Margaret Mahler

Por Ana Livier Govea

 

Freud puso énfasis en el hecho de que la dependencia emocional respecto de la madre se mantiene cierto tiempo pero que paulatinamente disminuye a lo largo de la vida; esto es algo universal. El hecho de que el pequeño no esté biológicamente preparado para sobrevivir sin ayuda de otro es lo que determina esa prolongada fase de simbiosis entre la madre y su hijo en la especie humana. Una unidad entre la madre y el bebé que, combinada con factores innatos constitucionales, determina una configuración somática y psicológica que es única y particular de nuestra especie.

Lo anterior quedó claro en algún momento. Es natural pensar que nacemos en un estado de vulnerabilidad superlativa y que eso, entre algunas otras cualidades, nos distingue entre las especies. Sabemos que un bebé recién nacido es completamente dependiente de la madre, de una función, de un otro que pueda atender a sus necesidades y le permita separarse lenta y paulatinamente para obtener a cambio cierta autonomía en algún momento, no sin antes haber adquirido la capacidad fundante del reconocimiento de que él, ese bebé, no es la madre. Debe reconocer que la madre y él no son uno, sino que son distintos, cada cual con su cuerpo, cada quien con su psique, cada uno independiente del otro.

Margaret Mahler (1990), con la finalidad de conocer mucho más acerca de esto, organizó un arduo proyecto de investigación cuyas participantes eran madres «normales» acompañadas de sus bebés, también «normales». El estudio ponía énfasis en el proceso normal de separación e individuación, el cual se llevaba a cabo en presencia de la madre.

Es pertinente reconocer que la separación en sí misma es un acto que conlleva cierta dosis de ansiedad, ya que puede representar para el niño cierta amenaza de pérdida objetal, pero al mismo tiempo y en condiciones favorables, el niño puede también sentir que la separación se recompensa con la ganancia de un funcionamiento independiente.

Mahler (1990) consideró que, en los primeros momentos de la vida, el bebé nace y es recibido dentro de una relación simbiótica con la madre, la cual, con el paso del tiempo, tenderá a transformarse en una relación objetal. Sus hipótesis se sostuvieron en la idea de que, cuando existen fallas en el proceso de separación- individuación, la separación será vivida como una amenaza catastrófica, en donde las reacciones de pánico sobrevienen cuando el niño afronta la posibilidad y la necesidad de funcionar como un ente separado, lo cual desencadenará mecanismos defensivos psicóticos. Desde esta perspectiva, Mahler sostuvo que una evolución óptima en el desarrollo psíquico del niño se daría en tanto la separación con el objeto y la individuación con este, lo cual será un proceso central que permitirá conservar el «sentido de identidad», una sensación lo suficientemente resistente en donde el sujeto pueda ser vivido como una entidad individual.

Mahler (1969) planteó un modelo evolutivo del desarrollo infantil apoyándose en algunas ideas freudianas, en particular la teoría del desarrollo libidinal. Dado que era pediatra, tuvo acceso a una directa observación de infantes mientras trabajaba en un hospital psiquiátrico en Nueva York y Columbia. Así fue como se dio cuenta de funcionamientos infantiles que se asemejaban a cuadros esquizofrénicos, y funcionamientos que eran descritos como “autismo infantil temprano”. Sin embargo, el autismo no sería el único estado psicótico que Mahler habría de identificar. La teoría Mahleriana sobre los fenómenos de separación-individuación fue una de las primeras tentativas sistemáticas para integrar conceptos psicoanalíticos al campo de la investigación sobre el desarrollo emocional primitivo a partir de la evidencia empírica mediante la observación del vínculo madre- hijo.

Esta observación le permitió reconocer un fenómeno en donde el niño parecía haber enfermado a partir de la separación materna, lo cual alteraría así su desarrollo. La separación actuó no como un catalizador hacia el crecimiento, sino como un agente de quiebre psicótico: «Mientras en el autismo primario hay un muro helado entre el sujeto y el objeto humano, en la psicosis simbiótica, en cambio, hay fusión y confusión y falta de diferenciación entre el sí-mismo y en no sí-mismo” (Mahler, 1990,12).

Las aportaciones de Margaret Mahler permiten pensar la complejidad de la mente humana desde la arista que pone énfasis en los términos de simbiosis y separación-individuación y las patologías relacionadas con los fenómenos de diferenciación e indiferenciación. Estos conceptos pueden arrojar luz sobre otros fenómenos clínicos, como pueden ser la despersonalización, la desrealización, la personalidad «as if» y la folie à deux.

Referencias

Mahler, M. (1969). Autismo y simbiosis: dos trastornos extremos de la identidad. Revista de Psicoanálisis. 26(01), pp. 201-216.

Mahler. (1990). Estudio 2. Separación-individuación. Paidós. (Obra original publicada en 1979).

Bleger, J. (1960). ”Estudio de la dependendencia- independencia en su relación con el proceso de proyección-introyección”. Rev. Psicoanálisis. (17)(4):456-479. Revista de psicoanálisis Asociación Psicoanalítica Argentina.

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