La dependencia del objeto-alcohol.
Por Miguel Eduardo Torres Contreras.
La vida como nos es impuesta, resulta gravosa: nos trae hartos dolores, desengaños, tareas insolubles. Para soportarla, no podemos prescindir de calmantes. Los hay, quizá de tres clases: poderosas distracciones…satisfacciones sustitutivas…y sustancias embriagadoras…El método más tosco, pero también el más eficaz, para obtener ese influjo es el químico: la intoxicación.
Freud. El malestar en la cultura.
En los últimos cien años el consumo de sustancias psicoactivas (SPA) se ha ido convirtiendo, sobre todo en Occidente, en un problema de salud pública. Las investigaciones recientes desde diversas disciplinas, especialmente en los últimos 30 años, nos aportan conocimientos para la comprensión y tratamiento de quienes padecen una dependencia de sustancias psicoactivas. Se ha definido la dependencia o adicción como el “estado psicofísico causado por la interacción de un organismo vivo con un fármaco, alcohol, tabaco u otra droga, caracterizado por la modificación del comportamiento y otras reacciones que comprenden siempre un impulso irreprimible por tomar dicha sustancia en forma continua o periódica, a fin de experimentar sus efectos psíquicos y a veces para evitar el malestar producido por la privación” (NOM-028-SSA2-2009)
La situación en México tiene ciertas particularidades que es preciso tomar en cuenta para lograr una comprensión basada en información con solidez científica y no en opiniones, tal vez de buena fe, pero que carecen de sustento. En efecto, en los años recientes se ha enfocado mucho la atención en las SPA ilegales (marihuana o cocaína por ejemplo) y se ha dejado de lado el consumo y dependencia de las SPA legales, particularmente el alcohol. ¿De qué dimensión es el reto en cuanto a la dependencia del alcohol? De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Adicciones (ENA, 2011), en México hay poco más de medio millón de adolescentes (12-17 años) y 4.3 millones de adultos (18-65 años) dependientes del alcohol.
Una de las preguntas frecuentes que la gente se hace es acerca de la etiología (las causas) de la dependencia del alcohol, y en general de las adicciones. Hoy en día se afirma que es un trastorno de origen multifactorial, es decir, no hay una causa única que origine la dependencia de tal sustancia sino un conjunto de factores que provocan dicho trastorno. Esta multiplicidad de factores inciden y se hacen presentes en tres elementos que subyacen en toda adicción: un sujeto, una sustancia psicoactiva y un contexto. Cada uno de estos tres elementos, con su propia complejidad, interactúan entre sí de diversa manera en el proceso que da por resultado una adicción. Esto explica que las adicciones sean un trastorno sumamente complejo, y por lo tanto, haya diversos enfoques tanto en su comprensión como en su tratamiento. Tal complejidad también hace que se requiera de diversos abordajes para su tratamiento: médico, psiquiátrico, psicológico, reeducativo, etc.
Aunque hoy en día, sobre todo en México, la psicoterapia más usada en el tratamiento de la dependencia del alcohol no es la psicoterapia psicoanalítica, mucho menos un psicoanálisis “clásico”, la teoría psicoanalítica sí brinda una excelente ayuda para comprender el funcionamiento psíquico de quienes tienen una adicción. Más aún, desde un enfoque psicoanalítico se afirma que el consumo exagerado de una SPA, en este caso del alcohol, no causa por sí mismo una adicción. En efecto, el consumo excesivo del alcohol es resultado de una problemática previa que la antecede, es decir, no es la causa sino la consecuencia (Radó, 1933; Barriguete, 2005). En términos freudianos se puede decir que es el síntoma. En otras palabras, no es que el sujeto “cayó en las garras del alcohol”, sino al revés, el alcohol cayó “en las garras” de un sujeto con cierto funcionamiento psíquico y que lo va a utilizar para tolerar y enfrentar situaciones que le generan un gran dolor mental.
Si bien Freud no se interesó en gran medida por comprender y explicar de manera sistemática las adicciones, sí hizo algunas referencias sobre las mismas. En el segundo ensayo, La sexualidad infantil, al hablar del chupeteo, Freud afirma que en ciertos sujetos, debido a una disposición constitucional, el valor erógeno de la zona de los labios aumenta: “Si éste persiste, tales niños, llegados a adultos,…tendrán una potente motivación intrínseca para beber o fumar” (Freud, 1905, p. 165). Hay pues, un factor constitucional vinculado a la primera fase del desarrollo psicosexual, sin embargo, ello no explica por qué un sujeto deviene en dependiente del alcohol. En otras referencias dentro de sus escritos, el fundador del psicoanálisis entiende la adicción como un sustituto del objeto sexual. En otras palabras, el objeto-alcohol deviene en objeto sexual; aquél es usado para lograr una satisfacción placentera y con ello hacer valer de manera permanente el principio de placer en detrimento del principio de realidad. En Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa (1912), al hablar de la relación del bebedor con el vino, Freud hace notar como la poesía ha comparado la satisfacción tóxica con la satisfacción erótica. Una satisfacción erótica que, desde la perspectiva freudiana, es sucedánea de la masturbación. Esto implica, a su vez, que en la adicción hay un fuerte componente narcisista: la ilusión de que se obtiene la satisfacción placentera por sí mismo mediante la manipulación del objeto-alcohol, y sin la necesidad de establecer un vínculo afectivo con un objeto-persona, con todas las vicisitudes que ello implica.
Años después, diversos psicoanalistas han reflexionado y profundizado sobre la comprensión de las adicciones desde diversos modelos teóricos psicoanalíticos. Sigue siendo un gran reto hacer que este conocimiento desde la perspectiva psicoanalítica pueda ser articulado con los diversos programas de tratamiento para personas que padecen de una dependencia del objeto-alcohol.