La madre de hoy

El trabajo de ser madre en la actualidad

Por Sara Fasja Laniado

La importancia de la madre en el desarrollo del individuo ha sido un tema fundamental en la comprensión psicoanalítica y social de la mente, la salud y la patología. Las múltiples teorías que priorizan la relación madre-bebé y su impacto en el desarrollo dan cuenta de ello. A continuación, expongo brevemente algunos de los autores que trabajan la relación de objeto temprana.

Winnicott trabaja el concepto de sostén físico y emocional necesario para el desarrollo de un self fuerte y adecuado. Apunta a la necesidad del infante de tener una madre suficientemente buena que le ayude a desarrollar su verdadero self. Bowlby, por su parte, plantea la teoría del apego seguro. En el ámbito de la observación de bebés, tenemos a Rene Spitz, quien encuentra una relación entre el marasmo o la muerte infantil y una falta de la madre. También tenemos a Margaret Mahler, quien apunta al trabajo de separación-individuación en el vínculo con la madre los primeros tres años de vida. Klein opina que es necesaria una madre buena para contrarrestar las imágenes agresivas que se internalizan con la frustración natural en la relación con el pecho. Basándose en las ideas de Klein, Bion propone los conceptos de continente-contenido y de rêverie materno, mostrándonos la necesidad de una madre que comprenda y calme al bebé y luego al niño. Entre los franceses, Green propone el concepto clínico de la madre muerta, que da cuenta de cierta depresión y vacío que surge como resultado de la incapacidad maternal de estar viva para el infante. Laplanche estudia la importancia de tener una madre que imprima el erotismo en el cuerpo del infante para facilitarle la posibilidad de sentir placer y, por último, Manonni y Doltó estudian el impacto vital que tiene el lugar en el que los padres, sobre todo la madre, colocan al infante en su inconsciente.

Todos estos autores concuerdan en un punto: la importancia y la necesidad del trabajo de una madre en el vínculo con su bebé, el esfuerzo ineludible para ofrecerle a ese bebé un espacio y una relación que le ofrezcan lo necesario para su vida presente y futura.

El vínculo entre una madre y su bebé puede estar empobrecido o conflictuado por diferentes razones; algunas tienen que ver con los conflictos internos de la madre o del bebé y, otras, con razones sociales y culturales, que también tendrán un impacto importante en la posibilidad materna de armar un vínculo de conexión, contención y sostén en los tiernos años de la infancia de los hijos.

La relación madre-bebé siempre ha tenido una gran trascendencia. Muchas veces se encuentra en ella el origen de la patología. En la actualidad este vínculo se ha visto amenazado por algunos factores externos, relacionados con los cambios sociales y culturales que se han venido dando en los últimos cien años. Para enrollarnos en el tema, que abarcaré en este artículo, me interesa retratar tan solo un ejemplo que encontré en la literatura infantil:

Anthony Browne tiene un cuento de niños titulado Mi mamá. Comienza con estas palabras: mi mamá es linda y cada página describe una de las cualidades maternas.

Mi mamá es suave como un gatito

y dura como un rinoceronte…es linda, muy linda mi mamá.

Mi mamá es una jardinera mágica; puede hacer que cualquier cosa florezca.

y es un hada buena; cuando estoy triste puede hacer feliz.

Más adentrados en el cuento, Browne escribe:

Mi mamá podría ser bailarina,

o astronauta,

podría ser estrella de cine,

o la gran jefa, pero es mi mamá

¡Es una súper mamá!

La primera parte del cuento retrata características que ya hemos descrito: la capacidad de una madre de ser eso que el niño necesita. La segunda parte me hizo pensar más. Es un cuento actual que, si hubiera sido escrito en 1900, no terminaría así. El siglo pasado una mujer no podía ser ni astronauta ni la gran jefa; a lo mejor bailarina o artista sí, pero en contadas ocasiones. Y si nos regresamos a 1800, pues ustedes me dirán.

Anteriormente, las definiciones de mujer y de lo femenino se entendían desde la diferencia con los hombres y desde los órganos reproductivos que posibilitan la maternidad.  Una mujer era una madre y podía o no ser una madre suficientemente buena, pero en general, su rol estaba prestablecido socialmente. En este último siglo, casi todos los códigos sociales que ordenaban a la sociedad y a la familia han cambiado. La revolución sexual, la expansión del trabajo femenino, la liberación femenina, los anticonceptivos, las posibilidades médicas de tener un bebé sin necesidad de una pareja, todas estas transformaciones han modificado la definición de lo que es una mujer en la actualidad y esto ha provocado cambios en la mujer como madre.

Con su nueva posición social, la mujer emancipada es enfrentada con libertades, responsabilidades, decisiones y luchas con las que antes no tenía que lidiar. Esta se encuentra en una posición más compleja cuando se trata de formar pareja e iniciar una familia. (La cuestión de las madres solteras habría que analizarla en otro momento, ahora trabajaré con la noción de madre dentro de la familia).

Hoy una mujer puede hacer casi todo lo que un hombre hace. La maternidad ha dejado de ser el único destino posible y muchas veces pasa a segundo plano. Una mujer puede darse más tiempo para pensar si quiere o no ser madre. Las nuevas tecnologías reproductivas permiten que las mujeres tengan bebés mucho más adelante. Vemos hoy en día a mujeres que forman familias más tarde de lo que se hacía dos o tres décadas atrás y a otras que se deciden a tener un bebé sin necesidad de una pareja. Paradójicamente, justo cuando existen más posibilidades de convertirse en madre que en ninguna otra época, con los adelantos científicos, médicos y tecnológicos, hay muchas mujeres que en la actualidad eligen no ser madres.

La que elige convertirse en madre y a la par trabajar no la tiene fácil. Una mujer trabajadora muchas veces se ve llevada a trabajar a la par de un hombre, pero recibe menor sueldo y tiene menos posibilidades de éxito solo por su condición de mujer, y peor aún en su condición de madre. Seguimos en un mundo donde la devaluación de lo femenino y las injusticias sociales son el pan de cada día. Por lo tanto, una mujer muchas veces se verá llevada a priorizar su profesión por sobre sus hijos y, con esto, el vínculo primario puede verse lastimado (no dejamos de lado los propios conflictos internos de la madre; solo le aumentamos la perspectiva social).

Una dificultad extra proviene del poco reconocimiento que hoy en día se le da a la mujer por su rol de madre, mientras que se le empieza a reconocer y valorar por ser emprendedora, profesionista o, como dice Browne, la gran jefa. Ser madre es un trabajo exhaustivo y esforzado, pero no conlleva una remuneración inmediata y por lo tanto no es aplaudido en nuestra sociedad hiperproductiva. Este fenómeno social se internaliza dentro de la mente de las propias mujeres que muchas veces devalúan la maternidad y el vínculo dejándolo en una posición secundaria. La mujer debe enfrentar paradojas y contradicciones difíciles de procesar. Vemos en la actualidad las guarderías repletas, los niños en el kínder desde el año o los dos años, niños que se quedan desde muy pequeños al cuidado de los abuelos o tíos y, en escasas ocasiones, con padres que han empezado a tomar un rol más activo en el cuidado de los hijos.

 

El lugar de la mujer en la sociedad y la cultura ha cambiado. Estos cambios tienen un fuerte efecto en las subjetivaciones no solo de la mujer sino también de los hombres. El hombre puede cumplir cada vez más funciones maternales y verse más involucrado en la crianza. El rol masculino ha comenzado a cambiar, aunque en México, un país donde el machismo está a la orden del día, el cambio ha sido menos progresivo que en países de occidente, donde muchos padres han asumido un rol bastante más activo en su paternidad y con esto el trabajo hogareño se ha dado de forma más equitativa.

Si antes la maternidad de por sí ya era un reto, en esta época el reto se ha agudizado. Es un trabajo que necesita de muchas cualidades importantes que doten a la mujer con la capacidad maternal para sostener, cuidar, contener, comprender y ayudar a cada hijo en las etapas por las que va transitando; todo esto mientras tiene que batallar también con sus propios conflictos personales, sus luchas, emociones, angustias, deseos y frustraciones.

Para terminar, no podemos dejar de pensar que actualmente, con la pandemia y la escuela en casa, el trabajo de la madre se ha triplicado. Escuchar a madres sobre exigidas, angustiadas y culpables es lo habitual estos días. La madre constantemente se sentirá necesitada de un apoyo extra, de un otro que la contenga, así como ella contiene las ansiedades de sus hijos. Para Meltzer, ese es el rol del padre, que llega a limpiar a la madre de todo lo que la ha venido agobiando después de un día arduo de trabajo con los hijos. Cuando esto no es posible, a veces es necesario buscar un apoyo extra, ya que la salud emocional y mental de la madre es pieza angular en el desarrollo de los individuos y la sociedad de hoy y de mañana.

Referencias

Browne, Anthony (2005). Mi mamá; trad. Juan Camilo Sierra Silva. México: FCE.

Glocer, F. (2010). La investigación sexual en la adolescencia, hoy. Controversias en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes 7, pp. 1-8.

Meltzer, D. (1973). Los estados sexuales de la mente. Buenos Aires: Kagierman, 1974.

Wolowelski, Muriel (2020). Comunicación personal. 

 

ARTÍCULO DEL CURSO «La madre suficientemente buena» que inicia el 16 de abril de 2021

 

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