¿De qué se trata la conversación psicoanalítica?

Por Jorge Luis Chávez

 

Para fines prácticos, podríamos definir el tipo de conversación psicoanalítica de acuerdo con sus objetivos. Una conversación social, por ejemplo, puede tener por meta el fortalecimiento de vínculos comunitarios, a través de charlas casuales y placenteras. En ocasiones, la conversación social podrá girar en torno a acontecimientos que involucran lugares, personas y circunstancias comunes a los participantes de la conversación.

Una conversación académica tendrá el objetivo de impartir algún tipo de conocimiento. En ésta no sólo existe una meta distinta, sino que también los roles de los participantes serán distintos, pues está implícito que quien sostendrá la tarea de informar será el maestro o experto, y quién aprehenderá la información será el alumno o persona deseosa de obtener información.

Pienso, también, en los programas tipo Talk Show, en los cuales se prepara de antemano una conversación “interesante”, con el objetivo de entretener a una audiencia determinada. Aquí, los roles también están separados y definidos: entrevistador-entrevistado.

¿Qué define, entonces, la conversación que se establece entre paciente y analista en un tratamiento psicoanalítico? En cuanto al objetivo, podríamos usar algunos planteados por las figuras más prominentes de la disciplina. Para Sigmund Freud sería hacer consciente lo inconsciente; para Melanie Klein, integrar a los objetos y al self; para Jacques Lacan, resignificar las cadenas significantes que lo sujetan, etcétera. Pero, en lo que concierne a los roles de paciente y terapeuta, el tema adquiere matices profundos e interesantes.

Si vemos la conversación social, académica o de entretenimiento a la luz de los descubrimientos del psicoanálisis, nos resulta claro que, a la vez que hay una intención consciente y voluntaria para engancharnos en una conversación, hay también una serie de motivaciones inconscientes que determinan nuestro interés por conversar.

La conversación social puede tener intenciones inconscientes por parte de ambos participantes (exhibirse, mostrarse superiores al criticar, compararse, mostrarse desvalidos para pedir ayuda, etcétera). Lo mismo puede ocurrir al dar una clase: el maestro puede tener deseos de ponerse por encima de los alumnos, de darles algo nutritivo para el intelecto, de forma maternal o, como un intento contrafóbico, de luchar contra su miedo a ser visto. La conversación de entretenimiento puede tener como objetivo un despliegue narcisista, que ponga envidiosa a la audiencia, o un genuino deseo de ayudar a la gente a distraerse, aunque sea por un momento, de sus preocupaciones. Son todas estas motivaciones, involuntarias e inconscientes, las cuales adquirirán el primer plano en un tratamiento analítico.          

El terapeuta formulará la regla fundamental: que el paciente nos hable de las ocurrencias que tiene en tiempo real (imágenes, fantasías, sueños, recuerdos, etcétera), sin preocuparse de la lógica que puedan tener, para que el terapeuta pueda comunicarle, a través de interpretaciones, lo que piensa de estas ocurrencias, y pueda darle información acerca de este plano inconsciente de su mente. Aquí, observamos que el rol del terapeuta se diferencia del rol del paciente, en cuanto a que son asimétricos, lo que los distingue de una conversación social.

La actitud tolerante y receptiva del analista, su interés por comprender lo que le pasa al paciente y su disposición emocional serán determinantes para establecer un clima de franqueza, sinceridad y curiosidad. Fomentará que el paciente hable con más espontaneidad de sus fantasías y que se interese, en mayor grado, por su vida mental y su interioridad.

Otra singularidad de la conversación analítica es que pondrá en marcha, gracias al encuadre neutral y constante del analista, un proceso en el cual el paciente manifestará su manera de ser, su personalidad total y, de forma particular, los aspectos inconscientes de ésta, expresándolos performativamente, en el acto y en tiempo real.

El diálogo que se entabla en el consultorio estará orientado a revelar la verdad del paciente, la verdad de sí mismo y su experiencia emocional. Para los pacientes, este tipo de comunicación representa un choque importante, ya que están acostumbrados a tener conversaciones sociales, académicas, médicas, pero no la que les proponemos. Es normal que pretendan convertir la conversación acerca de su mente en una de otro tipo, ya que el análisis descubre aspectos inconscientes que son bastante dolorosos e incómodos cuando se experimentan.

Los pacientes se revolverán contra la verdad, que siempre los implica como sujetos responsables de sí mismos y no como meros objetos a los que, pasivamente, les ocurren cosas. Es por esto que una conversación analítica es tan valiosa y habría que entender que sólo es posible realizarla sobre la base de un esfuerzo y trabajo constante por parte de ambos involucrados: paciente y analista.

 

Referencias:

 

Meltzer, D. (2013). El proceso psicoanalítico. Hormé. (Obra original publicada en 1967).

Jiménez, O. E. (2022). Donald Meltzer. Actualizaciones en psicoanálisis. Un estudio sobre su obra. Eleia editores.

 

 

 

 

 

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