La ansiedad como instrumento y obstáculo al elegir carrera

Por Marta Bernat

¿Estás experimentando ansiedad porque tienes que elegir una carrera y no sabes cuál? Te invito a leer el caso de Andrea, quizás te ayude a comprender algo de lo que te está ocurriendo.

Andrea tiene 18 años y consultó a una terapeuta porque no sabe qué va a hacer cuando acabe sus estudios. Le falta un año para terminar la preparatoria y desde hace unos meses siente mucha ansiedad, está irritable, todo le molesta, incluso, ya no tiene ganas de salir ni ver a sus amigos. Cuando le preguntan qué va a estudiar, se pone mal, no sabe qué contestar, mientras que sus amigos saben con claridad lo que van a hacer y eso la hace sentir como una tonta. La terapeuta sabe que detrás de ese pedido de ayuda, hay otros aspectos a explorar y comprender de la vida emocional de Andrea.

Todos sentimos ansiedad en distintos momentos de nuestra vida, es un afecto más con el que tenemos que lidiar. Un cierto grado de ansiedad o angustia es necesario, pues nos proporciona la fuerza y la energía para enfrentar los conflictos y nos moviliza a resolverlos. Por ejemplo, es bueno sentir cierto grado de nerviosismo frente a un examen final, pues nos advierte que hay que estudiar y prepararse para aprobarlo. Si la persona no sintiera angustia, no le daría importancia. Pero si la ansiedad se vuelve abrumadora, puede paralizarnos y hacernos sentir “la mente en blanco”, que todo se nos ha olvidado.

Cuando la angustia es excesiva y la persona se siente muy nerviosa, intranquila, sobrepasada, no duerme, tiene pensamientos negativos y siente que le está afectando su vida personal, es recomendable buscar ayuda profesional. El terapeuta no centra su trabajo en el motivo de consulta, sabe que este va cambiando a lo largo del tratamiento en la medida que el paciente despliega su historia personal y una vida emocional rica en fantasías, motivaciones, sueños, etc.

En el caso de Andrea, pensar que su ansiedad se remite exclusivamente a no saber qué carrera estudiar, sería una visión muy limitada de sus conflictos. Ofrecerle una orientación vocacional con test psicométricos para saber exactamente qué carrera debe estudiar según sus aptitudes, habilidades e intereses sería reduccionista. No dudamos que su ansiedad pudiera disminuir, pero esto sería temporal, pues los conflictos de su mundo interno permanecerían sin elaborarse y posteriormente se manifestarían en cualquier otra situación externa. Hoy es la terminación de la preparatoria y la elección de carrera, mañana sería la búsqueda de un trabajo o la posibilidad de irse a vivir al extranjero o casarse.

Una terapia psicoanalítica apunta a conocer la complejidad del mundo interno de la persona, para que pueda pensar sus propias emociones, procesarlas y elaborar sus conflictos inconcientes. Después de algunas sesiones, Andrea se define como una persona muy perfeccionista, no tolera cometer errores. Si obtiene un nueve de calificación en un examen, siente que se ha fallado a sí misma y que también ha defraudado a su familia y amigos, quienes esperan mucho de ella. Siente mucha ansiedad frente a cualquier situación de incertidumbre, no tolera no saber, tiene que encontrar una solución rápida a sus problemas, de lo contrario se abruma y siente que el mundo se derrumba. En sus palabras: “Todo tiene que estar bajo control”.

Con esta información podemos darnos una idea de cómo es la paciente, cómo se vincula con ella misma, con los demás y cómo enfrenta sus conflictos. Más que ayudarla a elegir una carrera, la terapeuta podría trabajar sobre los distintos aspectos de su personalidad, por ejemplo, su rasgo exigente y perfeccionista. Quizás, cuando siente que falla, toma contacto con la parte infantil de su mente. A los niños les cuesta mucho trabajo pensar que son chiquitos y que van a crecer algún día. Quisieran haber nacido grandes o hacerse mayores en un instante. Piensan que los adultos lo tienen todo y que lo han conseguido con muy poco esfuerzo. Entonces, cuando el niño falla, siente que es tonto, que no puede, que no sabe y eso lo llena de sentimientos de humillación, enojo y ansiedad, al no poder alcanzar ese ideal que se ha propuesto: ser un adulto, ser grande.

Andrea lucha por no ser esa niña y cuando falla se llena de ansiedad. Parece desear ser la mejor en todo, se podría pensar que en su mente todo el tiempo está compitiendo con los demás para ganarles y sentir que está por encima de ellos. Este sentimiento de triunfo, por un lado, le debe proporcionar una gran satisfacción, pero también una gran culpa, por sus fantasías agresivas al colocar a los otros en un nivel inferior.

La elección de carrera puede ser un elemento más que le sirve a Andrea para competir y ganarle a los demás, de ahí que se le dificulte saber qué estudiar. Tal vez proyecta su parte criticona en los demás (su familia) y es cuando siente que les ha fallado, que seguramente están decepcionados de ella. En el mundo externo, parece ser que sus padres no son tan exigentes como ella los percibe.

Si Andrea entra en contacto con sus emociones y fantasías, podría comprender un poco más lo que le pasa. Poco a poco le sería posible tolerar no ser perfecta, entender que se puede equivocar, que no tiene por qué saberlo todo, que el progreso y el crecimiento emocional implican tener dudas e incertidumbre. Con ello, su ansiedad se disminuiría y podría estar más tranquila para tomar cualquier decisión en su vida, no solo la carrera que va a estudiar.

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