Cambios técnicos en la clínica contemporánea

Por Denise Block

 

Todos los que nos dedicamos al trabajo clínico con pacientes sabemos que la teoría, los embates y los retos a los que nos enfrentamos a diario en el consultorio son totalmente distintos. Es por esto que en el Doctorado en Clínica Psicoanalítica del Centro Eleia, una de las prioridades es brindar a los alumnos una variedad de herramientas técnicas que les permita comprender y enfrentar las problemáticas que se presentan en el trabajo clínico con los pacientes.

El psicoanálisis se distingue por ser una disciplina en constante cambio y evolución. Desde su aparición, surgieron innumerables propuestas teórico-técnicas que, con el paso del tiempo, revolucionaron los abordajes clásicos. Una de las vertientes más interesantes se desarrolló a mediados de la década de los noventa en países como Inglaterra y Argentina, gracias a la influencia de las ideas de Melanie Klein (Bleichmar y Leiberman, 1989/2017). A este apasionado grupo de personas, se le conoce como poskleinianos o kleinianos contemporáneos. Cabe señalar que en el doctorado del Centro Eleia se dedican dos semestres a estudiar a profundidad los aportes de estos autores que, entre otras cosas, se preocuparon por comprender, desarrollar y resolver ciertas problemáticas que observaron en la práctica clínica con los pacientes. Se interesaron, principalmente, por el manejo y el desarrollo de la transferencia a lo largo del proceso analítico, la contratransferencia, la interpretación y el análisis de los sueños. Algunos de ellos hicieron mucho énfasis en la manera en que hay que hablarle a cada paciente para lograr ser escuchados; entre otras ideas importantes.

Comenzaremos con algunos cambios en la forma de concebir y trabajar el fenómeno de la transferencia, que sigue siendo piedra angular del tratamiento psicoanalítico en la actualidad. En el trabajo con sus pacientes, Sigmund Freud se dio cuenta de que existía en ellos una tendencia a repetir con su persona ciertos afectos y deseos que originalmente estarían dirigidos a personas de su pasado infantil. Por ejemplo, alguno deseaba inconscientemente ser tratado como un hijo o recibir algunas concesiones por parte del analista.

Melanie Klein, con su teoría del mundo interno y de la fantasía inconsciente, amplió el concepto de transferencia. Para ella, este fenómeno es mucho más que una mera repetición y lo definió como la puesta en escena de un tipo particular de relación de objeto. Esto genera un cambio muy importante porque se consideraría que, en la sesión, el paciente le asigna distintos roles al analista. Por ejemplo, puede ser que el paciente, después de faltar a una sesión o llegar tarde, se sienta temeroso de que el analista lo castigue o lo regañe. En este sentido, podemos pensar que el paciente colocó en el terapeuta un aspecto de su superyó, o que lo está viendo como una mamá o maestra enojada capaz de reprenderlo. El trabajo del analista será detectar constantemente el movimiento transferencial que está teniendo lugar en la sesión y describirlo al paciente de forma sencilla: “Hoy vienes asustado porque, al no venir, piensas que estoy enojada y crees que yo te podría regañar o castigar”.

Betty Joseph (1985), psicoanalista británica que forma parte del grupo poskleiniano, considera que los fenómenos transferenciales ocurren minuto a minuto y que el analista debe estar atento a estos cambios a lo largo de la sesión. Esta autora señala que el paciente puede “usar” al analista con otros propósitos distintos al deseo de analizarse. Por ejemplo, el paciente podría, por momentos, “inundar” al analista con alguna emoción, como ponerlo curioso o celoso, devaluarlo o provocar que sienta lástima por él; en otro extremo, podría buscar que el analista reaccione de manera superyóica o sádica con él. El escrutinio de este tipo de situaciones durante la sesión ayuda al analista a comprender el tipo de relación de objeto que el paciente está actuando en el consultorio. De esta manera, el terapeuta puede evitar “jugar el rol” que se le adjudicó y ser capaz de interpretar.

En cuanto a la contratransferencia, uno de los cambios más significativos es que el grupo de analistas ya mencionado deja de considerarla un obstáculo y un error del analista, como lo hacían Freud y Klein. Estos últimos consideraban que el analista debía permanecer siempre en una posición de neutralidad y resolver, mediante análisis o supervisión, el desarrollo de cualquier emoción hacia el paciente. A partir de los años cincuenta, algunos analistas como Paula Heimann (en Inglaterra) y Heinrich Racker (en Argentina) postularon ideas novedosas con respecto a las reacciones emocionales que se generan en el terapeuta como respuesta a la transferencia del paciente. Desde ese momento, la contratransferencia es vista como una herramienta fundamental que se puede utilizar para comprender las experiencias emocionales del paciente. El monitoreo minucioso y constante de la respuesta contratransferencial del analista ayuda a evitar contractuaciones sutiles, como alargar unos minutos la sesión, hacer una reducción significativa de los honorarios, ofrecer reposiciones sin justificación, etcétera; y otras más graves y crónicas, como el riesgo de coludirse inconscientemente con partes enfermas del paciente que pueden llevar al análisis a momentos de impasse o, en otras palabras, congelar la posibilidad de generar verdaderos cambios en el paciente.

 

El análisis de los sueños es otro terreno en el que se gestaron cambios importantes. Donald Meltzer (1984/1987) se apoyó en las ideas de Wilfred Bion para desarrollar una teoría y una técnica específica para trabajar con ellos, que difiere del modelo arqueológico propuesto por Freud. Para Meltzer, el trabajo de exploración de los sueños implica un vínculo de máxima intimidad con el paciente. Piensa que el analista tiene una función muy importante: “interesar al paciente” por el contenido de su vida onírica. Un tema que le preocupa es la ausencia de sueños en los tratamientos e invita a los analistas a cuestionar lo que está ocurriendo en el tratamiento cuando estos no aparecen. A diferencia de otros autores, piensa que es el analista quien podría estar resistiéndose a la intimidad que implica el relato de un sueño. En cuanto a la interpretación, este autor le da más importancia a la forma en que se le habla al paciente —tono y musicalidad de la voz— que al contenido, y prefiere las interpretaciones cortas y el uso de metáforas sencillas que se asemejan al lenguaje poético de los sueños. De esta manera, se deja la idea de “interpretación correcta”.

Estas son solamente algunas herramientas técnicas que se revisan en el programa del Doctorado en Clínica Psicoanalítica del Centro Eleia. Si te sientes interesado en seguir indagando en estas y otras ideas, te invitamos a formar parte de la siguiente generación del Doctorado. Consulta el programa en https://www.centroeleia.edu.mx/doctorado-en-psicoterapia.

 

 

Referencias

 

Bleichmar, N. y Leiberman, C. (2017). Los poskleinianos. Ampliación de la metapsicología. Progresos en la técnica. Presentación. El psicoanálisis después de Freud. Paidós. (Obra original publicada en 1989).

Joseph, B. (1985). Transference: The Total Situation. The International Journal of Psychoanalysis. 66(4), pp. 447-454.

Meltzer. D. (1987). Vida onírica. Una revisión de la teoría y de la técnica psicoanalítica. Tecnipublicaciones. (Obra original publicada en 1984).

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