El poder de la crítica de los padres en el adolescente
Por Magaly Vázquez
La adolescencia trastoca y transforma muchos aspectos del ser humano: el cuerpo, la sexualidad, la identidad, la relación con la familia, la escuela y los amigos, así como el pensamiento, los valores y los ideales. Cuando uno es niño, ve el mundo que lo rodea a través de la mirada de los padres, a quienes se les percibe de una forma idealizada. La obediencia responde a la convicción de que ellos lo saben todo y que aquello que dicen es una verdad absoluta e incuestionable. Sin embargo, conforme el niño crece, es necesario que esta visión se transforme, que los padres caigan de este pedestal para construir una identidad más autónoma, que implica valores, pensamientos e ideologías propias.
El adolescente se da cuenta de que los padres no son perfectos y esto lo sumerge en un estado de angustia, confusión y decepción. Necesita buscar otras figuras con las cuales identificarse, por lo que la percepción que se tenía de los padres, ahora se deposita en los amigos, en profesores o en personalidades como artistas y líderes políticos, mientras que con los padres se muestra despreciativo, rebelde y arrogante.
Quienes convivimos o trabajamos con adolescentes conocemos bien su tendencia a cuestionar y discutir, aportando argumentos en torno a temas que suelen ser polémicos como la religión, la sexualidad, las relaciones de pareja o los movimientos sociales, como el feminismo. El joven suele ir en contra de lo establecido por la sociedad y los adultos, lo cual provoca enojo e indignación en estos últimos, pues tienen la impresión de que sólo busca molestar o llevar la contraria. Por desgracia, el adulto, desde el conocimiento y la experiencia que ha adquirido a través de los años, suele desalentar, criticar, juzgar o callar la forma de pensar de los jóvenes, señalándolos como inmaduros e idealistas, asegurando que todavía no han vivido lo suficiente para opinar sobre ciertos temas.
Aunque pareciera que los adolescentes son indiferentes ante la críticas o los juicios de los padres u otros adultos, Françoise Dolto (1992), psicoanalista francesa, nos recuerda que son seres sumamente vulnerables que se encuentran atravesando una fase de mutación parecida a la de un molusco cuando cambia de caparazón, por lo que es importante no imponer una supremacía o límites en la exploración de sus ideas, sino favorecer la expansión y la confianza en sí mismos; de lo contrario, se les empuja a un estado depresivo o inhibitorio.
Para fomentar la autonomía de los jóvenes hay que “darles el micrófono”, pidiéndoles su opinión, su juicio y su parecer, y animarlos a hacerlo, a lo que reaccionarán de manera positiva. Dolto también pensaba que, para que un adolescente pueda acceder a su derecho de existir por cuenta propia, la ley y la sociedad deberían permitirle ganarse la vida, aunque sea parcialmente, para alcanzar, poco a poco, la madurez y la independencia psíquica, que conlleva una potencialidad creadora y de aprendizaje (1992).
Por su parte, Donald Winnicott (2007) también aportó ideas muy valiosas en cuanto a la función de la rebeldía y la inmadurez del joven. Afirmaba que los adultos cometen el error de pensar que una buena crianza tendría como resultado un adolescente que exprese las mismas ideas que sus padres y que tenga un buen comportamiento. Por el contrario, si el joven cuestiona lo establecido y lo aprendido, entonces se le educó de tal forma que es un individuo diferenciado y con su propia subjetividad, no una copia de sus progenitores.
Así mismo, el autor sostenía que la inmadurez es un elemento esencial, saludable y estimulante durante la adolescencia, ya que permite el desarrollo del pensamiento creador, que integra tanto sentimientos como ideas frescas, así como planes y sueños para el futuro (2007). No debemos olvidar que en las mentes jóvenes se han gestado las ideas revolucionarias que han movilizado y cambiado a la sociedad y al mundo.
Aunque la función de los padres y otros adultos siempre será una tarea bastante compleja, Winnicott afirmaba que es necesario darle la oportunidad al joven de mostrarse entusiasta, idealista y rebelde, aunque al mismo tiempo es importante encarar su desafío, pues para que exista un adolescente con miras a convertirse en un adulto, tiene que haber un adulto del otro lado de la contienda, ya que “en el inconsciente es una cuestión de vida o muerte” (2007).
Referencias:
Aberastury, A. y Knobel, M. (1988). El síndrome de la adolescencia normal. La adolescencia normal (pp. 35-103). Paidós.
Coutin, A. (1992). Prólogo. En Dolto, F. La causa de los adolescentes (pp. 5-6). Seix Barral.
Dolto, F. (1992). El concepto de adolescencia: puntos de referencia, puntos de ruptura. La causa de los adolescentes (pp.11-23). Seix Barral.
Winnicott, D. W. (2007). Conceptos contemporáneos sobre el desarrollo adolescente. Realidad y juego (pp. 179-193). Gedisa.