La madre y el niño enfermo
Por Jorge Luis Chávez Valdés
La maternidad, fuera de ser un hecho biológico cuya función es la reproducción y continuación de la especie, es un fenómeno atravesado por distintas aristas sociales, antropológicas, bioéticas y, muy especialmente, psicológicas. Es en este último campo en el que confluyen muchas de las problemáticas que implica el que una mujer se convierta en madre.
El tránsito de mujer a madre supone una metamorfosis psíquica que conlleva el movimiento y ajuste de muchos elementos emocionales en la gestante. Por ejemplo, la enfrenta con la relación madre-hija que experimentó de manera más sustancial en su vida, es decir, la relación que tiene como hija con su propia madre. Esta es una relación teñida de fantasías y conflictos intensos que abarcan el amor tierno, la rivalidad, la hostilidad y la ambivalencia, los cuales son reanimados a medida que se abre el panorama de la maternidad. Los temores de repetir un vínculo conflictivo en esta nueva relación madre-bebé parecen ser casi inexorables.
Evidentemente, una visión sana e integrada de la prospectiva maternidad no se caracterizará de manera exclusiva por los temores y fantasmas de relaciones pretéritas. A su vez, la mujer va construyendo un “lugar” afectivo para el bebé, constituido por deseos y afectos. La madre se imagina y fantasea: ¿cómo será?, ¿quién será?, ¿a quién se parecerá?, dotando al bebé de fantasías que lo marcarán en su desarrollo y lo llevarán, a su vez, a ser alguien en particular. Ese hijo lleva la marca de las expectativas, ideales y aspiraciones de sus padres. Cotidianamente, observamos a parejas jóvenes de padres “soñando” con la identidad de su bebé; si será niño o niña, futbolista o bailarina, científica o director de orquesta, etcétera.
Los padres saludables dotarán, en cierta proporción, a ese aún no-sujeto de cualidades y esperanzas que tienen un tinte ideal. Podemos observar también cómo cierta extensión de su identidad está depositada en el bebé. Si nace un bebé maravilloso, es porque ellos lo son también.
¿Qué pasa cuando ese bebé ideal nace enfermo?
El bebé que nace con alguna desventaja motriz, defecto congénito, discapacidad intelectual, etcétera, difícilmente encajará en el lugar aludido anteriormente. El encuentro con el hijo deseado se vuelve pronto un desencuentro con un hijo enfermo. Los ajustes que toda madre y padre deben hacer al recibir a un bebé que no encaja con el ideal fantaseado tendrán que ser más extremos e intensivos para que puedan realizar la función de maternaje adecuadamente. El bebé enfermo representará un reto a los ideales y al narcisismo de los padres. Se necesitará un proceso de elaboración de las dificultades y limitaciones de ese bebé que posibilite una crianza suficientemente buena, en proporción a las vicisitudes propias del padecimiento.
Observamos un investimento narcisista de los padres, directamente involucrado con el desarrollo de su hijo. Por ende, la condición de enfermedad tiene implicaciones muy complejas para la identidad, tanto de los padres como del hijo enfermo. Existen ciertas enfermedades que directamente impiden la autonomía de un individuo; cuadros médicos tales como una discapacidad motriz o intelectual limitan el mundo de posibilidades de la persona diagnosticada, lo cual tiene efectos en la construcción de su identidad. Dejando a un lado el reto que puede representar esto para el hijo, los padres también tendrán varios desafíos. Entre ellos, se encuentra el poder separar su propia identidad del diagnóstico de su hijo y no asumirlo como rótulo propio.
La pérdida de una relativa independencia, generada por las limitaciones del hijo, también puede reavivar en algunos padres importantes ansiedades de separación, haciendo que se vinculen con sus hijos de manera pegoteada y sobreprotectora.
Los sentimientos de ambivalencia hacia el hijo también son mucho más intensos cuando se presenta una patología orgánica. Si bien, cualquier relación parento-filial está matizada por sentimientos de amor y odio, la relación con el hijo enfermo despertará sentimientos de una intensidad mayor. Esto se debe, entre muchos otros factores, a las múltiples frustraciones e inconvenientes que representan los cuidados del niño enfermo: las visitas al médico, los tratamientos farmacológicos, las terapias físicas, el apoyo ortopédico o cualquier dispositivo que se requiera para tratar su enfermedad.
En el curso “La función materna y el ciclo vital” se explorarán, desde la perspectiva de las escuelas psicoanalíticas clásicas y contemporáneas, las complejas tramas que se establecen en la relación madre-hijo, incluyendo escenarios atípicos como los que se presentan en madres cuyos hijos sufren de alguna enfermedad o condición orgánica.
Referencias
Abraham, M. y Hebe Sosa, G. (2014). Abordaje psicoterapéutico con padres de niños discapacitados. Fort- Da. Revista de psicoanálisis con niños, 11(4). Recuperado de https://www.fort-da.org/fort-da11/abraham.htm