Experiencia de supervisión con la Dra. Celia Leiberman, co fundadora de Centro Eleia

Por Emma Zarak

La supervisión psicoanalítica desempeña un papel fundamental en la formación y desarrollo del analista, constituyéndose como un espacio privilegiado para la transmisión del conocimiento clínico. Donald Meltzer enfatiza que esta transmisión se realiza de manera auténtica a través de la experiencia compartida en el consultorio (Biebel & Jaroslavsky, 2006). Estos espacios ofrecen al analista en formación una oportunidad única para conectarse con la dimensión viva del psicoanálisis, la cual trasciende las fronteras de la técnica y la ciencia para situarse en un ámbito profundamente humano y artístico. Según Meltzer, cada caso clínico encarna su propia historia, y adentrarse en esta narrativa implica explorar un universo único y singular, con sus propias lógicas y significados (Biebel & Jaroslavsky, 2006). En este sentido, lejos de ser una simple formalidad académica, la supervisión se configura como un eje esencial para profundizar en la escucha analítica, abordar los puntos ciegos del trabajo clínico y refinar la capacidad interpretativa del analista.

La supervisión constituye uno de los pilares fundamentales en la formación ofrecida por el Centro Eleia, donde se promueve un ambiente de trabajo colaborativo y corresponsable. Este espacio brinda a los estudiantes comprometidos con su formación la oportunidad de integrar los aspectos científico, ético y clínico en su desarrollo profesional. Este enfoque se refleja de manera integral en la estructura del doctorado, cuya esencia radica en la aplicación clínica. A través de un diseño curricular que prioriza las materias de supervisión, los alumnos analizan y reflexionan sobre sus materiales clínicos en un entorno enriquecido por la experiencia de analistas altamente capacitados, no solo en el ámbito académico y científico, sino también en su sensibilidad y capacidad de escucha. En mi experiencia, tuve el privilegio de trabajar un material clínico bajo la supervisión de la distinguida Dra. Celia Leiberman, médica psicoanalista con más de 40 años de experiencia clínica, además de fundadora y directora del Centro Eleia.

El paciente que presenté en este espacio, a quien llamaré Carlos, llegó a mi consultorio a través de una plataforma virtual de psicología. Desde hace dos años trabajo con él en sesiones bisemanales. Durante la supervisión, la Dra. Celia realizó observaciones profundas sobre la estructura psíquica de Carlos, destacando su carácter narcisista, rígido y repetitivo. Este tipo de pacientes rara vez llegan al consultorio, y su funcionamiento resulta especialmente difícil de modificar. Con base en esto, se planteó una serie de hipótesis sobre la posibilidad de que un evento significativo en la vida de Carlos lo hubiera conmovido profundamente, llevándolo a buscar ayuda analítica como último recurso. En el espacio de supervisión, se exploraron posibles eventos detonantes, como un ascenso profesional o el hecho de haber llegado a los 50 años, una edad que podría marcar un punto de inflexión en su vida. Esta vulnerabilidad también podría explicar por qué mantiene su tratamiento en secreto, ya que el simple hecho de asistir a terapia lo expondría como alguien con dificultades, en contradicción con la imagen de hombre “superior” que desea proyectar.

La Dra. Celia destacó que el funcionamiento psíquico de Carlos está profundamente marcado por una necesidad de superioridad que opera como defensa frente a intensos sentimientos de humillación. Esta dinámica polarizada de “todo o nada”, en la que se percibe a sí mismo como “el mejor” o, por el contrario, como alguien completamente despreciable, no solo impacta su vida externa, sino que también condiciona su relación transferencial. En este contexto, cualquier comentario que no se ajuste a sus expectativas preconcebidas puede ser experimentado por él como una humillación, lo que constituye un desafío clínico significativo.

Otro aspecto clave abordado en la supervisión fue cómo Carlos, de esta misma manera, intenta posicionarse como “el mejor paciente” o el más preparado durante las sesiones, lo que ofrece una perspectiva esencial para interpretar sus dificultades con la asociación libre. En ocasiones, podría parecer que algo en su análisis avanza, pero esta impresión podría estar más relacionada con su capacidad de seducción que con un cambio genuino en su estructura psíquica. En este contexto, la Dra. Celia subrayó la importancia de no tomar literalmente las narrativas de Carlos, diferenciando entre sus intentos de manipulación y sus momentos de angustia auténtica.

Un ejemplo ilustrativo es el problema de infidelidad que Carlos ha mantenido desde los inicios de su matrimonio. Aunque desde el comienzo del tratamiento afirma no haber reincidido en dichas prácticas, la Dra. Celia sugirió interpretar esta afirmación con cautela. Más que un cambio auténtico, podría tratarse de un intento de “portarse bien” en el marco del análisis. Además, se señaló cómo, en el proceso analítico, los pacientes tienden a repetir patrones inconscientes. Por ello, resulta crucial identificar cómo Carlos podría estar siendo “infiel” al propio tratamiento, ya sea mediante resistencias que obstaculizan su contacto con aspectos más auténticos de sí mismo o a través de actividades como la meditación o la lectura de libros de autoayuda, que refuerzan la ilusión de que puede resolver sus conflictos por su cuenta sin recurrir al espacio analítico. Explorar esta repetición dentro del análisis permite abordar los conflictos internos de manera más profunda y significativa.

En cuanto a la sesión, los comentarios de la Dra. Celia, desde su agudeza y experiencia clínica, fueron profundamente reveladores tanto para comprender a este paciente en particular como para reflexionar sobre mi propio abordaje clínico. Destacaré dos puntos principales que considero fundamentales: 1) la importancia de trabajar en la transferencia y 2) los tiempos del análisis.

En primer lugar, la Dra. Celia subrayó cómo una interpretación desde la transferencia cambió el rumbo de la sesión, llevándola a un terreno más emocional y facilitando la asociación libre. Aspectos agresivos que previamente estaban proyectados hacia el exterior pudieron ser traídos al espacio terapéutico y abordados de manera significativa. Este momento marcó un giro en la sesión, permitiendo un contacto más auténtico con el mundo interno del paciente. En segundo lugar, la Dra. Celia enfatizó la importancia de trabajar los tiempos del análisis. Señaló que el paciente aún está lejos de desarrollar una preocupación genuina por el daño que podría causar al otro o de concebir al analista como alguien cuya ausencia pudiera sentir como una pérdida. Este comentario me llevó a reflexionar sobre cómo la temporalidad en el análisis no solo marca el progreso del tratamiento, sino que también ofrece claves para comprender los límites y posibilidades del vínculo transferencial en este momento del proceso terapéutico.

Sin duda, la supervisión con la Dra. Celia Leiberman fue una experiencia profundamente enriquecedora, tanto desde una perspectiva técnica como emocional. Este espacio me permitió refinar mi comprensión del uso de la transferencia y la contratransferencia como herramientas esenciales para descifrar las dinámicas inconscientes del paciente. Su enfoque agudo y meticuloso también me ayudó a identificar los mecanismos defensivos en funcionamiento en Carlos, así como las áreas del tratamiento donde pueden abrirse posibilidades de cambio. Me siento profundamente agradecida con la Dra. Celia Leiberman por sus valiosas aportaciones y con el Centro Eleia por promover estos encuentros, que nos brindan aprendizajes invaluables aplicados al ámbito clínico.

Referencias:

Biebel, D., & Jaroslavsky, E. (2006). Entrevista al Dr. Donald Meltzer efectuada durante su  

visita a Buenos Aires, el día 15 de abril de 1989. Revista de la Sociedad Argentina de Psicoanálisis, (9), 177–184.

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