La psicoterapia psicoanalítica de grupo

Por Natalia Ortiz Sanabria

Si bien es cierto que el psicoanálisis en sus orígenes se planteó como una práctica individual, también es verdad que el sujeto no está aislado del mundo y de las relaciones con los demás. De hecho, si algo nos constituye como seres humanos es precisamente la relación tan particular que mantenemos con los otros. De ahí que la mayoría de las causas por las que surge el sufrimiento humano y por las que acudimos a terapia son los conflictos que se dan en las relaciones con los demás.

A lo largo de su historia, la psicoterapia psicoanalítica de grupo ha tenido algunas controversias. Hay quienes plantean que no debería llamarse así y que se le debería quitar la denominación de psicoanálisis. Sin embargo, más allá de esta discusión, lo que se busca en el presente artículo es resaltar la importancia que tiene dentro del campo psicológico, pero sobre todo en los efectos que proporciona en las problemáticas de quienes asisten a estos grupos.

Por otro lado, ya el mismo Freud manifestaba en su texto “Psicología de las masas y análisis del yo” (1921/2008) que no puede existir una psicología individual, sino que toda psicología es social. Por lo tanto, aunque el psicoanálisis sea regularmente una práctica de uno a uno, no deja de estar inmersa en la problemática social. Es de este modo que con el transcurso del tiempo y de las diversas propuestas de tratamiento, se volvió indispensable poder trabajar con un conjunto de personas desde las más diversas articulaciones, hasta lo que ahora se conoce como terapia de grupo.

Siguiendo el recorrido que hace Portillo (2000), vemos que en varias instituciones de salud se vuelve indispensable el trabajo con grupos. Como es sabido, en estos lugares es común que los recursos sean insuficientes para atender de manera individual a cada persona, pero es precisamente esta coyuntura la que también ha permitido observar los beneficios del trabajo grupal. Portillo nos habla de Pratt, un médico internista de la ciudad de Massachusetts, Estados Unidos, quien, en aras de facilitar su trabajo con enfermos tuberculosos, buscó instruirlos en algunos temas de salud. Como resultado de este trabajo, se dio cuenta de que el grupo proporcionaba alivio a los pacientes, ya que tenía un efecto terapéutico que les ayudaba en su mejoría. Este no es un caso aislado; son numerosos los casos en que se observa cómo el grupo tiene efectos curativos, desde los llamados primarios (como las familias y amigos), pasando por los grupos de ayuda mutua (como los de Alcohólicos Anónimos), hasta los que se establecen formalmente como grupos terapéuticos.

Otra de las particularidades del grupo es que le permite a la persona centrarse más en el aquí y el ahora y no tanto en los recuerdos. El propio grupo le invita a estar en la realidad presente y menos en la realidad histórica. Esto no quiere decir que se olviden elementos clave enmarcados por el psicoanálisis, tales como el inconsciente, la resistencia, la interpretación o la transferencia, los cuales tienen un manejo un tanto diferente. Por ejemplo, la transferencia no sólo es de uno a uno y no sólo de una forma vertical, sino que se da en múltiples direcciones. A esto se le denomina transferencia lateral y, por lo tanto, su interpretación permite encontrar variadas significaciones e implicaciones. Otro aspecto llamativo es que, en el grupo, el sujeto descubre que no es el único con un problema. Más bien éstos se universalizan y le dan la posibilidad de externar sus preocupaciones y también de regular su impacto. Así pues, las resistencias también disminuyen.

Respecto al inconsciente, no es que se hable de uno de tipo grupal, sino que cada sujeto, con su inconsciente personal, deposita en el grupo diversas representaciones. En todo caso, de lo que podemos hablar es de fantasías grupales, que Bion llamaba “supuestos básicos” o lo que Anzieu denominaba “fantasmas grupales”.  

Un aspecto clave es que se promueve la capacidad de empatizar con las problemáticas del otro y las resonancias que se suscitan entre los miembros. De esta manera, podemos sentirnos comprendidos y tener un acercamiento distinto sin juzgar con tanta dureza a los que nos rodean. En la actualidad, el ejercicio de compartir espacios grupales nos permite no ser ajenos a las problemáticas y estar involucrados en los padecimientos de los demás. La vida actual, con sus múltiples actividades, nos invita a habitar en una burbuja personal que nos impide conocer a los demás, viéndolos como agentes externos, ajenos e incluso amenazantes. Este aislamiento también nos hace sentir más vulnerables y con menos fortaleza para afrontar situaciones adversas.

Por este motivo, la modalidad de psicoterapia grupal se convierte en una opción útil, interesante de estudiar y diferente a la tradicional. Es curioso cómo los trabajos de grupos son tan ampliamente desarrollados y se conoce todo el potencial que tienen, ya que se implementan con gran frecuencia en diferentes espacios, ya sean religiosos, industriales o sociales, e incluso en grupos de autoayuda, pero no son muy comunes en el campo psicoterapéutico. Tal vez sea precisamente la gran cantidad de expresiones que permite el trabajo grupal lo que hace que los profesionales se sientan algo abrumados por él y que no sea tan popular como la terapia individual. En este sentido, podríamos hablar de la resistencia, que según Lacan, sólo está del lado del analista.

Para concluir, el trabajo grupal va a permitir un número variado de posibilidades para comprender al ser humano; por ejemplo, la empatía que produce la sensación de ser comprendido en profundidad; o la resonancia al sentir como exclusiva la respuesta de uno mismo ante los sentimientos o la situación de otros. Exponerse a la escala de resonancia del grupo permite reconocer las similitudes y diferencias constitutivas de la propia individualidad. Los miembros del grupo se apoyan unos a otros durante los períodos dolorosos de su vida y colaboran mutuamente en la resolución e integración de sus conflictos. Así que, tener la oportunidad de atravesar por la experiencia de lo grupal en un espacio profesional, le permitirá descubrir a la persona aspectos de sí misma y de su relación con los demás, como la envidia, los celos, las expectativas, pero también lo fraterno y lo empático; esto es, la función continente y de seguridad que permite un grupo. En definitiva poderse construir desde lo grupal permitirá el lazo social, del cual muchas veces se carece en la actualidad.

Referencias:

Freud, S. (2008). Psicología de las masas y análisis del yo. Obras completas (Vol. 14). Amorrortu. (Obra original publicada en 1921).

Portillo, I. (2000). Bases de la terapia de grupo. Editorial Pax México. 

 

Compartir: