¿Cuándo nace una madre?

Por Laura De La Torre Peguero

Resulta sencillo saber o calcular la fecha de nacimiento de un bebé; sin embargo, advertir el momento en que una mujer nacerá como madre es mucho más difícil. ¿Será que nace una vez que nota los primeros síntomas de embarazo o cuando recibe los resultados positivos de éste? ¿O cuando percibe cómo se está transformando su cuerpo? ¿O quizá la primera vez que siente algún movimiento en su vientre, o bien, cuando ve, siente o huele por primera vez a esa personita que estuvo dentro de ella?

Lo complicado que resulta determinar el nacimiento de la madre se debe a que es un proceso, y cada mujer lo vive de manera única, aunque también existen algunas generalidades. A diferencia del nacimiento del pequeño ‑que se anota en el acta de nacimiento y se festejará año con año‑, la mamá no emerge un día en particular. Incluso, la mujer que nunca estuvo embarazada también puede llegar a convertirse en madre, como en el caso de quienes recurren a la adopción.

La transición que la mujer recorre para convertirse en madre es una evolución en la que se involucran la mente, el cuerpo, así como el ambiente que la rodea y al bebé. En otras palabras, el nacimiento de la madre no es un evento, sino un proceso en el que la identidad materna va aderezada con la historia de la mujer y la cultura en la cual se encuentra. Convertirse en mamá conlleva una serie de fases complejas cargadas de un sinnúmero de emociones.

Muchos autores coinciden en que las fantasías en torno a la maternidad pueden surgir antes de que exista la concepción. Es decir, lo femenino y la maternidad son un entramado que se construye y consolida a lo largo de la vida. Un ejemplo de esto es visible en la forma en la que los niños se vinculan con sus pares durante los juegos; por ejemplo, un niño puede llegar a decirle “mamá” a su amiga, debido a la actitud de cuidado y protección que ella manifiesta. Otro ejemplo es cuando las mujeres de cierta edad llegan a jugarse la idea de ser incapaces de alojar un bebé en su vientre, o de tener un cuerpo infértil o de ser mejor mamá que su propia madre, rivalizando, pero al mismo tiempo intentando reparar la relación con ella.

Durante los primeros meses de gestación, la mujer estará preocupada en que el embarazo se logre y, en ocasiones, las fantasías de perder al bebé serán muy intensas en esta etapa. Si ha tenido un aborto previo, esto puede cobrar mayor magnitud, pero todavía puede agravarse si esa situación, que para muchas es traumática, no se elaboró. En ese caso, este nuevo bebé pudiera ocupar el lugar de un hijo de remplazo. En tales circunstancias, puede ser que no se atreva a pensar específicamente en el bebé que va a tener, hasta no estar segura de la viabilidad de su embarazo.

La madre, al imaginarse a su bebé, poco a poco irá dotándolo de ciertas características físicas y mentales o fantaseará con las similitudes que tenga con el abuelo, o alguna figura que la madre admire. En contraparte, puede ser que crea que el pequeño será difícil de llevar o de satisfacer. Ella armará mentalmente las virtudes y defectos potenciales del ser que está gestando, e incluso, comienza la búsqueda del nombre que le dará. Al mismo tiempo, el primer ultrasonido, y la sorpresa de esa silueta en forma de frijol que aparece en la pantalla, la hace fantasear con el cuerpo físico, y escuchar por primera vez el ritmo cardiaco del feto puede ser un evento sublime para ella. La formación de la madre también se compone de que ella imagine las capacidades o funciones que tendrá y podrá o no desempeñar en su rol de madre, así como las repercusiones que tendrá en los otros ámbitos de su vida.

La mente de la gestante se convierte en una especie de máquina del tiempo, pues “viaja” al pasado para retomar ciertas memorias de su relación con su progenitora o figuras maternales importantes en su vida, de esa manera, tendrá una brújula y modelos a seguir. En el presente, trabaja los procesos que el embarazo le presenta y, según como lo experimente, las exigencias, sugerencias o marcos de referencias que la sociedad le invita a cumplir como mamá. Al futuro proyecta ideas, ilusiones o miedos de lo que pueda implicar la llegada del nuevo ser. Cada madre construye mentalmente el bebé que desea, sueña y teme tener. Cuanta mayor distancia exista entre el bebé que la madre fantaseó y el real, mayor será la dificultad en el establecimiento de la relación temprana con él.

A medida que avanza el embarazo, la mujer se vuelve capaz de imaginar con mucha más persistencia a su bebé, por lo cual es posible que tome distancia de lo externo, para concentrar su atención en el que está próximo a llegar. Prepara el espacio físico, su habitación, su ropa, compra pañales y accesorios, pero también prepara un espacio mental, para estar lista para encontrarse con el bebé real. Por esta razón, las madres de bebés prematuros pueden tener ciertas dificultades para encontrarse con ellos.

El nacimiento es una de las etapas que conforman los procesos de la identidad materna en la mujer, sin embargo, este evento no se puede explicar del todo, porque la experiencia va más allá de “fácil” o de “complicada”. El encuentro con el bebé, su peso, su olor y el reto de crianza entretejen la relación temprana entre la madre y su bebé.

Por lo tanto, el nacimiento de la madre aparece mucho antes de que el bebé real sea concebido o adoptado, pues la formación o nacimiento de la identidad femenina en relación con la maternidad es algo que se da a lo largo de la vida, que brinda distintas experiencias y presenta distintos retos y obstáculos, los cuales cambian en cada etapa del ciclo vital tanto de la madre como del hijo.

Referencias

Dio Bleichmar, E. (2001). La depresión en la mujer. Madrid: Temas de hoy.

Doltó, F. (2001). La sexualidad femenina. Barcelona-Buenos Aires: Paidós.

Stern, D. (1999). El nacimiento de una madre. Cómo la experiencia de la maternidad te hará cambiar para siempre. Barcelona-Buenos Aires-México: Paidós.

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