Artículo del Diplomado Angustia, depresión, neurosis

Artículo del Diplomado

Angustia, depresión, neurosis. Tratamientos y experiencias clínicas

Por Dr. Jorge Salazar, co-coordinador del Diplomado

Los desórdenes neuróticos, junto con la ansiedad y la depresión, constituyen, por su elevada frecuencia en la población general, motivos comunes de consulta para el psiquiatra, el psicólogo clínico y el psicoanalista. De hecho, es alarmante el incremento registrado en las últimas décadas de la mayor incidencia de cuadros depresivos en niños y jóvenes; en estos últimos, por si fuera poco, los trastornos por ansiedad son cada vez más frecuentes y se asocian con otros cuadros psicopatológicos aún más severos. En la adultez, la mayoría de las personas —por no decir que todas— han presentado al menos una vez en su vida un episodio de ansiedad o depresión que, en el mejor de los casos, remite espontáneamente sin haber requerido un diagnóstico, pero, en el peor, tiende a reincidir, a perdurar y a ocasionar con ello consecuencias más desfavorables en todos los aspectos vitales.

Las razones que explican el estado actual de la mayor prevalencia y morbilidad de estos trastornos son heterogéneas. Suelen sintetizarse, sin embargo, en atribuir al conjunto de factores medioambientales —sobre todo en los tiempos violentos en los que vivimos— una influencia perniciosa en el sujeto. En efecto, las consabidas y recurrentes crisis económicas, políticas y sociales; la creciente inseguridad, aún en la vida civil debida a la alta probabilidad que tiene el ciudadano común, no sólo de ser víctima de un delito perpetrado con violencia o de las mafias del crimen organizado, sino de serlo también de un acto terrorista desde las experiencias del 11-S, el 15-M y el 7/7 entre muchas otras; la vulnerabilidad con la que vive cualquier persona ya sea en el medio urbano o rural de sufrir los embates de cataclismos y catástrofes de origen diverso; la inmediatez con la que los medios electrónicos de comunicación introducen los acontecimientos públicos en la vida privada y, en fin, la adversidad con la que las personas enfrentan la vida en los tiempos modernos y en las megalópolis, que hace mucho perdieron su escala humana y frustraron los beneficios prometidos por la modernidad.

Por si no fuera suficiente con todo lo anterior, existen otros factores que también participan en la génesis de la triada conformada por neurosis, angustia y depresión. Entre ellos se cuentan los conflictos que emergen del interior de la vida familiar —considerando desde luego sus nuevas configuraciones y su más compleja dinámica—, así como los derivados de las relaciones interpersonales en las que el otro, cuando no es una ausencia dolorosa, constituye una presencia intrusiva o alienante, o bien, particularmente entre los adolescentes, una personalidad virtual con rasgos ambiguos, confusos e impredecibles.

De la interrelación entre estos y otros factores externos con los subjetivos resulta el trastorno en sus diferentes expresiones psicopatológicas. Lo anterior no es un argumento específico para explicar el origen de las entidades que nos ocupan en esta ocasión —angustia, depresión y neurosis— debido a que en cualquier trastorno psíquico no existe una etiología única, simple o lineal sino más bien la confluencia de elementos diversos que en su combinación son eficaces para producir la alteración. Aún para la depresión, por ejemplo, la pérdida objetiva y real no es suficiente para causar el episodio depresivo; a aquella se agregan factores predisponentes o latentes que, actuando desde el mundo interno, encuentran en la vivencia de pérdida la ocasión propicia para manifestarse.

El agrupamiento en un sólo conjunto de estas tres entidades clínicas no es caprichoso; obedece, más bien, a los estrechos nexos que se establecen naturalmente entre ellas. La comorbilidad entre ansiedad y depresión se encuentra habitualmente en la práctica clínica; la angustia o ansiedad, en tanto síntoma ubicuo, acompaña regularmente a todo cuadro psicopatológico; como entidad nosológica, la angustia adquiere las características de los modos básicos de organización dinámica de la personalidad, ya sean psicóticos, perversos o neuróticos. La neurosis, por su parte, es el territorio común sobre el que se asientan la depresión y la ansiedad, al mismo tiempo que estas la agravan y complican.

La detección de estos cuadros, no obstante la amplitud y diversidad de sus manifestaciones sintomáticas, no suele ofrecer dificultades, a diferencia de su tratamiento que, como en todos los empeños terapéuticos, debe superar obstáculos, vencer resistencias y propiciar las condiciones favorables para obtener resultados satisfactorios. Al igual que en otros casos, no debemos esperar que las neurosis y los trastornos anímicos y por angustia se manifiesten en estado puro, sino más bien, como hemos señalado, lo hagan en una superposición de identidades clínicas diferentes que, en la práctica, desvanecen las fronteras entre ellas. Reconocer lo anterior implica admitir un rasgo inherente de complejidad en el ejercicio clínico y prepara al psicoanalista para tener una visión multifocal e integral en cada situación. Más aún cuando afirmamos que la mirada psicoanalítica privilegia las vicisitudes del mundo interno —el cual también muestra la diversidad de sus componentes— y su interrelación con los escenarios externos. En todo caso, el reconocimiento sindromático de cada una de estas entidades, aunado al esclarecimiento de los aspectos psíquicos, revisten importancia tanto para la teoría como para la clínica psicoanalíticas.

Por ello, en el diplomado “Angustia, depresión y neurosis. Tratamientos y experiencias clínicas”, estudiaremos estos trastornos y sus relaciones. Revisaremos la bibliografía psicoanalítica, tanto los textos clásicos, fundamentales para su comprensión, como la literatura más actualizada que enriquece las perspectivas múltiples habidas sobre el tema. Recordaremos las hipótesis psicodinámicas que subyacen en el origen, estructura y modo de organización de estos trastornos y, con material clínico, veremos sus manifestaciones psíquicas en la sesión analítica a través de las fantasías, los sueños y la transferencia. Finalmente, trazaremos los lineamientos generales de su abordaje psicoanalítico.

Por supuesto, no todo es tan negativo en el mundo contemporáneo como parece. También en una época como la nuestra que enfatiza la educación de la salud y promueve actitudes más abiertas, tolerantes y respetuosas frente a los problemas psicológicos, no hay razones para que estos trastornos, en principio menos severos, disfuncionales y desadaptativos que otros, no sean detectados en forma adecuada y oportuna y encausados, a su vez, correctamente para que reciban la atención profesional más eficaz.

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