El proceso de convertirse en psicólogo
Por Nadezda Berjón
Todo inicia con preguntas como: ¿Qué hay en la mente de la gente? o ¿por qué sufren las personas? La inquietud sobre lo humano corre por las venas de aquellos que buscan en la psicología una profesión; esto implica querer saber, desear entender. El futuro psicólogo se acerca a las instituciones con la intención de nutrirse de conocimiento. A veces se queda en la periferia, revisando sólo ciertos enfoques o propuestas. Pero, al tener la oportunidad de acceder a un programa integral, podrá empezar a responderse sus primeras interrogantes de una mejor manera.
En la psicología se aprende a pensar en lo concerniente a todos los individuos, no sólo a aquellos que acuden a una psicoterapia o son entrevistados para un trabajo. Su campo abarca desde procesos del desarrollo, que facultan la posibilidad de incidir en dichas etapas, hasta el funcionamiento de masas. Veamos un poco de qué va esta apasionante carrera y el plan de estudios que el Centro Eleia ofrece.
Por una parte, cuenta con materias humanísticas como Historia del arte, Filosofía y Literatura, ya que dichas disciplinas poseen una mirada aguda de los fenómenos más profundos de la psique. Pensemos en el teatro: la puesta en escena de tramas emotivos como duelos, enamoramientos y guerras; consideremos ahora una obra pictórica que en sus colores y trazos devela un espíritu atormentado o un sublime sentimiento, como la maternidad. Por tal razón, el psicólogo debe permanecer atento al arte y a la filosofía, que nos enseñan a mirar y a cuestionar, afinando así nuestro instrumento, el pensamiento analítico, con el fin último de acceder realmente a lo humano.
Contrapunteando la sensibilidad del artista, se encuentra el rigor de la metodología científica, que se aproxima al mundo mental partiendo de sus bases fisiológicas: el cerebro. Los estudios sobre el funcionamiento neuronal y sus efectos biológicos en la conducta, aportan elementos para nuestro trabajo de comprensión. Las materias dedicadas al conocimiento orgánico son de gran asistencia para el psicólogo en formación pues, por ejemplo, para comprender a un paciente en la adolescencia es preciso saber acerca de las turbulencias hormonales que están activas en esta etapa. Cuerpo y mente se hallan entrelazados e influyen mutuamente en su condición, de ahí la pertinencia de contar con este tipo de asignaturas dentro del plan de estudios.
Asimismo, el psicólogo deberá tener conocimiento de los procesos del desarrollo humano, pues cada etapa está plena de significados, contenidos y dinamismos que le son propios. Es necesario que sea capaz de diferenciar entre la conflictiva y necesidades que manifiesta un neonato y las de un adulto joven. Por ello, la carrera abordará meticulosamente dichas fases, como la construcción del lenguaje, la psicomotricidad, el desarrollo de la identidad y la pertenencia grupal por las que atraviesa todo individuo.
Nuestro programa académico avanza a través de las diversas áreas en las que se subdivide la psicología. Por ejemplo, estudiamos la psicología laboral desde sus bases: cómo se hace una entrevista, los modos que existen para evaluar a los solicitantes mediante pruebas o identificar e intervenir el ambiente laboral. Un psicólogo que se forma integralmente no sólo dispondrá de estas habilidades sino que además tendrá la facultad de establecer una opinión clínica que le ayudará a comprender a las personas mismas, no solamente un grupo de datos.
La psicología social, por su parte, permite aproximarnos al grupo, a la comunidad, que es la entidad vital del desarrollo mutuo de los individuos, a quienes envuelve y permea. Mediante seminarios de investigación y el análisis de estudios estadísticos –entre otros– el alumno se introduce en esta disciplina enfocada en las interrelaciones humanas.
El estudio de la psicología es vasto, como hasta ahora podemos ver. Su área clínica se centra particularmente en los conflictos, el dolor y la locura. Al hallarnos frente al extremo de la crisis psíquica, como puede llegar a ser el tratamiento de esquizofrenia, pareciera que se atraviesan complejos laberintos. Aunque, con frecuencia, nuestros esfuerzos se centran en cuestiones comunes a todos, que resuenan en el terapeuta mismo porque evocan anhelos amorosos, temores de la infancia, dificultades con las decisiones, problemas del pensamiento, tristezas, duelos prolongados, enojos encapsulados o iras explosivas.
Así entonces, aquel que desee incursionar en la psicología será un explorador valiente y apasionado de la mente humana, con recursos a su disposición para impactar, intervenir y enriquecer ámbitos tan diversos como la psicoterapia, recursos humanos empresariales, manejo de grupos, trabajos de investigación sobre el aprendizaje y los procesos cognitivos, creación de espacios de reflexión, intervenciones individuales, manejo de departamentos empresariales, propuestas en publicidad, programas de estimulación temprana, tratamiento de trastornos graves, entre otras áreas, contando con la enorme ventaja de haber realizado numerosas prácticas dentro de ellas durante el transcurso de sus estudios.
Cuando alguien acude al Centro Eleia y dice: “Quiero ser psicólogo”, pienso que esa persona aprenderá a distinguir las motivaciones, pasiones y dolores de los seres humanos, pero que también estará verdaderamente capacitado para darles un cauce constructivo, creando un impacto positivo en su vida y su salud.