Elaboración de un duelo tras un divorcio
Por Marta Bernat
El divorcio implica una disolución de la relación matrimonial con la pareja. Dicha separación remite a una pérdida que inevitablemente nos lleva a sentir dolor emocional y angustia. Asimismo, este dolor se acompaña de una serie de emociones que se presentan en forma simultánea: tristeza, abandono, miedo, odio, culpa, rabia, desolación, desesperación, fragilidad, alivio, por mencionar algunas. El dolor psíquico, además, puede provocar reacciones físicas, como ataques de ansiedad, llanto, insomnio, alteración en los hábitos alimenticios, desgano, falta de concentración, etcétera.
Toda pérdida trae consigo un duelo, el cual no es un estado patológico, más bien alude a la reacción que el sujeto tiene ante la separación de un ser amado. El duelo en sí remite a aflicción, tristeza, por lo tanto, hay un sentimiento de dolor implícito. No importa las circunstancias en las que se lleve a cabo el divorcio, hay una pérdida que se debe enfrentar, pensar y elaborar.
Melanie Klein (1940) piensa que una pérdida actual nos recuerda todas las pérdidas que tuvimos a lo largo de nuestra vida. Por eso duele tanto, porque no solamente lloramos por la pérdida vigente, sino por todas las anteriores. Entonces, ¿cómo se procesa un duelo? No se puede hablar de fórmulas o de un manual para saber cómo llevar a cabo este proceso, lo que sí sabemos es que se requiere de un tiempo para poder tomar contacto con la situación y las emociones que se despiertan. El duelo es una experiencia compleja que exige esfuerzo y un trabajo mental doloroso.
Frente a un divorcio, la persona puede reaccionar de muchas formas, por ejemplo, hay quienes se pueden sentir eufóricos, ya que se han “librado” de una persona y de una relación tóxica, por lo cual, rápidamente buscan una nueva pareja. En este caso, el sujeto estaría evitando entrar en un duelo. Otras personas pueden hundirse en la culpa y los auto reproches, revisando continuamente qué hicieron mal. También existen los que se deprimen a tal grado, que piensan que la vida se acabó o que ya no tiene sentido y, en otro extremo, existen aquellos que se quedan indiferentes ante la situación. Cada individuo va a reaccionar en forma distinta y particular, puesto que la respuesta depende de varios elementos, como la historia personal, la estructura de la personalidad, la forma en cómo enfrentan sus conflictos, cómo se elaboraron las pérdidas pasadas y las emociones que predominan en su mente.
Melanie Klein comenta que el juicio de realidad es muy importante en un duelo, es decir, hay que aceptar que la ruptura matrimonial ocurrió y que es muy probable que ya no exista un regreso. Esto también requiere un tiempo para procesar todas las vivencias, recuerdos y la nostalgia surgida de que eso que se tuvo, y que ya no se va a tener más. Es una circunstancia difícil de sobrellevar, ya que en un divorcio lo que se pierde es el vínculo que se poseyó, mas no la persona con la que se convivió, pues ésta sigue viviendo y, muchas veces, por distintas razones hay que seguirla frecuentando. Esta dosis de realidad implica una resignación para que el yo pueda vivir y continuar su vida.
En un divorcio se producen cambios importantes; no sólo hay una ruptura con la pareja, sino también con amigos, familiares, con las rutinas, tradiciones, costumbres, lugares de vacaciones, lugares de diversión, inclusive se llega a perder el estatus económico o social, o se sufre un cambio de residencia, de ciudad y hasta país. Se presenta como una sensación de empezar una vida nueva. En el caso de haber hijos de por medio, hay que dividir la atención y las responsabilidades entre los padres, pues ellos también sufren y a veces pueden perder al progenitor totalmente.
A las personas que están atravesando por un divorcio se les recomienda que asistan a una consulta médica como medida de prevención, o para atenderse algún malestar que los aqueje. Si se encuentran deprimidas, habría que buscar la ayuda de un psiquiatra calificado. Las redes de apoyo también son muy importantes (familia, amigos, colegas), porque contribuyen de forma relevante en la elaboración de un duelo.
Cada persona que esté pasando por esta situación se puede beneficiar en forma importante si asiste a una psicoterapia, pues ahí puede encontrar la posibilidad de que alguien lo escuche, lo comprenda y ayude a tolerar el dolor y los distintos significados que puede tener esa ruptura. No hay crecimiento sin dolor, toda pérdida nos hace crecer y buscar nuevas posibilidades. Quizá con esa pareja no funcionó, pero en un futuro, podría haber otras con las cuales sea posible establecer un vínculo distinto, así como también la posibilidad de explorar nuevas actividades e intereses, círculos de amigos, etcétera. En otras palabras, la psicoterapia nos puede ayudar a crecer, a desarrollarnos y a aprender a tener un funcionamiento mental más saludable. La vida no se termina después de un divorcio, esta situación puede ser una gran oportunidad para replantearse quién es uno y revisar todos los aspectos de su vida. Como menciona Yolanda del Valle (2015): si se sufre y el dolor es estéril, hay amargura; si se sufre y el dolor da fruto, se renueva la esperanza.
Referencias
Klein, M. (1940). Contribución a la psicogénesis de los estados maniaco-depresivos. Barcelona: Paidós.
Del Valle, Y. (2016). Conferencia inaugural. En Del Valle, Y.; Islas, C.; Sánchez-Armass, B.; y Pérez Ruiz, A. Jornadas Eleia 2015. Conflictos, pérdidas y angustias depresivas en los vínculos intersubjetivos. Ciudad de México: Centro Eleia Actividades Psicológicas.