Cómo entender el aislamiento emocional en los adolescentes
Por Marta Bernat
El aislamiento adolescente es una preocupación creciente. Se entiende por aislamiento la ruptura del vínculo emocional del individuo consigo mismo, con las personas que le rodean y con el mundo en general.
No obstante, el aislamiento no siempre es negativo. La soledad puede ser un espacio valioso para el adolescente, permitiéndole conectar consigo mismo a través de la reflexión, la imaginación y la creatividad. Este tiempo a solas favorece la introspección y lo impulsa a explorar preguntas fundamentales sobre su identidad, sus aspiraciones, sus miedos y su lugar en el mundo. En este proceso, aborda temas como el amor, la sexualidad, la familia, el trabajo, la igualdad y la justicia.
La adolescencia se considera como una etapa de creación y subjetivación. En este periodo, el adolescente deja atrás lo infantil para construir su identidad en un proceso único y privilegiado. Sin embargo, esta etapa también se caracteriza por una intensa turbulencia e incertidumbre. Aberastury (1998) señala que la adolescencia se define por una serie de cambios físicos, emocionales, duelos y pérdidas. Esto da paso a nuevas formas de relacionarse, nuevos grupos de amigos, la exploración de intereses y el desarrollo de talentos, transformando las pérdidas en oportunidades para expresarse, crecer y desarrollarse.
Sin embargo, este periodo puede representar una amenaza para algunos adolescentes, quienes lo experimentan como un peligro tanto interno como externo. Esto implica una sensación de pérdida de su centro de gravedad, donde su mundo, antes seguro y confiable, ahora se percibe como incierto. Los padres, que antes eran figuras de guía amadas y admiradas, han cambiado. Ya no son los mismos, y el adolescente tampoco es el niño que era antes. El joven se siente atrapado en situaciones para las que no está preparado. Como resultado, la desilusión puede convertirse en una experiencia inherente a esta etapa del desarrollo. Una forma de afrontar estos cambios es el aislamiento, ya sea encerrándose en un mundo de fantasía donde crea su propia realidad o evitando el contacto físico y emocional con padres, amigos y maestros.
La pertenencia a un grupo es crucial en la adolescencia, ya que permite compartir conflictos y preocupaciones comunes. Esto facilita la resolución paulatina de las incógnitas de la vida. El adolescente aislado se margina de estos grupos, observa la vida desde fuera y experimenta sufrimiento, así como un profundo sentimiento de soledad. La presencia de un mejor amigo podría indicar que aún no se ha encerrado completamente en sí mismo.
Tabbia (2016) menciona que el aislamiento puede surgir de experiencias de duelo y separación. Un ejemplo es cuando los amigos de siempre comienzan a formar parejas, dejando al adolescente solo y conduciéndolo al aislamiento. Existen diversas formas de aislamiento. Una de ellas es la dependencia excesiva de los padres, pues prefieren su compañía a la de sus pares. En estos casos, el adolescente se convierte en el alumno modelo y el hijo obediente, lo que conduce a ocultar el conflicto que esta situación conlleva. Esta dinámica puede derivar en megalomanía; el adolescente se vuelve arrogante, se cree poseedor de la verdad y siente que debe educar a sus padres. Esta actitud alimenta el aislamiento, la soledad y el resentimiento, llevándolo a juzgar a quienes lo rodean.
Existe otro tipo de adolescente que busca refugio en el aislamiento a través del uso de la tecnología y las redes sociales, como TikTok, Instagram, videojuegos, música o lectura, y convierten su habitación en su mundo. Este aislamiento, si bien ofrece un alivio momentáneo, termina constriñéndolo a un espacio mental claustrofóbico del que resulta difícil salir. Estos jóvenes suelen carecer de vínculos de amistad significativos, evitan la participación en grupos y limitan sus interacciones al ámbito virtual, sin contacto físico. Este encierro puede tener graves consecuencias, como el abuso de drogas y alcohol, enfermedades somáticas, trastornos de la alimentación y prácticas de autolesión. Un ejemplo extremo de aislamiento es el fenómeno Hikikomori en Japón, en el que los adolescentes abandonan la vida social y se recluyen en una habitación sin contacto con nadie.
El aislamiento se manifiesta de diversas formas. Es un fenómeno complejo que requiere un abordaje particular e individualizado. Durante este periodo, es fundamental que el adolescente cuente con un espacio seguro y de contención donde pueda expresar, pensar y reflexionar sobre sus vivencias, así como con padres sensibles y dispuestos a comprenderlo. Si padres y maestros detectan esta situación, es importante acercarse al adolescente y, en caso necesario, buscar apoyo terapéutico.
Referencias:
Aberastury, A. Knobel, M. (1998). La adolescencia normal. Paidós.
Tabbia, C. (2016). El adolescente aislado. Psicoanálisis – Vol. XXXVIII – Nº 1 – 2016 – pp. 157 – 174