Los duelos en el proceso analítico

Por Cristóbal Barud

 El psicoanálisis muestra los aspectos particulares e íntimos de la condición humana. Al mismo tiempo, abre un camino para entender que, a pesar de que las vidas sean muy diferentes, existen experiencias estructurantes compartidas que, de alguna manera, nos permiten entender al otro. La pérdida y el duelo forman parte de este patrimonio compartido. Son acompañantes de toda historia y se articulan como sucesos fundantes del psiquismo. Pese a su gran influencia, tanto a nivel social como interno, quizá por su relación con el dolor que provocan, su importancia suele dejarse de lado. El duelo y la depresión no son equivalentes. Podría decirse que son dos caras de la pérdida, ya que la depresión podría entenderse como el suceso que se presenta cuando el proceso de duelo se ha enquistado o detenido.  

En toda pérdida existe un dolor real por la indisposición de un objeto para seguir cumpliendo su función. Dicho objeto puede no ser algo concreto, sino un ideal, una expectativa, etcétera. Al mismo tiempo, existe un factor adicional de angustia y zozobra que remite al entrelazamiento entre las primeras satisfacciones de vida y el amor inicial. El dolor de la pérdida puede asemejarse, por esta ligazón, al dolor de la muerte propia o del desamparo. Cada pérdida subsecuente, afirma Melanie Klein, recapitulará las anteriores y, ciertamente, se conectará con los afectos que se despertaron en las primeras separaciones.

La pérdida y el subsecuente trabajo de duelo son también incómodos porque confrontan la ilusión de la permanencia e independencia con la crudeza de la realidad. El auténtico trabajo de duelo devuelve hacia una posición de humildad; lo ubica como uno más, falible y finito. La pérdida ataca las certezas que el narcisismo provee. Toda pérdida puede representar una herida al sí mismo, el rompimiento de una promesa que le hacía sentir a uno relevante y con un lugar importante. Esto no significa que la depresión sea una especie de berrinche, en sus múltiples manifestaciones clínicas. Se trata de un modo de entender la vida en donde la pérdida desafía certezas tajantes en torno a la permanencia de las cosas y la importancia que uno tiene.

Dentro del proceso psicoanalítico, la vivencia de los duelos, ya sea en una situación depresiva o no, goza de inmensa relevancia. La transferencia, aunque se trata de una modalidad fantaseada que reviste a los vínculos, no deja de ser también una petición y, a veces, una exigencia de que la historia actual se adecúe a la visión que se tiene del pasado. En esta repetición, la dinámica y el enquistamiento de los duelos adquieren importancia. La insistencia de ciertos deseos infantiles en muchas ocasiones tiene el matiz de una queja respecto a pérdidas que hieren el amor propio de un niño: rencillas, atenciones prodigadas a otros en lugar de a uno mismo, separaciones y nacimientos de hermanos.

          No es casual que, dependiendo el matiz y tono del conflicto de cada paciente, se establezcan expectativas y deseos en torno a la figura del analista: presencia constante, consideraciones especiales, deseos de ser uno con el terapeuta, de ser cuidado y entendido. Justamente, la evolución del vínculo transferencial se advierte en la elaboración de estos duelos infantiles, lo que permite construir la imagen de un analista más humano, lejos de ser ideal, pero cuyo esfuerzo de escuchar es apreciado. Esto se corresponde con la posibilidad de dejar atrás viejos reclamos y abrir nuevas posibilidades, integrando las pérdidas en la historia personal y entendiendo su lugar y pertinencia en la biografía. Después de todo, el duelo, como dice Freud, implica la posibilidad de moverse hacia nuevos objetos. Así, el duelo y su elaboración en la transferencia pueden entenderse como una transformación del dolor y la rabia por las ausencias en elementos pensables y simbólicos. Aunque las pérdidas sean dolorosas y tengan una íntima relación con la frustración y la insatisfacción, la capacidad de tolerarlas y asumirlas representa una vía para el crecimiento mental.

 

Referencias

Klein, M; (1950). El duelo y su relación con los estados maníaco-depresivos. Revista de Psicoanálisis. 07(03), pp. 415-449

Freud, S. (1917 [1915]). Duelo y melancolía. En Obras Completas (vol. 14, pp. 235-250). Amorrortu.

 

 

 

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