La violencia en los vínculos humanos: familia, trabajo y sociedad
Por Nadezda Berjón
Celia Harding (2006), psicoanalista inglesa, editó un libro sobre la agresión y la destructividad que plantea variables valiosas a tomar en cuenta. Con base en diversas fuentes, define la agresión como acciones o tendencias a lastimar a otros o a uno mismo, ya sea en la realidad o la fantasía, para humillarlos, restringirlos, etc. Puede manifestarse de forma positiva (mediante una acción directa, como los golpes o los insultos) o de forma negativa (la omisión de una acción que podría ayudar a otro, como escuchar a la pareja llorar y no acercarse a preguntar sobre su malestar). La violencia es el extremo de la agresión. Algunos señalan que debe incluir tanto el cuerpo del atacante (herido en defensa) como el de la víctima (dañado, lastimado).
Desde el psicoanálisis se observan fantasías inconscientes de ataques al cuerpo de la madre (por ejemplo, en el adolescente suicida cuyo cuerpo puede representar la aniquilación del bebé de mamá), a la pareja de los padres (expresando la presencia de una pareja parental destructiva que, en vez de amarse, se odia y maltrata, lo que puede verse en hombres que repiten la escena mental de pareja al pelearse en su vida marital), y de robo a los padres y sus cualidades (personas que prefieren destruir el esfuerzo del equipo de trabajo a través de obstáculos para su desempeño, que ver a todos triunfar y generar algo bueno).
Nos dice Akbar (en Harding, 2006, pp. 4-5) que el psicoanálisis es la primera ciencia que conceptualiza la agresión como parte intrínseca de la estructura psíquica, por lo cual debe ser aceptada y no rechazada. Para Freud, la conducta agresiva es parte del ser humano.
Veamos algunas categorías que la autora distingue para la comprensión de este tema:
- Agresión saludable. Freud señala que necesitamos la agresión para aferrarnos a la vida, dominarla y vivirla. Es decir, tiene aspectos constructivos, pues se requiere para impulsar el desarrollo psíquico, la independencia, la autonomía, el movimiento, las acciones defensivas y también para conocer el entorno. Una situación común en la cual la agresión saludable está presente es cuando se compite por un puesto; si bien no es necesario entablar una lucha cuerpo a cuerpo, sí requiere intentar vencer a los contrincantes a través de la preparación y la experiencia laboral. De no haber agresión, podríamos decir: “Deme el empleo si lo cree adecuado, pero si prefiere al que viene después de mí, adelante. Quizá sea mejor candidato”. Si tuviéramos esa postura con cada acción de vida, es probable que se nos abrirían menos posibilidades.
- Autoconservación. Freud considera que la agresión es parte del instinto de autoconservación y del odio hacia aquello que no es uno. Cualquier situación externa que amenace la barrera anti-estímulos es tratada como amenaza para el equilibrio psíquico. Esta agresión, al servicio de la autoconservación, se dispara ante la percepción de amenaza para el sí mismo y la identidad, ya sea por peligros internos o externos. El “corre por tu vida” es muestra de este instinto, y lleva a algunas personas a pasar (literalmente) por encima de otras si es necesario, no por sadismo, sino para salvarse de una situación que se percibe como amenazante para la propia persona.
- Reacción ante la pérdida y temor a la pérdida. De nuevo, Harding menciona a Freud para señalar lo complicado que es llevar a cabo el duelo por objetos amados si no se ha resuelto el odio/ambivalencia hacia estos. El yo queda identificado con los aspectos amorosos del objeto perdido y el superyó absorbe la hostilidad hacia ese objeto y la dirige al yo. También menciona a Fairbairn, para quien la separación del bebé respecto a la madre produce frustración y agresión, lo que lo lleva a internalizar la relación frustrante con ella y mantener disociadas a la madre amada y gratificante (en lo exterior, para protegerla del enojo) de la madre que frustra y es odiada (en el interior). También se ataca al yo que busca al objeto, que lo anhela y depende de éste. Por ejemplo, las personas que se tratan de modo duro, con exigencia y reproches constantes, pueden estar maltratando en el psiquismo a un objeto que viven como abandonador. El daño, pues, no es contra uno mismo sino hacia alguien en la mente.
Estos temas y muchos más serán abordados en el curso corto “La violencia en los vínculos humanos: familia, trabajo y sociedad”.
Referencias
Harding, C. (2006). Aggression and destructiveness. Psychoanalytic perspectives. Routledge.