El papel de la madre en la conformación de la mente del bebé

Por Hugo Bizuet

El psicoanálisis ha aportado una serie de modelos teóricos sobre la mente y las emociones humanas, lo que permite comprender cómo la madre contribuye al desarrollo de la mente del bebé. Esto facilita que, en el futuro, el infante sea capaz de tolerar y procesar sus emociones y ansiedades, y pueda crear una identidad propia.

A lo largo de su obra, Freud creó un modelo del desarrollo psicosexual del ser humano, en el que propone que el bebé necesita que su madre lo alimente y lo cuide para que, a partir de la satisfacción y frustración de sus necesidades biológicas, comience su desarrollo mental (Freud, 1905/2003). Según este autor, la madre, a través de la alimentación, el aseo y el cuidado del bebé, contribuye a que el recién nacido tenga un desarrollo psicosexual adecuado, lo que permite la evolución de una mente capaz de gozar la vida y trabajar.

Asimismo, Freud sostiene la idea de que el bebé nace en un estado de desvalimiento físico y psíquico. Esto significa que el bebé no puede cuidarse, ni mantenerse seguro por sí mismo, por lo que la madre ofrecerá seguridad y cuidado ante sus necesidades; en su ausencia, el bebé se verá expuesto a ansiedades y frustración (Freud, 1926/1992). Sin embargo, Freud no profundizó en el vínculo diádico entre el bebé y la madre, y propuso como núcleo del desarrollo mental el concepto de Complejo de Edipo, el cual surge entre los cuatro y cinco años de edad.

Melanie Klein, Wilfred Bion y Donald Winnicott fueron psicoanalistas que, después de Freud, propusieron el vínculo temprano entre la madre y el bebé como un momento vital que definirá el desarrollo mental del individuo. Klein, siguiendo a Freud con el modelo pulsional, propone que el bebé nace con las capacidades innatas de amar y odiar, y que, desde el inicio de la vida, se activan mecanismos que nos permiten defendernos de la ansiedad; estos elementos son las raíces a partir de las cuales se desarrolla la mente (Segal, 1982).

Klein considera que el bebé, a través de los mecanismos de introyección y proyección, será capaz de fortalecer su mente al expulsar su ansiedad e incorporar el amor y el cuidado que le brinda su madre. Lo anterior pone los cimientos para que se cree un espacio interno (la mente) donde vivir y contener nuestras emociones (Segal, 1982). Para esta autora, la cualidad emocional del primer vínculo con la madre será lo que permitirá elaborar el dolor que implica crecer y hacer una vida individual.

Por su parte, Bion, tomando como base los desarrollos kleinianos, propone un modelo original de comprensión del vínculo temprano entre madre y bebé. Para este autor, el bebé es incapaz de comprender y tolerar sus sensaciones y ansiedades, por lo que se ve en la necesidad de expulsar y comunicar sus emociones al exterior. Una madre receptiva será capaz de recibir y comprender las emociones expulsadas y proveer los cuidados que le permitan al bebé digerir sus emociones. A través de esto, el bebé, poco a poco, se identificará con la capacidad de su madre para pensar sus emociones, lo que lo llevará a crear una mente que pueda contener y pensar las emociones propias (Grinberg et al., 1991). Bion propone que la capacidad simbólica y la posibilidad de tener una mente que contenga y piense sus emociones se crean en el vínculo temprano del bebé con la madre (Grinberg, et al., 1991).

Por su parte, Winnicott propone que la capacidad de vivir la vida con autenticidad y creatividad, así como la capacidad de estar con uno mismo sin los otros, está en el desarrollo emocional que se da en el vínculo temprano entre madre y bebé (Bleichmar y Leiberman, 2017). La madre, en condiciones de salud óptimas, hacia el final del embarazo y en los primeros contactos con el recién nacido, desarrollará la capacidad de comprender y atender las necesidades de su bebé de forma suficientemente buena. Winnicott, a través del concepto de sostén o holding, propone que la madre, con sus cuidados, brindará este sostén a la frágil mente del bebé para que pueda, poco a poco, desarrollarse y crear una identidad propia (Bleichmar y Leiberman, 2017).

Como vemos en este breve repaso, dentro del psicoanálisis existen distintas perspectivas desde las que podemos pensar y entender el vínculo que se establece entre madre y bebé y su papel en el desarrollo de la mente. Para estudiar estos y otros temas relacionados con la maternidad y los vínculos tempranos, te invitamos a participar en el Diplomado “Vínculos tempranos, crianza, maternidad y psicoánalisis”, donde contaremos con la presencia de especialistas que te acompañarán en su profundización y estudio.

 

Referencias

Freud, S. (2003). Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas (Vol. 7, pp. 109–224). Amorrortu. (Obra original publicada en 1905).

Freud, S. (1992). Inhibición, síntoma y angustia. Obras completas (Vol. 20, pp. 71-164). Amorrortu. (Obra original publicada en 1926).

Segal, H. (1982). Introducción a la obra de Melanie Klein (pp. 19-28). Paidós.

Grinberg, L. et al. (1991). Nueva Introducción a las ideas de Bion (pp. 53-72). Tecnipublicaciones, S.A.

Bleichmar, N. & Leiberman, C. (2017). El psicoanálisis después de Freud. Teoría y Clínica (pp 226- 247). Paidós

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