Leamos a Jean Allouch

Por Antón Aguilar

 

El pasado 16 de septiembre falleció el psicoanalista francés Jean Allouch. Fue una figura destacada del pensamiento lacaniano e hizo contribuciones originales y audaces al psicoanálisis contemporáneo. Por ejemplo, propuso ideas muy valiosas, a mi parecer, en torno a la comprensión del duelo, el vínculo entre psicoanálisis y espiritualidad, y el contenido amoroso del manejo de la transferencia. Paciente y discípulo de Jacques Lacan, así como director de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis entre 1985 y 1989, fue un escritor prolífico y un partidario entusiasta del diálogo entre el psicoanálisis, la filosofía de Michel Foucault y los teóricos de los estudios Queer. Visitó México y Argentina con cierta frecuencia, donde dictó algunos seminarios.

En uno de sus libros más conocidos, Erótica del duelo en los tiempos de la muerte seca, Allouch hizo una revisión crítica de la concepción freudiana del duelo, entendido como un trabajo de decatectización. No estaba de acuerdo con la idea de que las investiduras libidinales se retiran poco a poco del objeto y se retrotraen al yo para, de nuevo, ser colocadas en un objeto de amor distinto. La muerte es seca, supone perder un trozo de sí y seguir amando al ser que se perdió, al pequeño pedazo de carne que se nos fue con él.

Allouch pensaba que el psicoanálisis era un ejercicio espiritual (La psychanalyse est-elle un exercice spirituel? Réponse à Michelle Foucault). Entendía la tradición analítica como la continuación de prácticas de cuidado e inquietud de sí, que surgieron en la antigua Grecia y que Foucault estudió en su libro La hermenéutica del sujeto. También consideró al movimiento LGBTTTIQA+ como parte de un impulso espiritual que propone que el último veredicto sobre sí mismo lo tenga cada sujeto. Es decir, que la subjetividad y el horizonte del propio deseo los forje y los descubra cada quién.

En su libro El amor Lacan, Allouch estudió minuciosamente las diversas formas de amar en la obra lacaniana: el amor psicótico, el amor de transferencia, el amor cómico, entre otros. Puede considerársele como un diccionario amoroso y un recorrido de la obra lacaniana desde el vértice del amor. Para Allouch, un legado fundamental de Lacan fue el estudiar y manejar la transferencia como una práctica amorosa, estrictamente analítica, compleja y misteriosa. La experiencia amorosa en el análisis constituye un “amor interruptus”: un amor incompleto que, gracias a su propio límite, posibilita la cura. El analista sentirá las pasiones del odio y el amor, y al mismo tiempo, habrá de trabajar en abstinencia; prestarse a la transferencia; ofrecerse a los torrentes afectivos del analizante para, ahí, librar la batalla que permita que emerja la palabra verdadera. Tendrá que tolerar dejarlo solo, en el silencio, entre sesión y sesión, y al final del análisis. Solo, pero amado, libre, viviendo, haciéndose cargo de su falta, haciéndose cargo de su ser.

Se llamará “amor Lacan” a esta figura del amor donde se manifestó el carácter limitado de la experiencia amorosa. Amar así vale como una figura inédita del amor. Ella merece un nombre. Si no hay ningún más allá de este amor (el análisis no lo es), hay, en cambio, un nuevo amor, el que sabría jugar plenamente el juego de su propio límite. Una palabra, muy simple, podría aproximar el tenor de dicho juego: amar es dejar al otro estar solo. Efectivamente solo, y a pesar de todo, amado. (2011a)

La obra de Jean Allouch es vasta y, en buena parte, ha sido ya traducida al español. Creo que la mejor forma de rendirle homenaje es volcarse a leer sus libros con interés, una actitud abierta y un espíritu plural.

Referencias:

Allouch, J. (2007). La psychanalyse et-elle un exercice spirituel? Réponse à Michelle Foucault. EPEL.

—. (2011a). El amor Lacan. El Cuenco de Plata.

—. (2011b). Érotique du deuil au temps de la mort sèche. EPEL.

Este artículo se relaciona con las materias del Doctorado en Clínica Psicoanalítica, si deseas conocer más de este programa, haz clic aquí 

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