Pleitos de la mente en la sesión. Celos, narcisismo, envidia
Por Gabriel Espíndola
La sesión psicoanalítica es la unidad de observación y puesta en escena de los fenómenos inconscientes. Tiene distintos componentes fundamentales: por un lado, el encuadre analítico, que es el telón de fondo sobre el cual se sostiene el trabajo. Por otro lado, están la transferencia y la contratransferencia, que conforman el vínculo privilegiado que permite el descubrimiento e interpretación del estado mental predominante. Asimismo, es esencial la unidad de tiempo, denominada proceso, sobre la cual evoluciona la relación. Implica un principio y un final, y apunta hacia el desarrollo de la vida emocional como resultado del trabajo conjunto.
La sesión también cuenta con diversas variables que se transforman en constantes: el tiempo, el espacio y la relación asimétrica, con funciones definidas para la labor de cada participante. Todas estas características dan forma a la sesión en psicoanálisis y tienen la finalidad de ofrecer a la pareja analítica un campo idóneo sobre el cual se puedan desplegar los estados mentales inconscientes en toda su diversidad, colorido e intensidad.
La relación tan especial y única que se sostiene por medio de estas condiciones y la actitud analítica del terapeuta no carece de conflictos, sino todo lo contrario. En ella, nuestra vida emocional se despliega tal y como es, con sus matices amorosos y destructivos, que pasan a incorporarse como objetos de trabajo. Los celos, la envidia y el narcisismo son algunos de los ejes emocionales que habitan nuestra mente y nos producen mucho sufrimiento. Además, son estados mentales complejos que dan sentido a nuestro mundo interno. No se trata de emociones aisladas, sino de un entramado de fantasías compuestas por ansiedades y defensas que dan dirección a nuestros vínculos.
Freud pensó que a un enemigo no es posible vencerlo “in absentia o in effigie”, como lo señala en su hermoso texto “Recordar, repetir y reelaborar” (1914/1986). Con este planteamiento, pone de relieve la relación analítica y la interpretación de lo que en ella sucede. Consideraba que era ahí donde se repetían los vínculos del pasado en el presente, tomando al analista como representante o prestanombres de lo reprimido. De esta manera, se ofrecía la oportunidad de resignificar los conflictos de antaño que se repiten una y otra vez como expresiones neuróticas.
La repetición del pasado se encuentra también en otros autores como una puesta en escena. La visión inicial de Freud sobre la transferencia como enlace falso, clisés o alusiones directas al vínculo ha sido considerada desde otras perspectivas. Así, para las escuelas kleiniana y postkleiniana, es una situación total donde hay transferencia en todo, aunque no todo sea transferencia, como señala Etchegoyen (2010) en su extraordinario libro de técnica.
En cada encuentro, tendremos la posibilidad de ser objetos e intérpretes del mundo interno del paciente. Los pleitos en la sesión son una parte esencial de nuestro trabajo con las personas, quienes encontrarán comprensión e interpretación como respuesta a estas situaciones. Observemos el siguiente escenario: una paciente piensa que, mientras ella hablaba en el diván, yo podría estar ocupado con mi teléfono interactuando con alguien más. Mi respuesta no es de enojo hacia ella por tener una imagen poco profesional de mí, ni tampoco de indiferencia, pues lo que ella señala no es lo que sucede realmente. Al contrario, su idea se convierte en el foco de mi trabajo y en una invaluable oportunidad para descubrir con ella sus sentimientos de celos al incluir a un tercero más importante en nuestra relación y la intensa exclusión que con ello experimenta.
Puede ser que estemos ante la punta de lanza para explorar a la “nena” dentro de ella, que muchas veces sintió y siente celos hacia la madre por la pareja que ésta hace con su padre, o bien, por la presencia de los hermanos y la sensación de ser infravalorada. Estas son algunas ideas para empezar a explorar, pero lo cierto es que los celos están ahí; los siente en la sesión y los expresa. Esto quiere decir que los sentimientos son genuinos, pero con un objeto inadecuado, y su vivencia nos abre la puerta para aclarar esa confusión interna. El trabajo en la sesión con estos conflictos tiene diferentes vértices que pueden ser tomados en cuenta en uno u otro momento. Por ejemplo, cuando un paciente me cuenta un sueño, presto atención al guion, pero también me interesa cómo me lo cuenta, el tono de su voz, la atmósfera que produce y con qué finalidad lo hace. ¿Es al inicio de una sesión o después de una intervención? ¿Qué siento yo cuando lo narra?
En esta matriz aparecen diversas perspectivas que se sobreponen y componen una entidad a la que se puede aproximar por diversos frentes. La posibilidad de hacerlo de esta forma es un tema que Celia Leiberman y Norberto Bleichmar exponen en su libro Sobre el psicoanálisis contemporáneo (2013) al hablar de la interpretación compleja y, previamente, en Las perspectivas del psicoanálisis (2001), al proponer el concepto de cubismo clínico. Sin embargo, la apertura de alternativas no es igual a decir cualquier cosa, sino que se trata de hablar sobre los diversos estados emocionales que componen nuestro mundo interno, siguiendo las pautas de pertinencia, oportunidad y dosificación que definen la interpretación como instrumento.
Durante el Encuentro “Pleitos de la mente en la sesión. Celos, narcisismo, envidia”, abordaremos diversos escenarios, alternativas clínicas y dificultades habituales para la comprensión y el trabajo con estos fenómenos de la vida mental, que son fundamentales en la labor diaria del terapeuta, tanto dentro de la sesión como en el posible progreso de la vida emocional de los pacientes.
Referencias:
Bleichmar, N. y Leiberman, C. (2013). Sobre el psicoanálisis contemporáneo. Paidós.
——-. (2001). Las perspectivas del psicoanálisis. Paidós.
Etchegoyen, R. H. (2010). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. Amorrortu.
Freud, S. (1986). Recordar, repetir, reelaborar. Obras completas (Vol. 12, pp. 145–158). Amorrortu. (Obra original publicada en 1914).