La mentira
POR SARA BETECH H.
La verdad parece ser esencial para la salud psíquica,
el efecto que dicha privación puede tener en la personalidad
es análogo al efecto que la inanición puede tener en lo físico.
Bion, 1962
Hablar de la mentira es hablar de un tema que está presente en la vida de todos los seres humanos. En ocasiones pretendemos que la mentira es algo ajeno a nosotros, sin embargo ésta tiene muchas formas de expresarse y en algunas ocasiones puede ser más evidente que en otras. Podemos ser capaces de mentir ante la situación más simple o bien, construir enormes invenciones. Grandes o pequeñas, el fin es el mismo: evadir la verdad.
Para acercarnos a la noción de mentira es necesario hablar de la verdad como su contraparte. La vida puede debatirse entre estas dos deidades; a menudo la mentira parece ganar más terreno dejando de lado a la otra, que, no obstante, buscará distintas maneras de manifestarse. Esto nos lleva a formularnos algunas preguntas: ¿Por qué nos cuesta trabajo enfrentar la verdad?, ¿por qué tomamos a la mentira como una alternativa de vida?, ¿es la mentira la solución a nuestros problemas?
Según la teoría de Wilfred Bion, enfrentar la verdad supone un monto de dolor emocional, pues implica reconocer aspectos de uno mismo que nos pueden resultar desagradables y por lo mismo buscamos evitarlos. Al hablar de esta idea de verdad, nos referimos a una realidad psíquica, que está vinculada al estado emocional, esto es, cómo nos sentimos, quiénes somos, nuestra capacidad de mirarnos hacia adentro y de comprender la vida.
Se podría decir que para tener una vida con significado, es necesario tratar de enfrentar la verdad aunque sea dolorosa; para este autor “quien no sufre el dolor, no puede sufrir el alivio del dolor.” (Bion, 1970). Sin embargo, no siempre lo hacemos y buscamos tanto mentirles a los demás como a nosotros mismos. En ocasiones el engaño parece funcionar a la perfección: podemos pasar la vida creyendo que somos lo que en realidad no somos y que nos sucede lo que en verdad no nos sucede.
Dentro de la práctica psicoanalítica nos topamos muy a menudo con la mentira, la cual a veces está tan bien fabricada que es difícil desmantelar. Un problema para detectarla, entre otras cosas, parte del hecho de que el lenguaje que se utiliza para buscar la verdad es el mismo que se usa para fabricar falsedades. Los engaños pueden formar parte de un discurso muy bien organizado y quedar perfectamente bien escondidos dentro de él. Por lo tanto, el que escucha se confunde y puede no distinguirlos. Todo tipo de mentira, ya sea prefabricada con conciencia o que surja como defensa inconsciente para no enfrentar la realidad, puede engañar a cualquiera.
Dentro del ámbito de las mentiras existen diferencias, ya que algunas personas saben lo que hacen aunque lo nieguen y otros desconocen por completo esta situación. Entonces, habremos de separar la mentira del psicópata, que la usa para manipular, dañar y controlar, y la del neurótico –o incluso del psicótico– en donde se busca transformar la realidad en algo menos doloroso; lo que las diferencia es su motivación: en el primer caso existe la intención de dañar, en el segundo sirve para desprenderse de situaciones desagradables sin la intención de lastimar a nadie, aunque en ocasiones eso sea inevitable.
Esta distinción es de gran importancia dentro de la consulta psicoanalítica: es muy distinto el tratamiento con pacientes que buscan destruir, no tienen ningún interés en conocer su verdad y al mismo tiempo parecen no sufrir. Por esta razón, resulta casi imposible crear un punto de reflexión o un acercamiento al dolor del paciente. Es diferente lo que sucede con otro tipo de personas, para quienes, a pesar de sus resistencias a enfrentar la verdad, existen mayores posibilidades de lograrlo, no sin la necesidad de atravesar el dolor psíquico que impone la verdad a la mente.
A pesar de que la mentira nos puede proporcionar cierta estabilidad, finalmente demuestra no ser la solución a los problemas, puesto que resulta tóxica para el desarrollo emocional, lo detiene y deteriora. La falsificación de la realidad nos inserta en una irrealidad que en apariencia puede ser menos dolorosa, pero que en verdad nos aleja de nosotros mismos y de la posibilidad de VIVIR la vida. Una vida plagada de mentiras es una vida vacía.
REFERENCIAS:
– Bion, W. R. (1962). Aprendiendo de la Experiencia. Barcelona: Paidós.
– ____________ (1970). Atención e Interpretación. Buenos Aires: Paidós.
– López-Corvo, Rafael E. (2003). The Dictionary of the work of W. R. Bion. Londres: Karnac.