Maternidad y paternidad en la edad adulta: el impacto psíquico del rol parental

Por Kaori Ríos

En el psicoanálisis, la maternidad y la paternidad se entienden como roles profundamente influidos por el inconsciente, las pulsiones y las relaciones tempranas que los individuos establecen con sus propias figuras parentales. Estos conceptos están vinculados de manera cercana a los procesos de identificación y a los conflictos edípicos que surgen en la infancia.

Desde una perspectiva psicoanalítica, la maternidad no se reduce al hecho biológico de tener un hijo, sino que está influida por la relación simbólica que la mujer ha desarrollado con su propia madre y con la idea de “ser madre”. En muchos casos, el deseo de ser madre se vincula con una elaboración de la feminidad y la posibilidad de dar vida, lo que puede estar relacionado con la resolución de conflictos edípicos en la infancia. La madre se convierte en la primera figura de amor; será una fuente de cuidados, pero también de frustración, y esto es central en la formación del inconsciente del niño. Para el niño, la madre es una figura ambivalente que, a nivel simbólico, representa tanto el objeto del deseo como el primer objeto perdido.

Freud (1905/2003) también señalaba la importancia de la madre en la constitución del yo, sobre todo en los primeros años, ya que ella es el “otro primordial”, el primer objeto de identificación del bebé. Melanie Klein (1946/2009), por su parte, profundiza en esta relación madre-hijo desde la perspectiva de las ansiedades y fantasías tempranas, donde la madre es percibida como una figura nutricia y protectora y también como una figura persecutoria en las fases de ansiedad esquizo-paranoide.

La paternidad, en cambio, suele entenderse en términos del papel del padre en el complejo de Edipo. Freud veía al padre como el representante de la ley, la autoridad que interviene para romper la simbiosis madre-hijo y establecer las reglas del deseo. Es el padre quien impone el “no” a la unión incestuosa, generando la represión que da forma al inconsciente. Este rol simbólico es clave en la construcción de la subjetividad del niño, ya que, mediante la interiorización de la figura paterna, se establece el superyó, una instancia que regula y limita los impulsos.

La maternidad y la paternidad no son únicamente roles sociales o biológicos, sino que tienen una función estructurante en la psique del individuo. Ambos roles están cargados de significados inconscientes, fantasías y conflictos que se desarrollan en la infancia y que influirán en la manera en la que los individuos perciben y desempeñan estos roles en la vida adulta.

Donald Meltzer, influido por la obra de Melanie Klein, pone un énfasis particular en las fantasías inconscientes, la relación con los objetos internos y el desarrollo del mundo interno del sujeto. En su teoría de los Estados sexuales de la mente (1973/2018), analiza cómo los individuos experimentan y organizan las experiencias de acuerdo con tres estados sexuales: el infantil, el adolescente y el adulto, entre los cuales se oscila de manera constante. Para Meltzer, la maternidad y la paternidad no son simplemente hechos biológicos o socioculturales, sino manifestaciones de un proceso psicológico en el que el individuo integra y reorganiza las representaciones internas del rol materno y paterno a lo largo del tiempo. La capacidad de ser madre o padre requiere de un cierto nivel de maduración emocional y una disposición para enfrentar los complejos aspectos que implica la parentalidad, tales como el deseo, la identificación, la contención y el sacrificio. La función parental en la adultez implica una actualización y reconfiguración de las representaciones internas de la propia madre y el propio padre.

Para una mujer, asumir el rol de madre implica no solo reproducir los cuidados que recibió, sino también lidiar con las fantasías inconscientes relacionadas con ser una madre ideal o una madre temida. En los hombres, la madre interna juega también un papel crucial en cómo conciben la maternidad de las parejas. De igual forma, el padre interno es la representación del padre como fue vivido en la infancia y, por ende, se manifiesta en la paternidad. El padre desarrolla una función de contención y soporte emocional para los hijos, lo cual depende de la capacidad para elaborar sus propias fantasías inconscientes sobre la autoridad, el poder y el amor paterno.

Por lo tanto, desde el psicoanálisis se entiende que el rol parental no es algo que se adquiere con la edad, sino que es un proceso psíquico en desarrollo. De acuerdo con Meltzer, si en alguno de los padres predomina un estado sexual infantil, el lugar que se le puede dar al hijo de manera representativa es el de un hermano con quien competir, lo que genera emociones infantiles de rivalidad, competencia y celos hacia el propio hijo. Si predomina un estado sexual adolescente en alguno de los padres, es posible que vean al hijo como un amigo, lo cual complica el posicionamiento firme de límites que se requieren en la parentalidad, pudiendo causar un sentimiento de confusión en los hijos.

Referencias:

Freud, S. (2003). Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas (Vol. 7, pp. 109–224). Amorrortu. (Obra original publicada en 1905).

Klein, M. (2009). Notas sobre algunos mecanismos esquizoides. Obras Completas Melanie Klein. Envidia y gratitud y otros trabajos (vol. 3, cap. 1, pp. 10 – 21). Paidós. (Obra original publicada en 1946).

Meltzer, D. (2018). Estados sexuales de la mente. Kargierman. (Obra original publicada en 1973).

 

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