Mejorar la clínica con supervisiones técnicas en el Doctorado del Centro Eleia

Por Nadezda Berjón M.

 

A lo largo de varios años como profesora adjunta en las materias dedicadas a las supervisiones del programa de doctorado del Centro Eleia, he tenido el gusto de observar el progreso de los alumnos desde el primer hasta el sexto semestre.

Es evidente que asignaturas como Supervisión Técnica I y II tienen un gran impacto para la madurez del trabajo clínico con los pacientes.

Desde que los estudiantes inician el doctorado, muestran sus viñetas y sesiones psicoterapéuticas con la intención de aprender. El trato siempre es de respeto y empatía, tanto por parte de los docentes como de los compañeros de grupo, pues no es un ejercicio de competencia o rivalidad, sino enfocado en establecer un contacto íntimo con el trabajo tan complejo que cada uno lleva a cabo en la privacidad de su consultorio. Es decir, las cualidades de humildad y deseo de aprender, en contraposición al fomento del exhibicionismo y la búsqueda de admiración, son la base de estos encuentros semestrales.

Durante los primeros dos años, los alumnos tienen la oportunidad de trabajar en supervisiones grupales semanales tanto su propio material como el de otros, pues pensar la clínica, aunque no sea la personal, siempre abre posibilidades de comprensión y agudeza interpretativa para todos. Después, en el último año, las supervisiones se acompañan de recomendaciones de lectura sobre técnica psicoanalítica, que los docentes titulares e invitados consideran pertinentes para reflexionar los aspectos particulares de cada paciente a revisar. Así, se amplía el conocimiento de cada uno, se adquieren herramientas para trabajar y se aportan bases sólidas para continuar la labor terapéutica.

Daré algunos ejemplos de esto:

La Dra. Sara Dweck, con gran experiencia en el trabajo psicoanalítico infantil, recomendó la lectura de corte winnicottiano “Las madres durmientes” (1999), de Claude Boukobza, para pensar en una paciente adulta presentada en clase cuya infancia estuvo marcada por el rechazo y la desconexión materna. El texto aborda el tema sobre madres con extrema pasividad ante la demanda del cuidado y atención de sus bebés, que actúan sin proveer la vitalidad y calidez necesarias. Esto desemboca en dificultades para construir la indispensable sensación de continuidad de sí mismo, genera angustias de aniquilación y dificulta la integración cuerpo-psique del bebé. El resultado en la vida adulta, según lo trabajado en clase, puede verse en la dificultad para establecer relaciones amorosas íntimas y de respeto, lo que lleva a vínculos en los que la persona no es mirada, no forma parte de la vida personal del otro y queda al margen, con sentimientos profundos de no pertenecer o existir para el otro. Fue una supervisión sumamente interesante para todos.

La Dra. Elena Ortiz, quien también es coordinadora del doctorado, nos acompañó en la revisión de un material de otro paciente adulto. Para esta actividad, nos recomendó el texto de Clara Nemas, “Coraje y sinceridad como base del reverie y la interpretación” (2016). Destacó la importancia de mantenerse genuinos respecto a los sentimientos hacia el paciente (por ejemplo, temor a lastimarlo, a ser duros con él, la sensación de que se debe cuidar de un modo especial al interpretarle) para poder entender lo que nos es comunicado y que requiere de la recepción, tolerancia y capacidad de transformación de aquello colocado en uno. Es decir, poder recibir lo que el paciente proyecta sin la urgencia de regresarlo mediante la interpretación. En este sentido, Nemas destaca cómo el paciente espera que podamos ayudarlo al compartir con nosotros sus temores, su sufrimiento y su mundo interno. Además, agrega que éste se sorprendería al saber que, de este lado (el del terapeuta), también hay miedo e incertidumbre sobre la posibilidad de poder ayudarlo. No obstante, enfatiza la autora, también existe la esperanza de lograr hacerlo.

Finalmente, deseo retomar las agudas impresiones que la Dra. Gabriela Turrent, titular de la materia, llevó a cabo para el trabajo con una adolescente muy desconectada de los otros, con tendencia a ensimismarse y refugiarse en los estudios. En dicha clase, la lectura de “Introducción a la conversación: ayudando al paciente a entrar en análisis” (2017), del psicoanalista Fred Busch, aportó herramientas esenciales para los inicios del proceso terapéutico, en los que es prioritario trabajar lo más cercano de lo que el paciente pueda captar, en vez de ofrecer interpretaciones inmediatas y complejas sobre el contenido. Mejor, dice el autor, conviene hacer preguntas que inviten a la persona a cuestionarse y a pensar, en vez de aportar contenidos aún lejanos a su comprensión.

Con todo esto, estoy segura de que las clases de supervisión general, así como las técnicas dentro del programa de Doctorado en Clínica Psicoanalítica del Centro Eleia, brindan una estructura sólida y estimulante para la clínica en evolución de los estudiantes.

 

Referencias:

Boukobza, C. (1999). Las madres durmientes. Estudios sobre psicosis y retardo mental, 4, 150-161.

Busch, F. (2017). Introducción a la conversación: ayudando al paciente a entrar en análisis. Creando una mente psicoanalítica (pp. 254-266). Biebel.

Nemas, C. (2016). Coraje y sinceridad como base para la ensoñación y la interpretación. En: D. Blue y C. Harrang (Eds.). From reverie to interpretation: Transforming thought into the action of psychoanalysis (pp. 131-144). Karnac.

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