Diplomado Clínica psicoanalítica. Diagnóstico, estrategias y resultados
Por Jorge Salazar
Por insistencia de un grupo de amigos que compartían entre ellos la experiencia de estar en psicoterapia, un hombre joven se presentó en el consultorio de un psicoanalista. En la primera entrevista —posiblemente más inhibido por las resistencias que motivado por el deseo— declaró no tener problemas significativos en su vida. El analista, sin dejarlo continuar, le espetó convencido: “usted necesita psicoanálisis”.
Esta anécdota ilustra con claridad las condiciones actuales de aplicación del psicoanálisis en las que se prescinde de un motivo idóneo para su indicación. Desde luego, si el joven de marras se hubiera mostrado atribulado y manifestado sus conflictos emocionales, el analista también le habría prescrito psicoanálisis. Incluso, podemos afirmar que el motivo más pertinente para indicar psicoanálisis es precisamente la ausencia de un motivo explícito, ya que esta situación difícilmente hablaría de la buena salud mental de la persona o de la falta de problemas psicológicos en su vida, sino del predominio de las tendencias defensivas o de actitudes indiferentes, devaluatorias y negligentes con respecto a la importancia de los aspectos psíquicos en la vida personal. Esto último constituye, por lo tanto, junto a la más común petición expresa de análisis, un motivo incontrovertible para indicar psicoanálisis, si bien, en los hechos, es bastante infrecuente que así ocurra en nuestro medio; lo cierto es que la mayoría de las personas acuden al consultorio de un psicoterapeuta motivadas por estados de crisis, ansiedad, depresión u otros síntomas derivados de sus conflictos psicológicos, algunos de ellos graves y comprometedores de su estabilidad mental, su integridad física y su vida.
Más allá de las indicaciones terapéuticas, lo anterior nos permite reflexionar acerca de la especificidad del psicoanálisis y la naturaleza de su método clínico. De acuerdo con Laplanche y Pontalis (1968), el psicoanálisis tiene tres acepciones: es un método de investigación de los fenómenos inconscientes; es una práctica psicoterapéutica, en especial, de los trastornos neuróticos y es un conjunto sistematizado de teorías derivadas tanto de la investigación como de la experiencia clínica. En la actualidad, podríamos agregar una cuarta acepción: el psicoanálisis es una experiencia emocional que, a través del conocimiento de los procesos psíquicos, promueve el desarrollo de la personalidad, el crecimiento mental y el aumento de la creatividad del individuo. Así, en la vertiente clínica del psicoanálisis, el énfasis sobre sus atributos recae en la finalidad o en los objetivos de la cura analítica, siendo éstos no únicamente tratar de mejorar las perturbaciones anímicas cuando es factible hacerlo —objetivo nada desdeñable pero insuficiente de la tarea analítica—, sino para lograr un cambio psíquico profundo, perdurable y enriquecedor del mundo interno que transforme la experiencia vital de la persona.
Desde su nacimiento, hace más de cien años, el psicoanálisis ha evolucionado y modificado sus facultades. Esta es una disciplina en constante progreso, expansión y revisión de sus premisas y postulados, de su método clínico y sus aplicaciones, de sus alcances y limitaciones. En la teoría y práctica psicoanalíticas confluyen la continuidad y el cambio, la tradición y la vanguardia, Freud y los postfreudianos, lo que le confiere complejidad a la clínica psicoanalítica a la vez que incrementa el acervo de su marco teórico. Por un lado, la teoría psicoanalítica se ha enriquecido con el desarrollo de las escuelas postfreudianas que introdujeron nuevos conceptos y acrecentaron el significado de la vasta e inagotable obra de Freud; del otro, la ampliación gradual y progresiva del campo clínico psicoanalítico, llevada a cabo casi de inmediato por sus primeros discípulos, condujo a que el psicoanálisis se ensayara con más o menos fortuna en el tratamiento de perturbaciones anímicas ubicadas por fuera de las reducidas fronteras de las neurosis y los trastornos del carácter, sus primeras y óptimas indicaciones terapéuticas para su aplicación.
La ampliación de sus intereses clínicos ha sido acometida por el psicoanálisis moderno y contemporáneo con el ánimo de comprender cada vez más y mejor al ser humano en sus atributos psicológicos: el desarrollo de su personalidad, la constitución de su subjetividad, la adquisición de su identidad, la construcción del mundo interno, la complejidad de sus pensamientos y emociones, el significado de sus deseos y fantasías, las fuentes de los conflictos psíquicos, el enigma que todavía representan ciertos aspectos de la vida anímica, los secretos que aún guarda celosamente en su interior el inconsciente y que no han sido desvelados y, por último pero no menos importante, el funcionamiento mental normal y sus perturbaciones. Al mismo tiempo, en su vocación terapéutica, intenta contribuir al alivio del malestar ocasionado por los no pocos avatares de la cultura contemporánea —inseguridad, violencia, desigualdad, injusticia, inestabilidad, marginación, precariedad, etcétera— que subyugan a todo individuo en cualquier lugar, tanto como del sufrimiento que suele acompañar a los graves trastornos mentales que, por otro lado, no obstante el indiscutible avance neurocientífico en las décadas recientes, no tienen un abordaje asequible y eficaz únicamente con tratamientos farmacológicos o psicoterapéuticos de otro cuño. En efecto, el tratamiento de la locura y de sus variopintas manifestaciones atañe en la actualidad al esfuerzo conjunto de las distintas disciplinas históricamente abocadas en ello.
Es natural que el método clínico psicoanalítico, nacido en una época influida fuertemente por el positivismo científico, se insertara en el modelo médico; no obstante, desde que hizo su aparición en el campo de las ideas, el psicoanálisis edificó sus bases doctrinales, estableció sus propias premisas epistemológicas e instituyó los fundamentos de su técnica apartándose de los procedimientos terapéuticos conocidos en ese entonces. Durante un tiempo, el psicoanálisis avanzó al lado de las ciencias naturales en una marcha forzada para ambas partes debido a sus diferencias conceptuales. Fue más adelante que la práctica psicoanalítica se distanció de la medicina y consolidó el campo clínico de su interés acorde con su particular método. Del primer período derivan nociones como “trastorno”, “diagnóstico”, “tratamiento”, “pronóstico”, “cura”, “etiología”, “carácter”, “personalidad”, “síndrome” y “síntoma”, entre otras, en uso todavía en el léxico psicoanalítico contemporáneo, las cuales delatan la influencia médica en el origen de nuestra disciplina, si bien, conviene aclarar que en el psicoanálisis actual estos vocablos poseen significados diversos a los que remitían en un principio. En el período de emancipación y moderno, el psicoanálisis conservó los vocablos originales acuñados por Freud como “pulsión”, “defensa”, “conflicto”, “complejo”, “deseo”, “fantasía”, “transferencia”, “interpretación” y otros que, a pesar de que no son exclusivos del lenguaje psicoanalítico, le confieren su sello distintivo a la teoría y práctica psicoanalíticas.
Es indudable que la situación actual del psicoanálisis requiere de gran tesón e interés por parte del analista en formación, tanto como del profesional ya formado a través de la educación continua, para abarcar, aunque solo sea someramente, la vastedad de autores, conceptos, ideas y perspectivas vigentes en el psicoanálisis contemporáneo. En la actualidad, no hay un solo psicoanálisis sino muchos (Wallerstein, 1988, 1990); son diversas por ende las formas de comprender los conflictos psíquicos, de pensar sus múltiples significados e interpretar sus sentidos. La complejidad del psicoanálisis reside en que su objeto de estudio —la mente humana— es inaprehensible y no se reduce a una sola perspectiva de comprensión. Por el contrario, la diversidad de significados, la multiplicidad de sentidos y la pluralidad de puntos de vista, constituyen los referentes conceptuales de la teoría y práctica del psicoanálisis contemporáneo (Bleichmar y Leiberman, 2011).
En el diplomado Clínica Psicoanalítica. Diagnóstico, estrategias y resultados, estudiaremos el origen, desarrollo y aplicación de los conceptos básicos de la teoría psicoanalítica que sustentan su práctica y enriquecen, mediante su empleo cabal, la experiencia vital de ambos participantes del vínculo analítico.
Referencias
Laplanche, J, y Pontalis, J. B. (1968). Diccionario de psicoanálisis. Barcelona: Labor, 1987, p. 316-18.
Leiberman, C. y Bleichmar, N. (2013). Sobre el psicoanálisis contemporáneo. México: Paidós.
Wallerstein, R.S. (1988). “One psychoanalysis or many?”. Int. J. Psycho-Anal., 69:5-21.
— (1990). “Psychoanalysis: The common ground”. Int. J. Psycho-Anal., 71:3-20.
Conoce más del Diplomado Clínica Psicoanalítica. Diagnóstico, estrategias y resultados que comenzará el próximo 6 de octubre en plantel sur de Centro Eleia