La familia como matriz psíquica: prematuridad, vínculos y desarrollo emocional. Jornadas 2025

Por Jorge Salazar

 

A pesar de que Freud nunca teorizó con profundidad sobre el desarrollo emocional temprano ni sobre los tiempos primigenios del psiquismo, no omitió señalar uno de los aspectos más relevantes de la condición humana: la prematuridad del recién nacido —aun cuando su nacimiento ocurra a término— y la indefensión en la que se encuentra fuera del vientre materno. Esta condición, calificada por el propio Freud como biológica y que constituye la relación de dependencia más prolongada de una cría respecto a sus progenitores en el mundo animal, obliga tanto a la madre como a las figuras parentales subsidiarias que la rodean a proveer al bebé humano de la satisfacción de sus necesidades vitales a fin de asegurar su supervivencia. Asimismo, deben construir un entorno físico y emocional que, a manera de un vientre extrauterino, prolongue el embarazo más allá de su término natural hasta que el pequeño infante pueda alcanzar la mínima madurez necesaria para empezar a separarse de la madre. Este hecho es trascendental en el desarrollo del psiquismo, como sabemos por las teorías de los psicoanalistas postfreudianos. Además, permite crear un consenso prácticamente indiscutido en nuestra disciplina: el nacimiento psicológico del ser humano está desfasado temporalmente de su nacimiento biológico.

Así, la madre, en tanto objeto, no es solo la depositaria pasiva de las investiduras libidinales del sujeto-bebé para su mera satisfacción pulsional, ni únicamente la personificación externa de la realidad psíquica proyectada en ella, sino un agente activo que, mediante la crianza y los cuidados maternales, realiza una función de vital importancia en el desarrollo psíquico y emocional del bebé. En otras palabras, la madre es también un sujeto, y la relación materno-filial conforma, en consecuencia, un vínculo intersubjetivo.

Probablemente, nunca sabremos con precisión cómo influyen los factores constitutivos del bebé en su propio desarrollo ni desde qué punto la influencia de la madre y del entorno lo promueven o lo inhiben. No obstante, es un hecho considerar en el psicoanálisis contemporáneo la articulación simultánea de los aspectos innatos y ambientales en la formación de la mente y en su evolución.

Al acercarnos a la comprensión del ser humano, tanto en sus aspectos normales como patológicos, existe, como bien señala Martínez (2008), una compleja interrelación entre los mundos intrapsíquico, familiar y social. Sobre este postulado, es plausible concluir con la misma autora, que “la modalidad de funcionamiento psíquico de cada sujeto (…) se estructura bajo la influencia del entorno en el que nace y empieza a humanizarse” (Martínez, 2008, p.15).

El interés por abordar psicoanalíticamente el estudio de los vínculos familiares y su internalización o construcción psíquica no es nuevo; sin embargo, ha adquirido mayor relevancia en la actualidad debido al reconocimiento de las modificaciones en la estructura y funcionamiento de las familias contemporáneas, así como a las crecientes dificultades que se observan en ellas. Como testimonio de lo anterior, basta con compartir la preocupación, como una muestra del sentir universal, del Cirujano General de los Estados Unidos sobre esta problemática en su país. Además, resulta relevante tomar en cuenta las recomendaciones para tratarla vertidas en un documento recientemente publicado. Este texto no es académico ni clínico, sino de políticas públicas sanitarias y está respaldado por diversas instituciones e investigaciones científicas (Murthy, 2024). Coincidimos con su autor en que el bienestar emocional de los padres se encuentra hoy bajo tensiones, exigencias y dificultades inéditas en la sociedad, las cuales inciden en la estabilidad familiar, el estado emocional de sus descendientes y la salud mental comunitaria.

La familia es un crisol, y sus miembros son los moldes en los que la sustancia viva en fundición adquiere gradualmente forma y consistencia. Es imposible soslayar la importancia de los vínculos familiares tanto en la mente en desarrollo como en la continua interacción con los otros en su configuración definitiva. Martínez (2008) sostiene: “La familia puede ser entendida como eslabón de enlace entre el individuo y su mundo, y también entre unas generaciones y otras; como lugar en el que surgen y se configuran cada uno de sus integrantes y, simultáneamente, como escenario de sus interrelaciones cotidiana” (p. 15).

En las Jornadas Clínicas 2025: “Psicoanálisis contemporáneo: Inconsciente, vínculos familiares y conflictos emocionales”, abordaremos este relevante tema desde diversas perspectivas teóricas, por lo que estamos seguros de que será una oportunidad inmejorable para actualizarse en su estudio y práctica clínica.

 

Referencias:

Martínez, C. (2008). La familia y la estructuración psíquica del sujeto. Una aproximación psicoanalítica. México: Universidad Autónoma Metropolitana.

Murthy, V. H. (2024). Parents Under Pressure. The U. S. Surgeon General’s Advisory on the Mental Health & Well-Being of Parents. Office of the U. S. Surgeon General. Recuperado de https://www.hhs.gov/sites/default/files/parents-under-pressure.pdf (enero, 2025).

 

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