El impacto de la adopción en sus participantes
Por Gabriela A. Cardós
Hablar de adopción supone referirnos al menos a cinco personajes: los progenitores que, por diversas causas en cada caso, no fueron capaces de conservar al hijo que engendraron, los padres adoptivos, quienes con frecuencia eligen este camino como resultado de la dificultad para concebir y, por último, el bebé, el cual es rechazado por los primeros y anhelado por los segundos, generándose de esa manera un contraste entre el deseo de muerte y el de vida, que junto con los “huecos” y, muchas veces, los silencios y secretos alrededor de su historia y origen tendrán un impacto en la construcción de su identidad. Sea como fuere, todos los participantes de esta trama atravesarán intensas vivencias, las cuales precisarán de elaboración, por lo que vale la pena reflexionar sobre algunas de ellas.
En la clínica, es constante que lleguen a consulta estos chicos cuyos padres no quieren hablar de su origen y pretenden negarlo a partir de no mencionarlo. Consultan por problemas emocionales en sus hijos, pero no logran vincular su historia con lo que les pasa en la actualidad, cuando es evidente que, al menos en parte, estaría relacionada. En ocasiones tienen fantasías alrededor de su herencia biológica y, con base en ellas, explican algo sobre su carácter, por ejemplo, que sean un tanto violentos. Una mamá adoptiva decía sobre la agresión de su hijo “¿no será así porque el señor del que viene está en la cárcel por asesinato?”. Al margen de lo que esta fantasía pudiera significar, lo interesante es que no era capaz de mirar que ella estaba deprimida y que eso obstaculizaba el vínculo con su hijo, además de que este estado de ánimo le había provocado un gran distanciamiento con su esposo. Por otro lado, ese hijo anhelado era el recordatorio de su incapacidad para embarazarse, despertando un conflicto hacia él.
Ya Freud nos alertaba sobre la relación entre los padres y sus hijos al elegir la tragedia de Edipo, para ejemplificarlo y mostrarnos lo universal de las fantasías de filicidio, parricidio e incesto que están presentes en todos los padres, al lado del amor y la necesidad de cuidado por el hijo. Sin embargo, hay casos en los que las fantasías y deseos hostiles hacia él son tan grandes, que se actúan. Por lo tanto, se vuelve necesario preguntarnos qué pasa cuando la falta de deseo del hijo es tal, que se renuncia a él para que sea cuidado por otros.
La tragedia griega de Sófocles evidencia de manera clara los impulsos agresivos: los padres biológicos de Edipo desean mutilar, abandonar y, en última instancia, matar a su hijo, y si bien con los adoptivos tiene una buena relación, el hecho de que su origen se negara y no se pusiera en palabras le impide elaborar la situación que culmina en la historia que ya conocemos. Dicho de otro modo y siguiendo a San Martino, el menor adoptado tiene un pasado, una historia previa a la vida en familia en la que inició su existencia y, por lo tanto, su identidad.
A menudo siente un vacío en su pasado porque no hay nadie cerca de él que pueda poner palabras a sus vivencias, a sus recuerdos. A propósito de esto, recuerdo el caso de un pequeño de cinco años que no “sabía” sobre su adopción: Ricardo pasaba mucho tiempo frente al espejo buscando en sus rasgos a quién de sus padres se parecía, pero sus preguntas cambiaron una vez que se pudo hablar sobre su adopción. Decía entonces, “¿me dieron leche del pecho de la señora?”, “¿cómo comía?”, “¿dónde estabas cuando yo nací?”. Era evidente en este chico la necesidad de construirse un relato de su madre biológica, pero muchas de estas preguntas quedaban sin respuesta, en parte, porque los padres no las tenían y, en otra, porque les costaba trabajo hablar de eso. Ellos intentaban hacer desaparecer esa prehistoria en la fantasía de que nunca aparecería en la historia de su hijo.
Del lado de los papás adoptivos, hay ocasiones en las que su imagen de padres está dañada y, si la decisión de adoptar resultó de su incapacidad para procrear de manera natural, puede ser que hayan aceptado la adopción como método para resolverla, no obstante, deberán elaborar la herida narcisista que implica la infertilidad. Este puede ser el origen del silencio: la vergüenza, el dolor por no haberle dado un nieto a sus padres, fantasías de no ser suficiente mujer/hombre o de tener un cuerpo dañado para engendrar bebés y el dolor por abandonar la idea de la inmortalidad. Hará falta trascender el deseo narcisista y el dolor por no haber logrado tener un hijo de su cuerpo y de su pareja, para que crezca el amor al hijo como objeto. Si lo anterior ocurrió, la llegada de un niño a sus vidas puede significar la posibilidad de reparar lo que la naturaleza les negó.
Los adoptantes se convierten en papás de un día a otro y es probable que, aunque se hayan preparado y trabajado con anterioridad para el momento de la adopción, siempre faltará la experiencia física y emocional que provoca el haber atravesado por el embarazo y el parto. De acuerdo con Casamadrid (1998), es necesario pensar que el embarazo es mucho más que un fenómeno biológico y corporal pues, en sus palabras, “es una experiencia que estructura y facilita el self de crianza, organización psíquica indispensable para la relación mamá-bebé”. El tiempo del embarazo ofrece la posibilidad de “formar un nido”, primero físico para que el bebé se desarrolle, pero luego también para que los padres hagan los ajustes intrapsíquicos para recibirlo.
Es así que vemos que son muchos los involucrados en este proceso y que en todos puede haber intervenciones terapéuticas, ya sean para ayudar a la mamá que cede a su hijo, a la pareja que armó de esta manera su familia y, por supuesto, al niño mismo para que logre superar las huellas que pudiera haber dejado el abandono, y logre integrar su prehistoria con la actual.
Referencias
Murgia, S. (2010). Texto presentado durante las XXIII Jornadas de AMERPI: Parentalidad y estructuras familiares en la clínica psicoanalítica actual. Recuperado de https://amerpi.org/2019/07/30/la-adopcion-y-la-herida-narcisista-de-la-madre-en-un-esquema-de-exclusion-del-vinculo-para-la-pequena-en-todos-sus-ambientes/
Casamadrid. J. (1998). La adopción, un encuentro a destiempo. Trabajo presentado en el XXXVIII Congreso Nacional de Psicoanálisis de la APM, Ciudad de México.