El pensamiento como actitud vital para combatir el aburrimiento

Por Jorge Luis Chávez

 

Una paciente se queja con amargura, durante una sesión, de que su vida es decepcionante. Manifiesta que actualmente siente una combinación de tedio, aburrimiento, falta de pasión y desmotivación. Todo lo que fantaseaba que conformara su vida, no se concretaba; su trabajo le parecía poca cosa; sus amistades, poco interesantes; y su día a día, menos que estimulante. Después de algunas intervenciones, llegamos a la idea de que su decepción se podía expresar con la frase: “La vida no es una película”.

 

Guy Debord escribía, en 1967, acerca de la sociedad del espectáculo, y describía el mal social en el que a las personas parecía ya no interesarles ser o, al menos, tener (como en el marxismo clásico), sino solo parecer; hacer de sus vidas un espectáculo en donde una serie de eventos simularan una vida valiosa: obtener un “buen trabajo”, un buen sueldo, la sensación de tener una vida social activa, fabulosa y estimulante, como si se tratase de una película imaginada por un estudio de Hollywood.

 

Mi paciente parecía irremediablemente decepcionada y aburrida, ya que su experiencia no se parecía a aquella versión idealizada y glamourosa que tenía en la mente. El deseo de que su vida se asemejara al entretenimiento de una comedia romántica secuestró y opacó por completo una versión más real, en la que ella, a través de sus propias experiencias, podría entrar en contacto con lo vibrante y enigmático de vivir. Muchas cosas podrán aburrir, pero no la vida, que es lo único que hay.

 

En un momento histórico en el cual consumimos lo que, de manera genérica, llamamos “contenido”, parece que la experiencia (es decir, el impacto emocional que ocasiona el entrar en contacto con el mundo, con los otros y con su misterio) se desprecia, y se opta por una versión degradada de la realidad, en la que el entretenimiento es el valor máximo.

 

Wilfred Bion, psicoanalista inglés y encarnación de la creatividad del pensamiento, dedicó gran parte de su actividad investigadora a distinguir entre procesos de pensamiento genuinos (y lo que estos implicaban) y aquellos que sólo aparentaban ser pensamientos, pero que, en realidad, eran fenómenos protomentales, es decir, formas rudimentarias de actividad psíquica. La teoría del pensamiento de Bion describe cómo una mente, poseedora de un aparato para pensar que sea capaz de transformar las vivencias en experiencias ricas en sentido, será creativa y, por lo tanto, incapaz de caer en el aburrimiento y la falta de pasión. Una mente que observe y dé un significado, a nivel simbólico, a cualquier momento, será una mente creativa que no necesitará de un estímulo constante.

 

Para consumir contenido, no hace falta más que un automatismo mental, pero para generar experiencias, se requiere de mucho más. Es sencillo aburrirse desde el antipensamiento, como un consumidor pasivo esperando ser entretenido, pero es más complicado entrar en un contacto activo, adscribiéndole un significado a aquello que percibimos. Desde la actividad pensante, el aburrimiento es una imposibilidad.

 

En consulta, es frecuente que los pacientes se sientan preocupados por aburrir al terapeuta, o que algunos experimenten un sentimiento de aburrimiento por “no saber de qué hablar”, como si la tarea del análisis se confundiera con un espectáculo en el que hay que entretenerse. Habría que tener claro que algo entretenido no es igual a algo interesante. Es interesante averiguar qué tan profundo se puede llegar en el análisis de una mente, pero no siempre resulta entretenido, ya que hay aspectos que generan todo tipo de emociones; se experimenta un rango muy vasto, tanto, que muchas veces la mente se vuelve a refugiar del pensamiento que la hace entrar en contacto con ellas.

Donald Meltzer, discípulo de Wilfred Bion, pensaba que una experiencia emocional genuina es absolutamente diferenciable de un automatismo o cliché cultural. Siempre y cuando en la conversación entre paciente y terapeuta se genere una verdadera experiencia emocional, es decir, que active el pensamiento y genere riqueza simbólica, ésta será, en palabras de Meltzer, “la conversación más interesante del mundo”.

 

Bibliografía:

 

Debord, G. (2002). La Sociedad del espectáculo. (2a ed.). PRE-TEXTOS.

Meltzer, D. (1990). Metapsicología ampliada. Spatia. (Obra original publicada en 1986).

 

 

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