¿Por qué se realiza una entrevista antes de iniciar un tratamiento psicoterapéutico?
Por Raquel Vega
Cuando un paciente pide una consulta a un psicoterapeuta, no es raro encontrarse con la fantasía de que, en el primer encuentro –si no es que desde la primera llamada– ya se ha dado inicio al tratamiento terapéutico. Tal vez, dicha fantasía sea derivada de cierta prisa que, a veces, tienen los pacientes por deshacerse de su malestar. Sin embargo, es importante que, como terapeutas, no nos contagiemos de este clima y tengamos la posibilidad de explicarle a quien consulta que, antes de iniciar cualquier trabajo terapéutico, es necesario realizar un proceso de entrevistas.
Aunque dicho proceso puede ser variable en la forma de llevarse a cabo y en la duración, de acuerdo con la formación teórica y práctica que tenga el terapeuta, existen algunos objetivos generales al realizar las entrevistas a un potencial paciente, como son: conocer a la persona que consulta, saber qué situaciones lo motivan a pedir ayuda, conocer su funcionamiento mental y formar una hipótesis diagnóstica, evaluar si existen las condiciones necesarias para iniciar un tratamiento, darnos una idea del pronóstico que puede tener el trabajo con la persona frente a nosotros y, algo muy importante, evaluar si nosotros y nuestro método somos los indicados para atenderlo o si es necesario referirlo con otro especialista.
Contar con toda esa información, requiere tiempo. Es por eso que no tomamos a un paciente simplemente porque pide consulta o por los dos o tres datos que nos da en una llamada. Normalmente, toma al menos un par de citas para llevar a cabo el proceso de entrevistas. Estas pueden durar un poco más que las sesiones, pues indagamos no solo en datos concretos (ocupación del consultante, edad, número de hermanos, trabajos que ha tenido, razón por la que consulta), sino en la cualidad de las relaciones que establece, las situaciones importantes de su vida, su historia y la forma que tiene de vivir el día a día.
Las primeras entrevistas son una fuente muy valiosa de información. Además de recolectar datos sobre la historia del paciente y la manera en que se desenvuelve en diversas áreas de su vida –la familia, la pareja, el trabajo, lo social–, nos permiten observar la forma que tiene frente a un espacio en el que pide ayuda, las expectativas que puede tener sobre la terapia, e incluso nos puede ayudar a darnos una idea de qué tantas complicaciones nos podríamos encontrar en el tratamiento.
Se trata de una herramienta que permite darnos una idea general del funcionamiento mental del paciente, de sus conflictivas más relevantes, para poder ir armando una especie de radiografía que nos embarque en un curso de acción, siempre privilegiando lo que será mejor para la persona, pues no siempre nuestro enfoque terapéutico será el indicado para trabajar con ciertos pacientes o problemáticas.
Eso por esto que entrevistar es un arte complejo que requiere no solo de conocimientos teóricos y técnicos. Se trata de una actividad que se va afinando con la repetición. Cómo saber en qué momento dejar hablar al paciente, en qué momento es necesario pararlo para profundizar en ciertos temas o, incluso, detectar aspectos sutiles en los que es importante indagar más, son situaciones que requieren de una sensibilidad particular para detectar aspectos verbales y no verbales que solo con el tiempo y la práctica podemos ir afinando cada vez más.