La anorexia y el vínculo materno

Por Ana Paula González Jiménez

 

Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) han sido un objeto importante de estudio, pues no sólo el ámbito médico ha puesto su foco en su comprensión, sino que disciplinas como la psiquiatría y la psicología también han mostrado interés. Uno de los enfoques sobre la etiología de los TCA, que es el objetivo de este artículo, es la perspectiva psicoanalítica. Ésta propone que la relación que el bebé tiene con su primer objeto de amor, es decir, la madre, puede ser una posible causa de muchos de estos TCA, siendo la anorexia la más común.

 

Desde la óptica de Donald Winnicott (1965/1999), podemos entender esta propuesta psicoanalítica. El pediatra psicoanalista inglés menciona la importancia de la función materna en el desarrollo de la instancia psíquica del yo. La madre presta un “yo auxiliar” mientras el bebé forma el propio, para que más adelante el niño se sienta cómodo en su propia piel. Asimismo, Winnicott comenta que, además de las necesidades corporales, el niño presenta necesidades afectivas que deben ser satisfechas por una madre “suficientemente buena”, a través del “sostén” que ésta le puede proporcionar o no a su bebé. Según la psiquiatra y psicoanalista Hilde Bruch (1978), aunque  las necesidades físicas o materiales han sido atendidas, las personas con un TCA como la anorexia sufren una deficiencia en sus necesidades afectivas, lo que les impide desarrollar confianza en sus propios recursos incluso en una edad avanzada.

 

Por otra parte, en cuanto al campo ambiental de la anorexia, autores como Isabel Sanfelui y Nicolás Caparrós (1997) mencionan que una estructura familiar patológica puede considerarse un factor precipitante que debe tenerse en cuenta. En familias en las que hay presencia de fronteras excesivamente rígidas o difusas, predominancia de coaliciones intergeneracionales o tendencia a la triangulación, se dificulta el establecimiento de vínculos afectivos sanos, lo que contribuye a una poca o nula diferenciación del yo (antes mencionado) en las personas con anorexia, contribuyendo a sentimientos de inseguridad o indefensión dentro del mismo sistema familiar.

 

Existen ejemplos fuera de la clínica, como el filme To the Bone (2017) de Martin Noxon, que sirven como casos de estudio y como acercamientos iniciales al entendimiento de estos postulados psicoanalíticos. En la película, Ellen (el personaje principal) ilustra su anorexia como un síntoma secundario a algo o alguien, y no como un trastorno primario. Optando por una perspectiva sistémica de la psicoterapeuta Virginia Satir (como se cita en Hoffman, 1987) y la connotación positiva que ésta le otorga a un síntoma, podemos afirmar que la anorexia de Ellen busca comunicar algo dentro de la misma dinámica familiar patológica, en este caso, un mensaje a su madre, Judy. Esto podría ser el yo brindado al nacer. A lo largo del filme, el ojo psicoanalítico nos muestra que lo que Ellen realmente necesita como individuo es la satisfacción de sus necesidades afectivas primarias: sentir que ella vale por lo que es y no por  lo que puede encarnar, en este caso, la anorexia. No es hasta que Judy la acoge en sus brazos y la alimenta con leche tibia en un biberón que el TCA se flexibiliza y cede al estado de salud; Ellen requería satisfacer las necesidades de un infante, un afecto y cuidado que generara en ella un apego seguro.

La función de la autopreservación es, entre muchas otras funciones, una tarea de la instancia psíquica del yo. Como se ha visto dentro del marco teórico y práctico de este ensayo, la mala función del yo puede generar enfermedad. Por eso es importante conocer su instauración en el psiquismo del individuo. Al abordar a autores como Winnicott, el foco de esta instauración se establece en las relaciones objetales del infante. En este caso, a partir del estudio del Trastorno de Conducta Alimenticio de la anorexia, se propone como parte del tratamiento (si bien no de primera instancia) la confrontación y el entendimiento del vínculo materno de los pacientes. Sin embargo, se plantea también un intento de prevención primaria ante este trastorno en el ámbito de la pedagogía parental, pues, aunque no se puede ser una madre suficientemente buena, sí se puede ser una figura  materna suficientemente informada.

Referencias:

Berthaud, M. (2008). Educar, según Françoise Dolto (1908-1988). Ethos Educativo, 43, 138-150.

Bruch, H. (1978) La jaula dorada: El enigma de la anorexia nerviosa. Editorial Paidós.

Coderch, J. (1998) Psiquiatría Dinámica. Editorial Herder.

Daiber, F. 2007. “Relación madre-hija en la anorexia desde una comprensión psicodinámica”. Ciencia Psicológica Vol. 1, Nº 1, ISSN 0718-4166. Escuela de Psicología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad Central de Chile. https://www.ucentral.cl/ucentral/site/docs/20121122/20121122103041/01_cienciapsicologica_02.pdf

Hoffman, L. (1987) Fundamentos de la terapia familiar: Un marco conceptual para el cambio de sistemas. Fondo de Cultura Económica México.

Noxon, M. Bonnie, C., Mockingbird, P. (2017). To the Bone. AMBI Group, Foxtail Entertainment.

Sanfelui, I., Caparros Sanchez, N. (1997). La anorexia: una Locura en el Cuerpo. Biblioteca Nueva.

Winnicott, D. W. (1962). La integración del yo en el desarrollo del niño: El proceso de maduración en el niño. Editorial Laia.

Winnicott, D. W. (1971). Objetos transicionales y fenómenos transicionales. Gedisa.

Winnicott, D.W. (1999). Preocupación maternal primaria: Escritos de pediatría y psicoanálisis. Paidós. (Obra original publicada en 1965)

 

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