Llegar a ser un agente de cambio social
La identidad profesional del psicólogo se construye desde su identidad individual, la cual está ligada al contexto social en el que vive y al contexto de la profesión en sí, de manera que será el resultado de la interacción entre lo individual, lo social y lo profesional.
El psicólogo percibe el sistema de juicios, creencias y opiniones que tienen sus colegas y maestros en torno al cuerpo teórico de la disciplina. Durante su formación, a menudo se comparará a sí mismo con otros compañeros o autores, sobre todo con aquellos que sean más significativos para él.
El estudiante de psicología realizará un esfuerzo constante por definirse y redefinirse a sí mismo. Es necesario que se aboque al análisis de su personalidad como parte de su formación, para no proyectar su propia patología en los pacientes. Por medio de su propio análisis desarrollará consciencia sobre las motivaciones, necesidades, actitudes y valores que rigen su vida; esto, a su vez, le permitirá asumirse tanto en lo personal como en lo profesional con mayor responsabilidad.
La mente del psicólogo hará un esfuerzo por integrar y sintetizar los conocimientos y las experiencias académicas para aplicarlas en su ejercicio profesional. Desde luego, esta tarea la llevará a cabo de acuerdo con las características individuales de su personalidad. Así, en la medida que le sea posible otorgar un significado y un sentido a su aprendizaje, el psicólogo podrá fungir como agente de cambio social. En el caso contrario, su acción permanecerá ajena a la comunidad y será egosintónica, es decir, servirá solamente para satisfacer sus necesidades individuales y carecerá de madurez profesional.
La identidad del psicólogo integra al yo social, el teórico, el empírico y el individual; unifica, además, el “hecho social” con el “hecho individual”, tomando conciencia de la realidad en la que se desempeña. Ser psicólogo implica, por un lado, un continúo esfuerzo formativo: desarrollar sus habilidades para actuar e intervenir a nivel teórico y práctico. Por otro lado, tal esfuerzo tomará como base el conocimiento de sí mismo como ser humano y de su responsabilidad social, en tanto persona comprometida con los valores éticos intrínsecos a la profesión.
Es necesario que el psicólogo cuestione no solo el quehacer científico, sino también la estructura básica de su personalidad, el funcionamiento de su aparato psíquico, su consciencia, sus motivaciones, deseos y fantasías inconscientes, su subjetivismo, la percepción de su mundo interno y de la realidad externa, la regulación de sus afectos, su conducta e impulsos, así como su forma de relacionarse con los demás.
La tarea que realiza el psicólogo no puede entenderse como algo separado de su identidad y, por lo tanto, también de su salud mental. Únicamente a partir de allí podrá intentar un cambio en su realidad externa.
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Referencia
Harrsch, C. (1983). El psicólogo, ¿qué hace? México: Alhambra Mexicana.