Amor, odio, transferencia e interpretación
Por Gabriel Espíndola
Una joven paciente, a quien he acompañado por varios años en tratamiento, inicia la sesión relatándome un sueño de la noche previa: “Estaba con varias personas y recuerdo que encontrábamos una casa muy vieja y muy grande. No recuerdo qué pasaba, pero al despertar tenía la sensación de haber soñado muchísimo. Juanita, quien nos ayuda en casa, me marcaba por teléfono y me decía que no podía llegar. No me decía la razón. Solo me decía, en un tono muy bajito que casi no alcanzaba a escuchar, que me lo contaba después. Yo me quedaba asustada, preocupada por ella; pensaba que algo realmente malo le sucedía”.
Sigmund Freud entendió que los seres humanos nos vinculamos de manera inconsciente, y que toda relación entre el yo y otro —objeto— constará de una mezcla de realidad y fantasía, de una dosis de nuestras vivencias pasadas, de otro tanto de aspectos presentes, y de un permanente ir y venir entre la conciencia y lo inconsciente. Esta perspectiva nos ofrece múltiples vértices para comprender las vivencias, los relatos, los sueños y las fantasías de los seres humanos.
Hay muchas ideas sobre la transferencia, entre ellas, que se trata de un vínculo que se repite; que es una puesta en escena del mundo interno; que se trata de una construcción del campo que conforman paciente y terapeuta en la sesión; que se descubre la mente o se construye; que en ella son visibles los aspectos más tempranos de nuestro psiquismo. Cada modelo teórico entiende el fenómeno con ciertas particularidades. Es interesante vislumbrar todas ellas, que si bien, en su conjunto nos proporcionan un instrumento privilegiado para la exploración de la vida psíquica, son también parciales, inconclusas y están en permanente cambio.
El análisis no crea la transferencia, la descubre. El artefacto al que llamamos encuadre nos da las herramientas para ser objetos e intérpretes de este fenómeno. Es en el vínculo de transferencia y —su contrapunto— contratransferencia donde el paciente descubre y amplía los significados de su vida emocional.
En esta oportunidad, nos interesa subrayar cómo es que en dicho vínculo se expresan siempre emociones contradictorias y las más vibrantes pasiones humanas. Amar y odiar al analista, con todos sus matices, es parte de todo proceso terapéutico y elemento necesario para su progreso.
Volviendo a la anécdota, la paciente me dice que en el sueño está preocupada por la mujer que le realiza el trabajo doméstico, algo terrible le ha sucedido. ¿Es esto una muestra de los sentimientos de enojo que experimenta cuando la dejo que se ocupe de ella misma entre las sesiones y durante el fin de semana? ¿Acaso no reconoce que esa mujer, Juanita, también hace un servicio que le es útil? ¿Acaso no se da cuenta de que, al mismo tiempo, no se preocupa genuinamente por ella? Si llama en voz baja, ¿es porque alguien la acompaña? ¿Expresa sus celos y exclusión al quedarse sola, mientras Juanita está con alguien más? ¿Son esas fantasías las que terminan por construir un sueño donde alguien ha salido lastimado? ¿La casa grande y vieja es la enorme labor de la que ella, la paciente, siente que se tiene que ocupar sola, cuando yo no estoy? ¿Es esa casa la manera en que entiende su cuerpo femenino, el de su madre? ¿Lo ha saqueado, tratando de apoderarse de toda ella, de la mente de uno? ¿Es esa casa una expresión de la relación terapéutica o de la mente del analista, que se hace desagradable cuando se ocupa de otros y no de ella, o que se queda vacía y ella asustada? Todas son preguntas que expresan diversos libretos inconscientes, algunos propios del Edipo y otros de los aspectos tempranos. En cada uno de ellos, es visible la mezcla del amor y el odio bajo matices diversos, igual que en la paleta de colores de un artista.
Nuestra labor es la interpretación de los aspectos inconscientes. Colaborar con el paciente para obtener información que le pertenece, pero que desconoce de sí mismo, como lo señala Etchegoyen en su excelente libro de técnica.
Hay mucho por hablar en el encuentro sobre estos apasionantes temas, que han llevado a la discusión —en la clínica y en la teoría— acerca de asuntos fundamentales, como: ¿Es la agresión inherente al ser humano, tanto como los aspectos amorosos? ¿Existe una destructividad ciega, carente de sentido, o toda destrucción responde a una fantasía y tiene un objeto? ¿Cómo se plasma el amor en la transferencia? ¿Son los afectos los que determinan la cualidad de positivo o negativo en la transferencia? Y si prevalece la agresión, ¿qué sucede con el proceso y la psicopatología? ¿Cómo interpretamos, en la sesión, estos aspectos de la mente y con qué finalidad?
Ahora, les transmitimos generalidades y también algunos de los temas que nos interesa abordar en una mañana de trabajo. Será primordial, para nosotros, ejemplificar las ideas en la clínica, aterrizar la teoría en la sesión y exponer algunas ideas sobre cómo nos parece que se pueden interpretar, al paciente, las diversas expresiones de Eros y Tánatos.
Artículo del Encuentro científico Amor, odio, transferencia e interpretación, que se llevará a cabo el 23 de octubre de 2021. Imparten Gabriel Espíndola y Mariana Castillo.