¿Cómo saber si seré un buen psicólogo? La curiosidad, la imaginación y el don de escuchar
Solo si escuchamos podremos aprender. Y escuchar es un acto de silencio; solo una mente serena pero extraordinariamente activa puede aprender.
Jiddu Krishnamurti
Por Andrea Méndez
¿Tus amigos suelen recurrir a ti para hablar de sus problemas? ¿Te interesa saber más sobre aquello que llamamos ‘sentimientos’? ¿Te gusta crear pequeñas historias en tu mente? Si es así, este artículo puede interesarte.
La mayoría de nosotros somos curiosos y, cuando salimos, nos gusta escuchar de qué habla la pareja que está en la mesa de enfrente o disfrutamos observar a la gente y tal vez inventar en nuestra mente historias sobre sus vidas. Sigmund Freud planteó que, desde pequeños, los niños quieren saber qué hacen sus papás en todo momento. Incluso, si fuera por ellos, no permitirían que nadie en su familia tuviera espacios privados: se quieren meter al baño con mamá, ver el celular de papá, entrar en el cuarto del hermano mayor, abrir los cajones del cuarto de los padres…
Esta curiosidad innata permanece en nosotros durante toda la vida, pero disfrazada. Así, como adultos, en vez de meternos al cuarto de nuestros padres para ver qué hacen, paramos la oreja para escuchar la conversación de la pareja sentada frente a nosotros. Dicha atracción por la vida ajena también puede involucrar el acto de fantasear, el cual se refiere a construir historias en nuestra mente, esto es, crear posibles escenarios que involucran a las personas que vemos. Melanie Klein, fundadora de la escuela psicoanalítica inglesa, explica que, de hecho, así es como funciona nuestra mente: como un teatro poblado por personajes en una constante puesta en escena. Creamos pequeñas novelas y cuentos, vivimos de historias, y podríamos decir que nuestra vida es una novela que puede ser contada de diversas formas.
Ahora bien, las razones que nos llevan a estudiar una u otra carrera son diversas. Aunque tenemos conciencia de algunas de estas razones, hay otras que pueden estarnos veladas, es decir, ser inconscientes. Por ejemplo, en el caso de la psicología, alguien puede decidir estudiarla porque desea ayudar a otros a enfrentar sus problemas emocionales o porque le interesa entender el funcionamiento de la mente humana. Al mismo tiempo, sin embargo, pueden estar involucrados aspectos velados como pueden ser una curiosidad inconsciente por escuchar al otro para saber qué hace o cómo piensa.
Si estás en el proceso de elegir una carrera, una forma de reducir tu elección es identificando cómo se ajusta tu personalidad al perfil de las carreras que te interesan. Así, por ejemplo, aunque los seres humanos somos sociales por naturaleza y nos enriquecemos del contacto con otros, en la carrera de psicología el grado e intensidad de interacción con otras personas es mayor que en otras profesiones. Esta particularidad profesional requiere que los psicólogos tengan ciertas características de las cuales te hablaré a continuación.
En primer lugar, sin importar su rama de estudio (clínica, social, educativa u organizacional), es imprescindible que un psicólogo sea capaz de escuchar a los demás. Ya sea en una empresa, escuela, clínica u hospital, saber escuchar nos permite entender a la persona que tenemos en frente y, con esto, identificar en lo que nos cuenta si existe algún factor de riesgo, cuáles son los patrones de conducta que sigue, el tipo de vínculos que establece con los demás, los sentimientos que prevalecen en su vida, etcétera.
Otro requisito fundamental es la empatía. Algunas personas poseen una gran capacidad empática e inspiran tranquilidad y confianza, lo que genera en otros el deseo de compartirles sus problemas y secretos. Esto resulta en un proceso cargado de emociones en el que ambas partes salen beneficiadas. Por un lado, la persona que habla se siente aliviada de hacerlo y, por otro, quien le escucha también se siente mejor puesto que le resulta gratificante ayudar a los demás.
Por último, es importante tener una imaginación activa. No solo la posibilidad de generar historias nos ayuda a explicarnos a nosotros mismos (autoconocimiento), sino que también nos lleva al conocimiento del otro. Asimismo, tener la capacidad de fantasear, de construir historias de vida alternas, ayuda a motivar a los pacientes a que exploren distintas versiones de su vida como parte de su tratamiento psicoterapéutico.
Los psicólogos se caracterizan por ser personas sensibles que disfrutan de los sentimientos tanto propios como ajenos y que constantemente exploran las pasiones, las emociones y los vínculos que permean la interacción humana. Por lo tanto, si has notado que la gente se acerca a ti para contarte lo que le sucede y te sientes a gusto e interesado en este tipo de situaciones, podrías desarrollar esta característica para que no se quede solamente en una escucha que acompañe a la persona que se te acerca, sino que se convierta en una herramienta para poder realmente ayudarla cambiando la escucha pasiva por una comprensión activa.
Con todo esto quiero decirte que, si disfrutas escuchar a los otros, te interesa el mundo de las emociones y quieres aprender cómo ayudar a las personas, entonces creo que serías un buen psicólogo. En Centro Eleia contamos con muchas actividades y publicaciones que pueden ayudarte a entender mejor cómo trabaja un psicólogo, por lo que te invito a que conozcas más sobre ellas en nuestro sitio web.