El miedo al éxito en una sociedad competitiva: conflictos inconscientes y autoboicot
Por Magaly Vázquez
Podría afirmarse que la mayoría de las personas desean alcanzar un éxito profesional y económico que les permita mantener un nivel de vida cómodo y sin demasiadas preocupaciones. Sin embargo, es bastante común observar que para algunos sujetos resulta más fácil obtener este tipo de logros, no solo porque cuentan con capacidades y una preparación adecuada, sino también porque pareciera que la suerte está de su lado. A diferencia de ellos, otras personas no corren con la misma fortuna, a pesar de contar con las mismas aptitudes. Es más, cada vez que están cerca de lograr aquello por lo que han trabajado con mucho esfuerzo, sucede una equivocación o un accidente, y los planes se vienen abajo.
Esto es un fenómeno que coloquialmente llamamos “autoboicot”, es decir, cuando una persona atenta contra su propio deseo de tener éxito, arruinándolo de alguna forma. ¿Por qué nos puede llegar a suceder tal situación? La teoría psicoanalítica podría aportar una explicación interesante. Recordemos que, desde esta perspectiva, el acento está puesto en el mundo interno y, por lo tanto, en los conflictos inconscientes de cada persona en particular.
En su texto de 1916, “Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico”, Sigmund Freud describe un tipo de personalidad que denomina “los que fracasan cuando triunfan”. Nos explica que algunas personas no fracasan azarosamente o por falta de oportunidades o capacidades, sino como resultado de un sentimiento de culpa inconsciente ligado a un conflicto edípico. Para estos individuos, la idea de triunfar o tener éxito en la realidad material implicaría internamente un fracaso al cumplir la fantasía de superar al padre y ponerse por encima de éste. Entonces, el propio sujeto se asegura de castigarse a sí mismo por el cumplimiento de este deseo.
El deseo de superar al padre o a la madre tiene su origen en la conflictiva edípica infantil, momento en el cual los niños y niñas desarrollan sentimientos muy intensos de amor y exclusividad con el padre del sexo opuesto, así como intensos sentimientos de celos y rivalidad hacia el padre del mismo sexo. El niño se compara con éste y se siente inferior e impotente debido a su condición infantil. Asimismo, fantasea con derrotarlo y excluirlo para quedarse con la atención y el amor de uno de los padres, siendo el único en su vida.
Los sentimientos de celos, rivalidad y comparación también se experimentan hacia los hermanos, con quienes se compite por el favoritismo de los padres. La “resolución” de dicha conflictiva se alcanza cuando el niño renuncia a sus deseos incestuosos y parricidas al darse cuenta de que no puede ganarle a papá ni poseer a mamá para sí mismo, y que su lugar es el del niño que tendrá que identificarse con papá, crecer y buscar una pareja propia. A partir de este momento, en la mente se instaura la instancia del “superyó”, una función psíquica que nos permite tener una conciencia moral, diferenciar el bien del mal, experimentar culpa, empatía y preocupación hacia los demás, así como rechazar conscientemente deseos incestuosos y agresivos hacia los padres.
Sin embargo, los conflictos infantiles no pierden vigencia dentro de la mente. En algunos casos, como en los sujetos que “fracasan cuando triunfan”, tienen un peso importante en su vida. Pensemos en un ejemplo. Recuerdo el caso de una paciente con la que trabajé algunos meses. Llegó a consulta debido a que llevaba varios años intentando concluir su tesis de posgrado sin conseguirlo, además de que no tenía empleo. Por esta razón, se sentía paralizada y experimentaba sentimientos de mucha angustia de forma recurrente. Había sido una alumna ejemplar que obtuvo las mejores calificaciones de su generación. De igual manera, su proyecto de tesis obtuvo el elogio y reconocimiento de muchos de sus profesores. Era originaria de una familia con un nivel socioeconómico bajo; sus padres trabajaban todo el día en su negocio de comida e hicieron un gran esfuerzo para que pudiera estudiar en escuelas privadas. Aunque la paciente hablaba de sus padres con agradecimiento, conforme avanzó el tratamiento surgieron sentimientos de intensa rivalidad y celos hacia la madre, pues sentía que acaparaba al padre y ella quedaba permanentemente excluida de la relación de pareja. Recordó fragmentos de su infancia en los que fantaseaba que sería una mujer rica y exitosa que todos admirarían. Cuando la paciente creció y, efectivamente, superó académicamente a los padres, apareció una inhibición que le impidió concretar sus logros.
A partir de esto, es importante mencionar que un sentimiento de culpa inconsciente no es la única razón por la cual una persona puede llegar a boicotearse. Por ejemplo, aunque no es exclusivo de los adolescentes, muchos de ellos llegan a reprobar materias o exámenes por un intenso miedo a crecer, al futuro y a separarse de los padres. En otros casos, la dificultad para alcanzar el éxito puede deberse a un aspecto envidioso de la persona. Son individuos que no pueden aprovechar lo bueno que se les da porque no aguantan recibir de otros, así que destruyen cualquier oportunidad de éxito.
Referencias:
Freud, S. (2012). Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico. Obras Completas (Vol. 9). Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1916).