamente sugiere una enfermedad psicogénica de masas.
Temor y desprecio
Los años previos a la epidemia de baile fueron excepcionalmente duros. El brote de 1374 coincide con las áreas que se vieron más afectadas, en meses previos, por una de las peores inundaciones del siglo.
Al mismo tiempo, en la década anterior a la plaga de baile de 1518, la hambruna, la enfermedad y el frío devastador causaron una gran desesperación en Estrasburgo y sus alrededores.
Los precios del pan alcanzaron los niveles más altos en una generación entera, miles de granjeros y productores de vino hambrientos llegaron a las puertas de las ciudades.
Antiguas enfermedades como la lepra y la peste bubónica se unieron a una nueva y aterradora enfermedad llamada sífilis.
Fueron épocas muy traumáticas. Por lo que podemos concluir que el miedo y la angustia fueron el común denominador de las plagas de baile; pero esta es solo una parte de la historia.
Demonios, santos y creyentes
Los estudios sobre cultos de posesión en cientos de culturas modernas, desde Haití hasta el Ártico, revelan que las personas son más susceptibles a experimentar trances disociativos cuando creen en la posibilidad de una posesión espiritual.
Las mentes pueden prepararse al cambio entre estados alterados por medio del aprendizaje o la exposición pasiva.
Ambiente de creencia
La antropóloga Erika Bourguignon creó el concepto “ambiente de creencia”, el cual se refiere a un conjunto de ideas aceptadas sobre el mundo espiritual que los miembros de las comunidades absorben.
Más adelante, esto los prepara para alcanzar un estado de posesión; sin embargo, no es necesario recibir un entrenamiento formal.
Los danzantes de 1374 vivieron en un ambiente de creencia que aceptaba la amenaza de la maldición divina, de la posesión y del encantamiento.
Esta población no buscaba entrar en estados de trance; sin embargo, sus creencias metafísicas les permitieron llegar a esos estados.
La cultura
La antropología y psicología modernas también explican cómo las creencias y expectativas pueden dar forma a la experiencia disociativa de un individuo.
En sociedades en las que se alienta a las personas a entrar en estados de trance para ponerse en contacto con el mundo espiritual, el comportamiento típico es aquel prescrito por la cultura.
Hay razones de sobra para pensar que las víctimas de las plagas de baile también actuaban de acuerdo con la rica teología de sus mundos.
Es evidente que estas plagas dependieron de un sistema de creencias culturales, pues éstas sucedieron solo en aquellas comunidades que creían en la posibilidad de que una maldición de baile fuera enviada desde el cielo o el infierno.
Asimismo, el baile se volvió una epidemia porque cada nueva víctima le dio mayor credibilidad a la creencia de que una agente sobrenatural era el responsable.
Esta epidemia también demuestra el enorme poder de la sugestión: las autoridades de la ciudad accidentalmente se aseguraron de que el brote se saliera de control al permitir que los danzantes se reunieran y bailaran en algunos de los espacios más públicos de la ciudad.
Las histerias modernas
Aun cuando las plagas de baile son algo del pasado, la enfermedad psicogénica de masas (EPM) forma parte de la condición humana.
La EPM se define como una “ocurrencia colectiva de síntomas físicos relacionados con creencias entre dos o más personas a falta de un patógeno identificable” (Colligan & Murphy, 1982). Simon Wessely (1987) dividió los brotes de EPM en dos tipos: la histeria de ansiedad en masa y la histeria motora de masas.
Histeria de ansiedad en masa
La histeria de ansiedad en masa generalmente involucra la repentina expresión de ansiedad intensa en respuesta a una amenaza falsa.
En el occidente, el miedo a un posible envenenamiento o a la exposición a químicos tóxicos ha desatado reacciones de estrés clásicas como desmayo, náusea, debilidad e hiperventilación.
A menos de que los medios de comunicación o las autoridades den credibilidad al temor inicial, los síntomas de esta histeria rara vez permanecen por más de unos días.
Histeria motora de masas
Por el contrario, la histeria motora de masas suele requerir una acumulación prolongada de tensión psicológica que se manifiesta en estados disociativos, síntomas de conversión y otras anormalidades psicomotoras que pueden persistir por semanas o meses.
Dichos brotes muchas veces ocurren debido a la creencia en fenómenos sobrenaturales.
En sociedades occidentales y no occidentales, la histeria motora de masas suele ocurrir en escuelas.
Casos reales
En 1962, varias niñas de un colegio misionero cerca del lago Tanganica desarrollaron una compulsión a reír y llorar. La aflicción pronto se extendió a las poblaciones vecinas.
En otros casos, han predominado los síntomas de conversión. Por ejemplo, en 2006, cerca de 600 estudiantes de una escuela para niñas en la Ciudad de México desarrollaron parálisis y náusea que duró varias semanas.
Se han reportado casos similares de EPM en escuelas europeas y estadounidenses. Muchas veces, las víctimas reciben tratamiento médico exhaustivo sin poder identificar la causa patogénica, lo cual lleva al diagnóstico de EPM.
Conclusión
Es difícil distinguir estos tipos de histeria de los efectos de una verdadera exposición a peligros ambientales.
Por lo tanto, los expertos han identificado varias características que indican el origen psicogénico de un brote repentino de síntomas de enfermedad en un grupo de personas.
Estos incluyen: falta de una posible base orgánica, la ocurrencia en un grupo relativamente cerrado y la existencia previa de altos niveles de estrés.
No obstante, siempre es necesario comprobar las posibles exposiciones tóxicas o patógenas.
Este punto quedó claro en 1990, cuando varios niños de una escuela primaria en Londres se enfermaron y mostraron los típicos síntomas de EPM: náusea, vómito, dolor abdominal y respiración agitada.
Parecía un caso clásico de histeria; sin embargo, resultó que realmente sufrían de envenenamiento a causa de pesticidas.
Resumen y traducción: Natalia Equihua
Artículo original: “Dancing plagues and mass hysteria” por John Waller para The Psychologist.