Las pasiones y el narcisismo

Por Carolina Martínez

La relación pasional, dice Aulagnier (2016), es siempre asimétrica y una de sus variantes puede ser la alienación. Quien inviste pasionalmente a alguien (o a algo) lo transforma en la fuente exclusiva de su placer, un placer que se constituye entonces en necesidad. El apasionado se siente privado de algo que solo el objeto de su pasión podría proporcionarle. Le atribuye un poder desmesurado, considera que el objeto de su pasión no carece de nada, no necesita de nada y, desde luego, no le hace falta la persona que se apasiona por él. De lo que el apasionado no quiere darse cuenta es del desmedido poder que así otorga al objeto de su pasión para ocasionarle sufrimiento, un poder tan grande que puede conducirlo a preferir la muerte antes que someterse a su ausencia o su rechazo.

¿Qué pensar, entonces, de las pasiones gobernadas por el narcisismo?, ¿no podría estar ahí, en el centramiento en uno mismo, el antídoto contra esa alienación? Esta vana esperanza se desvanece tan rápido como surge, en cuanto nos percatamos de que el mito de Narciso narra el trágico destino del enloquecido amor de un hermoso mancebo hacia sí mismo que culminó en su muerte. Una tragedia, dice Moreno(2009), mayor aún que la de Edipo, aun si ambas están configuradas por la persecución de un deseo irrealizable.

Narciso no es un sujeto que goza de buena fama, comenta Gil (2014) con cierto humor. Su nombre se utiliza para designar condiciones psicopatológicas graves, y aun fuera de las disciplinas especializadas, se lo emplea para tildar en forma peyorativa a algunos de nuestros semejantes. Pero según este autor, tendríamos que cuidarnos de no caer en el mismo engaño que Narciso y creer que él se amaba a sí mismo cuando, sin saberlo, en realidad amaba a alguien más. Narciso no podría reconocerse a sí mismo si antes no fue conocido por ese otro.

La trama a la que el mito se refiere apunta a momentos y situaciones enteramente cruciales en la vida temprana del ser humano, una etapa de gran indefensión y desamparo y, por tanto, de angustia frente a la amenaza de la pérdida del amor. Lo que en ese tiempo ocurre puede llevar a afortunados desenlaces, como la cimentación de las bases para la constitución de un sí mismo integrado y un sano amor propio, o a dramáticas consecuencias como la falla en la estructuración psíquica y en la capacidad de simbolización que, en la vida adulta, se traducirán en serias dificultades para la relación consigo mismo y con los demás.  

Tomemos, por ejemplo, los relatos que hablan de la vulnerable personalidad de Edouard Manet, el muy reconocido pintor impresionista francés del siglo XIX. De acuerdo con sus biógrafos, este talentoso artista sufría de una desmedida sensibilidad ante la crítica y una sed insaciable de reconocimiento público. Se apasionaba intensamente por algunas mujeres, pero esa infatuación duraba poco y cambiaba de la noche a la mañana. Se sentía rechazado cuando sus modelos no cedían a sus requiebros. Trabajaba incansablemente en busca de la fama, pero sus fuertes sentimientos de inadecuación impedían que los elogios lograran satisfacerlo. Era como si necesitara con desesperación ver su hermoso reflejo en el espejo de la mirada de los otros para sentirse amado, pero la imagen que recibía no alcanzaba a convencerlo y caía en profundos sentimientos de desaliento y desamparo (Denis, 2016).

Más cerca de nuestro tiempo, encontramos ejemplos estudiados desde la clínica psicoanalítica, como el de aquel hombre de 45 años que había cursado sus estudios en una universidad privada de prestigio y que había comenzado una prometedora vida profesional apoyado en las relaciones sociales de su familia. Sin embargo, muy pronto su carrera empezó a decaer por su actitud megalómana, omnipotente y a la vez irresponsable. En aquella época conoció a quien se convertiría en su esposa, quien, a diferencia de él, había ascendido laboralmente de manera paulatina pero consistente. Al irse cerrando el horizonte laboral de este hombre, la responsabilidad económica recayó cada vez más sobre la esposa, mientras que él se deprimía, bebía en exceso y desarrollaba síntomas hipocondriacos. Crecía su resentimiento hacia su exitosa esposa, de la cual ahora dependía económicamente, y eso se traducía en efímeras aventuras con numerosas mujeres con quienes no entablaba nunca vínculos profundos. Los médicos a quienes acudió por sus manifestaciones hipocondriacas lo derivaron a un tratamiento psiquiátrico, y de ahí se lo envió a terapia psicoanalítica. A lo largo de su proceso, el paciente tuvo que ir reconociendo y enfrentando su rabia narcisista, sus sentimientos de vergüenza y humillación, su intolerancia a la dependencia, su envidia inconsciente hacia la esposa y hacia el analista, lo que aparecía en su conciencia en la forma de un gran desprecio hacia ellos. Con el auxilio y la paciencia de su terapeuta, al cabo de un penoso recorrido, logró encontrar una considerable mejoría (Kernberg, 2007).

En el trasfondo de casos como estos, lo que el psicoanálisis encuentra son las vicisitudes más tempranas de la vida amorosa del ser humano, esas que intentamos comprender a través del mito de Narciso. Un mito que, como todos los mitos, condensa una enorme cantidad de símbolos y de posibles significados sobre enigmas como la construcción de la propia identidad, la función que en ello juega la mirada del otro, la catástrofe psíquica que se produce cuando el bebé no recibe el sostén y el reflejo de esa mirada y el desafío que implica atreverse a dejar atrás los sentimientos a los que da lugar esa fusión a la vez tan anhelada y tan temida, para avanzar hacia la construcción de sí mismo sin morir subyugado por la seductora imagen devuelta por el espejo, entre muchos más (Grimalt, 2014).

Los múltiples y encontrados significados del concepto de narcisismo en psicoanálisis, que cambian conforme la disciplina se desarrolla (Bodner, 2016), nos proporciona claves muy valiosas para una mejor comprensión de las pasiones relacionadas con estos componentes de la vida anímica. En el Diplomado: Psicología de las pasiones humanas: celos, rivalidad, posesividad, amores edípicos estudiaremos estas situaciones con mayor profundidad.

 

Referencias

Aulagnier, P. (2016). Las relaciones de asimetría y su prototipo: la pasión. Revista de psicoanálisis 77: 21-38.

Bodner, G. (2016). Apuntes sobre la función del mito en psicoanálisis. Temas de psicoanálisis 11: 1-12.

Denis, P. (2016). El Narcisismo. Biblioteca nueva.           

Gil, D. (2014). Narciso ¿era narcisista? O del amor imposible. Revista Uruguaya de Psicoanálisis 119: 161-169.

Grimalt, A. (2014). ¿Narcisismo primario? ¿relación arcaica de objeto? Temas de psicoanálisis 8: 1-17.

Kernberg, O. (2007). The almost untreatable narcissistic patient. The Journal of American Psychoanalytic Association 55: 503-539.

Moreno, E. (2009). El narcisismo. Del mito de Narciso a su realidad virtual en el siglo XXI. Revista de Psicoanálisis 57(9): 191-205.

 

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