Angustias de separación. En la infancia, la adolescencia y la adultez
A lo largo de la vida nos encontramos frente a una serie de situaciones que implican una separación. Muchos expertos consideran que el nacimiento es la primera gran separación que todo ser humano experimenta, la cual será seguida por muchas otras, tales como perder el pecho materno o el biberón, dejar el ámbito familiar para ir al kínder, cambiar de ciclo escolar o de escuela, salir de la casa paterna para ir a vivir de manera independiente, casarse, mudarse a un lugar nuevo, ser despedido del trabajo, divorciarse, perder un ser querido, perder la juventud y/o la salud, jubilarse y, finalmente, la propia muerte. Las separaciones resultan ineludibles y normales; incluso, las que corresponden a la temprana edad son imprescindibles para la construcción de la individualidad.
El afecto más característico ante la separación es la angustia. Las ansiedades de separación son de las angustias más importantes que experimentamos. En algunas ocasiones, las primeras separaciones resultan traumáticas por diferentes motivos: fueron demasiado tempranas, el bebé no pudo aguantarlas y/o la madre no pudo estar lo suficientemente atenta a las necesidades de su bebé.
La separación y los posibles traumas consiguientes son temas de estudio esenciales en el psicoanálisis actual. Las separaciones afectan nuestro funcionamiento mental y la forma como nos relacionamos con los demás. Con frecuencia, nos damos cuenta de ellas y pasamos por un periodo de abatimiento físico y psicológico. Otras veces, intentamos sobreponernos de manera más o menos saludable. Algunas personas se lanzan en una serie de actividades nuevas para no tener que lidiar con la ansiedad; otras hacen deporte, fuman o comen en exceso; otras más recurren al consumo de tranquilizantes. En otros casos, la pérdida de un objeto significativo conduce al inicio –o al agravamiento– de enfermedades físicas.
No puede pensarse el tema de la separación sin tomar en cuenta su contraparte: la relación con un otro significativo, lo que los psicoanalistas llaman relación de objeto. Todos los especialistas opinan que la primera relación entre el bebé y su madre es determinante, tanto para las futuras relaciones de objeto del niño, como para la forma en la que experimentará las separaciones posteriores. Estas podrán ser vividas como algo devastador, porque vinieron de repente a romper la armonía previa; o bien, el niño puede llegar a creer que son consecuencia de algo malo que él hizo; incluso, pueden hacerle sentir desconfianza en quienes lo cuidan. Si el desarrollo emocional transcurrió de modo satisfactorio, las separaciones podrán ser toleradas por el pequeño, debido a la confianza interna que tiene en la mamá que alberga en su mente. Entonces, las separaciones y pérdidas subsecuentes confirmarán lo que el niño se imaginó para explicar qué ocurrió en la primera relación con la madre.
En este taller revisaremos los distintos modelos psicoanalíticos que explican las causas y los tipos de angustia que se producen ante situaciones vinculadas con la pérdida, así como los diferentes mecanismos defensivos empleados para eludir el contacto con las emociones despertadas por la separación.
El proceso terapéutico no solamente permite evocar las ansiedades pasadas vinculadas con la separación y ver cómo incidieron sobre el desarrollo, ya sea de manera normal o patológica, sino que brinda también la posibilidad de analizar cómo el paciente reacciona frente a las interrupciones durante la terapia –en vivo y en directo–, de entender quiénes somos para él en esos momentos y qué recursos emplea para lidiar con nuestra ausencia. Ilustraremos con viñetas clínicas cómo trabajar con la experiencia de la separación en la clínica psicoanalítica.
Taller que se impartirá el 23 de enero de 2016 en plantel norte y el 30 de enero de 2016 en plantel sur.
Inscríbete al taller aquí: https://www.centroeleia.edu.mx/angustias-de-separacion-infancia-adolescencia-adultez