Maternidad y situaciones traumáticas
Maternidad y situaciones traumáticas. A propósito de los temblores
Por Alma Toledo
La maternidad es un estado que conlleva un arduo trabajo emocional, donde enfrentar distintas situaciones de ansiedad es algo cotidiano. Sin embargo, dicho proceso se vuelve todavía más complejo cuando se presentan sucesos que por sí mismos denominaríamos “traumáticos”.
Lo traumático puede entenderse como un acontecimiento que rebasa la capacidad de la persona para procesar las emociones que le provoca. El psicoanálisis señala que una experiencia traumática puede afectar de diversas maneras a cada individuo y con una intensidad distinta. Sin embargo, existen tres elementos centrales que nos permitirán comprender sus efectos: la intensidad del acontecimiento, los recursos con los que cuenta el sujeto mismo y el apoyo que brinda el medio externo.
La mente puede verse desbordada ante escenarios que impliquen algún tipo de pérdida, enfermedad o catástrofe. Dichas circunstancias pueden llegar a exceder nuestra capacidad para tolerar, pues todos tenemos un límite.
El temblor del pasado 19 de septiembre cimbró a una buena parte del centro del país. Cada uno de los habitantes de la región enfrentó este evento haciendo uso de su muy particular equipo interno. El sismo nos expuso a eventualidades de diversa índole que posiblemente nos causaron temor y nuestras reacciones pueden estar asociadas a una serie de defensas que nos ayudan a encarar lo vivido. Algunos respondieron a la catástrofe con actitudes depresivas, otros negaban la gravedad de lo que había pasado, hubo quien se sintió agresivo, irritable o intolerante, muchos se mostraron preocupados por ayudar.
La maternidad es una etapa de la vida que no puede comprenderse como algo independiente o separado de la personalidad. Sin embargo, ante un suceso traumático o de desastre, las reacciones tienden a agudizarse. Por esta razón, cuando ocurre un siniestro, la responsabilidad materna implicará un doble esfuerzo emocional: por un lado, es necesario ser conciente de las emociones propias y, por otro, habrá que entender, explicar y tranquilizar a los hijos, ayudarles a soportar lo que experimentan y a darle un significado.
Dentro de toda la ecuación, el medio externo tendrá un papel central para coadyuvar en dicha labor a nivel individual, pero de forma acentuada para las madres. El apoyo familiar y terapéutico tendrá un efecto positivo muy importante para aquella persona que se encuentre en alguna situación de riesgo emocional y, sin duda, será un elemento muy valioso en el desarrollo, sostén y afirmación de la capacidad de la madre para mostrar empatía hacia sus hijos.
A propósito de ello, podemos plantearnos múltiples preguntas en torno a la maternidad: ¿La función materna se construye o es algo innato? ¿De qué depende que una madre tenga aptitudes para la crianza? ¿Cómo brindar sostén para que una madre pueda llevar a cabo sus funciones? O bien, ¿cuál es el papel de la historia infantil en la maternidad?