Aportes de alumnos. Aplicación de la teoría freudiana de la personalidad a la obra ‘La casa de las bellas durmientes’ de Yasunari Kawabata

En la materia de literatura que cursaron los alumnos de segundo semestre de licenciatura leímos algunos cuentos y novelas que nos permiten percatarnos de que la literatura, dentro de toda la intencionalidad lúdica y la propuesta ficcional que lanza a los lectores, teje intensas relaciones con la psicología al crear personajes contradictorios y, quizás por esta misma razón, tan próximos a la realidad empírica. Por un lado, el alumno Rafael Corominas analiza al protagonista de una novela japonesa, Eguchi, cuyo conflicto se centra entre el erotismo y la vejez, en el ensayo “Aplicación de la teoría freudiana de la personalidad a la obra La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata”; por el otro, Itzifani Navarro escribe un ensayo, entre teoría y ficción, en el que analiza a Enrique, un personaje situado en los confines de la lucidez y la locura en “Hipótesis clínica sobre la novela A fuerza de palabras de Vicente Leñero”. Los rasgos de ambos protagonistas emulan la naturaleza psíquica humana y la representan de manera tan verosímil, que nos hacen pensar que la literatura, esta gozosa fiesta de palabras, es también un personaje que de vez en cuando se vale, ¿por qué no?, recostar en el diván.

 Ana Sofía Ramírez Heatley

Profesora titular de Literatura II

Aplicación de la teoría freudiana de la personalidad a la obra

La casa de las bellas durmientes de Yasunari Kawabata

Por Rafael Corominas Tortolero

Podemos comparar al Yo en sus relaciones con el Ello, con el jinete que guía y refrena la cabalgadura, y así como el jinete a veces es llevado por el animal, el Yo es arrastrado por los impulsos del Ello.

Guardado

Por recomendación de un amigo suyo, el viejo Eguchi acude a una posada que alberga un misterioso secreto: en cada habitación, una joven y bella mujer se encuentra recostada sobre una cama, completamente desnuda, en un profundo sueño inducido. Los huéspedes pagan para pasar la noche junto a una de estas sedadas vírgenes, bajo el cumplimiento de la norma de la casa: no realizar actos impropios con ellas. “No debía hacer nada de mal gusto, advirtió al anciano Eguchi la mujer de la posada. No debía poner el dedo en la boca de la mujer dormida ni intentar nada parecido.” Cada determinado tiempo, Eguchi asiste a la posada y pasa la noche con una mujer diferente, quien despierta en él los recuerdos de su juventud y lo hace sentir completamente vivo, a pesar de su senectud. Este argumento, grosso modo, es el que presenta el escritor japonés Yasunari Kawabata en su obra La casa de las bellas durmientes, admirada e incluso homenajeada por el escritor colombiano Gabriel García Márquez en la novela Memoria de mis putas tristes y el cuento “El avión de la bella durmiente”.

A pesar de ser un anciano de setenta y siete años, Eguchi, el protagonista, a diferencia del resto de los huéspedes que acuden a la posada, aún posee la capacidad para sentir apetito sexual; sin embargo, él logra combatir todos sus deseos por violar la regla de la casa y tener contacto sexual con alguna de las bellas y narcotizadas vírgenes con quienes pasa la noche.

Como un ejercicio de tender puentes entre diferentes disciplinas, en este caso la literatura y el psicoanálisis, formulo la siguiente pregunta: desde la teoría psicoanalítica, ¿cómo podemos explicar esta templanza que permite a Eguchi refrenar sus pulsiones libidinales y cumplir la regla de la casa?

En su teoría de la personalidad, Freud divide al aparato psíquico en tres instancias que se encuentran en una constante lucha. Dicha lucha otorga a la personalidad su carácter dinámico:

El Ello es la instancia psíquica regida por el principio del placer. Su naturaleza es totalmente inconsciente y es el gran depósito de la libido y la agresión, siendo así la zona más oscura del ser. Como explicaría el psicoanalista, es el caballo que tira de la carroza de Eguchi para intentar persuadirlo de violar la ley.

Le recorrió como un relámpago el impulso de cometer un delito más excitante que poner el dedo en su lengua […] La muchacha desnuda no sabría nada, no abriría los ojos si uno de los ancianos la tomaba con fuerza en sus brazos, no derramaría lágrimas, no sollozaría, ni siquiera gemiría. (Kawabata 33)

Después encontramos al Yo, la instancia psíquica guiada por el principio de realidad. Tiene componentes preconscientes, conscientes e inconscientes y es la zona encargada de la razón y la cordura. El Yo de Eguchi es un jinete fuerte que logra refrenar la cabalgadura de los pensamientos despertados por sus pulsiones libidinales, como podemos apreciar en el siguiente fragmento.

Ella había sido privada de todas sus defensas, en beneficio de su anciano huésped, de un triste viejo. Estaba desnuda, y no se despertaría. Eguchi sintió una oleada de compasión por ella. (Kawabata 38)

Finalmente, el Súper Yo es la instancia psíquica que auto observa, critica y castiga las acciones del ser humano. Su carácter es tanto consciente como inconsciente y representa las exigencias de los padres, de la moralidad y de la sociedad, encargándose así del sentimiento de culpa y, en este caso,  reprochando al personaje central por querer violar la orden de la encargada de la posada.

Si la muchacha se despertara… —el pensamiento ejercía una fuerte atracción—. Si abriera los ojos, incluso aturdida, ¿qué intensidad tendría el sobresalto, de qué clase sería? […] “Eres un depravado”, se dijo a sí mismo. (Kawabata 39)

Dependiendo de la estructura psíquica de cada individuo, alguna de estas tres instancias tiene mayor dominio que el resto. En el caso de Eguchi, el personaje presentado por Yasunari Kawabata, la fortaleza del Yo hace que, a pesar de sus intensos deseos, el anciano no cometa algún acto que le brinde satisfacción inmediata para después ser desbordado por un sentimiento de vergüenza y culpa.

Para responder la pregunta planteada en este escrito, una estructura bien formada de la personalidad, donde la razón y la cordura, es decir, el Yo, tiene dominio sobre el depósito de la libido y la agresión, es lo que hace que el protagonista de esta novela pueda obedecer la norma, a pesar de los intensos deseos que pueda despertar el dormir junto a una bella y narcotizada mujer. Yasunari Kawabata teje una historia llena de vida y verosimilitud al presentar un personaje de ficción en el que se encuentran magistralmente representadas las tres instancias de la estructura psíquica.

Bibliografía:

Freud, S. (1923). “El yo y el Ello.” (Vol. IX. Obras completas). Buenos Aires: Amorrortu.

Guardado, R. M. (1960). Historia general del psicoanálisis. Buenos Aires: Ciordia.

Kawabata, Y. (2012). La casa de las bellas durmientes. Barcelona: Emecé.

Consulta el artículo Hipótesis clínica sobre la novela «A fuerza de palabras» de Vicente Leñero aquí.

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