Las otras caras de la maternidad
Por Luis Miguel Padilla Silva
La maternidad es uno de los
espacios donde los sentimientos son
más intensos y a la vez
es un agujero negro.
Christine Angot
Existen diversas maneras de aproximarse al estudio de la mente y sus procesos. El cine no es la excepción. Como otras manifestaciones artísticas, representa una oportunidad para ahondar en el cuestionamiento y el análisis de los complejos funcionamientos intrapsíquicos.
Tomemos por caso la excelente película The Lost Daughter (Gyllenhaal, 2021) [en español, La hija oscura], que aborda un tema altamente interesante, pero al mismo tiempo muy poco tratado culturalmente: los diferentes estados emocionales que conlleva el ser madre. En el filme conocemos a Leda, una mujer de mediana edad que decide ir a una isla griega a pasar algunos días de vacaciones. Allí se encuentra con una joven madre que le recuerda a ella misma, ya que observa cómo se cansa ante las exigencias de su pequeña, quien llora inconsolablemente cuando pierde su muñeca o cuando no le ponen la atención que quiere. La película nos muestra una serie de eventos en los que, de manera muy clara, nos permite pensar que Leda, si bien ama a sus hijas, en momentos desearía mejor haber dedicado su vida por completo al trabajo y, así, conocer personas viajando por el mundo.
En una parte culminante de la cinta, Leda revela a la joven madre que decidió dejar a sus hijas para tomar una anhelada oferta de trabajo. Cuando la aún inexperta madre le pregunta cómo se sintió al hacer eso, Leda, llena de lágrimas en los ojos, responde: “Se sintió increíble”. Esta escena resulta sumamente impactante, pues rompe con la idea de lo que usualmente se considera que tendría que ser y sentir una madre. Este cuadro logra descolocar al espectador y que se pregunte cómo una madre que ama profundamente a sus hijas puede, al mismo tiempo, decir que se sintió increíble al estar lejos de ellas.
Wilfred Bion (1962/2014) —importante psicoanalista perteneciente al grupo de los llamados postkleinianos o kleinianos contemporáneos— propuso un avance teórico que nos permite comprender mucho mejor la función materna, la cual no tendría solo una, sino varias formas de existir y operar. Él formulaba que una madre será la proveedora de cuidados y atenciones hacia el bebé, pero también se convertirá en un continente que recibirá todas las emociones del infante, basadas en impresiones sensoriales y experiencias emocionales arcaicas y displacenteras. La madre deberá procesar estas emociones para transformarlas en unas que contengan un sentido y significado que el bebé pueda procesar y tolerar. Esto permitirá al pequeño ir construyendo su propio mundo interno, para crecer psíquicamente de manera gradual.
La función continente es un proceso vital e importante. Incluso se considera que lograrlo permitirá abrir el camino hacia la construcción de la capacidad para poder pensar y simbolizar. Por ejemplo, una madre puede consolar a su hijo que por accidente se golpea levemente y se asusta, dándole un beso y haciéndole saber que, efectivamente, golpearse duele, que nos daremos más golpes en la vida, pero que será pasajero; en vez de, quizá, nada más decirle que no pasa nada y que sea hombrecito. Así es como la madre recibe la angustia y el dolor de su bebé, los tolera y transforma en una experiencia emocional soportable, capaz de ser asimilada por el hijo. De esta manera, consigue que se sienta contenido y que, poco a poco, introyecte una función pensante que lo ayude a crecer psíquicamente, mediante la vivencia de emociones cargadas de sentidos y significados metabolizados.
Sin embargo, con Leda la historia es distinta. Vemos escenas de cuando, siendo una joven madre, el berrinche de sus hijas, los gritos y exigencias propias de la infancia eran experiencias que no solo la abrumaban, sino que literalmente la tumbaban al piso. Era como si Leda sufriera una incapacidad maternal para tolerar y procesar las emociones y experiencias de sus hijas, así como para vivir, tolerar y significar sus propias emociones como madre. Esto podría implicar una marcada falla en su función continente; falla que podría estar basada en una serie de sucesos emocionales resultantes de estados ambivalentes frente a su vivencia como madre.
La película nos muestra que la relación de Leda con sus hijas está basada en amor, paciencia y cuidados, pero también en angustia, frustración, culpa, enojo y desesperación. Es evidente que esa diversidad de emociones se espera naturalmente en la construcción de un vínculo profundo, en este caso, entre Leda y sus hijas. Pero lo que llama la atención es que pareciera que Leda no puede aguantar el dolor de esas diversas emociones que, aunque contradictorias, existen en ella simultáneamente.
La maternidad es un arduo trabajo mental. Requiere sobrellevar la intensa variedad de estados emocionales implícitos mediante un potente esfuerzo por tolerar la verdad de lo que realmente se está viviendo a nivel emocional. Esto da a la madre la facultad de llegar a ser un continente que puede cumplir su función de la mejor forma posible, beneficiando tanto el desarrollo psíquico de sus hijos, como su propia experiencia como mamá.
Tolerar la verdad —por más lastimoso que sea— es el alimento que necesita la mente para desarrollarse. Claro que esto no es un proceso cualquiera. Conocer y tolerar la propia verdad emocional puede llegar a ser sumamente doloroso. Quizás es por ello que Leda decide irse de vacaciones; como un intento de escapar de su propia realidad, encontrándose irónicamente con todo lo contrario. Vemos cómo, sin que ella quiera, el conocer a la joven madre se vuelve un recordatorio constante de su angustiante pasado.
El estudio de una teoría tan amplia y profunda como la de Bion es una valiosísima herramienta que permite reflexionar en la historia de una película y, desde luego, encontrar una aplicación clínica, al comprender y analizar las múltiples historias de vida de los pacientes que llegan al consultorio. Esto es lo que la formación del Doctorado en Centro Eleia conlleva, a saber, el estudio profundo y actualizado de diversos autores, escuelas y modelos psicoanalíticos, promoviendo en el analista una mente abierta que dé cabida a múltiples puntos de vista y se aleje del ideal de certidumbre, permitiendo tolerar la duda en beneficio de su quehacer psicoanalítico.
Referencias
Bion, W. R. (2014). Aprendiendo de la experiencia. Paidós. (Obra original publicada en 1962).
Bion, W. R. (2013). Volviendo a pensar. Paidós. (Obra original publicada en 1967).
Bleichmar, N. y Leiberman, C. (2017). El psicoanálisis después de Freud. Paidós. (Obra original publicada en 1989).
Donath, O. (2016). Madres arrepentidas. Una mirada radical a la maternidad y sus falacias sociales. Penguin Random House.
Gyllenhaal, M. (dir.). (2021). The Lost Daughter [película]. Netflix.