El valor de los sueños en psicoanálisis

Por Carmen Islas

 

Los sueños son la mejor forma de conocer la realidad psíquica de un paciente, sus deseos y su estado mental. En un principio, Sigmund Freud pensó que cumplían una necesidad fisiológica de preservar el dormir; por ejemplo, si uno tiene que levantarse por la mañana muy temprano, es común soñar que suena el despertador, nos levantamos, nos vestimos y estamos listos para salir a trabajar, hasta que la alarma vuelve a sonar y nos damos cuenta de que seguimos en la cama.

 

En su obra La interpretación de los sueños (1900/1991), hace un análisis detallado de su funcionamiento y de sus características, definiéndolos como la vía regia para conocer el inconsciente. Los deseos inconscientes a los que se refiere están relacionados con nuestra sexualidad infantil, la rivalidad, los celos, la sobrevaloración, la competencia, el deseo de triunfar sobre el padre. ¿Cuántas veces hemos soñado que volamos o que conquistamos a la persona que nos gusta? Un paciente joven soñó que volaba; de forma consciente, aspiraba a ser piloto, como lo fue el padre; de manera inconsciente, transformó un deseo infantil, omnipotente, de ganarle al padre. El volar representaba, también, el sentir que estaba por encima de lo demás, pues es un joven que se sobrevaloraba.

 

Después de Freud, fueron varios los analistas que ampliaron el estudio de los sueños como una forma de revelar conflictos ocultos. Wilfred Bion, psicoanalista muy interesado en los vínculos tempranos y en el origen del pensamiento, describe los sueños como una manera que tiene la mente de elaborar las experiencias de la vida cotidiana, de generar significados y representar o pensar una experiencia que produce un cambio mental o un impacto en la vida cotidiana.

 

Por ejemplo, una persona sueña que después de tomar demasiado alcohol en una fiesta, su hermano tiene un accidente. Ve que muere alguien que podría ser un amigo, ve gente llorando. Recuerda el sueño en su análisis y dice que lo dejó inquieto y que, a partir de ese día, se cuestiona si seguir tomando o no. Cada vez que se excede, piensa en su sueño y está decidido a dejar el alcohol. El sueño muestra, también, una conflictiva infantil: la rivalidad hacia el hermano, es decir, su deseo de que algo malo le pase, pero al mismo tiempo, un aspecto adulto que tiene la capacidad de pensarlo como una señal de alarma que le hace frenar sus acciones, que lo cuida.

 

Una persona que recuerda sus sueños puede acercarse, de una manera sensible, a sus emociones y conocerse profundamente. Esa capacidad muestra un escenario psíquico que incluye objetos buenos, vivos, bondadosos, que le permiten confiar en sí mismo. La mente tiene la capacidad de construir imágenes plásticas que representan la riqueza de su mundo interno, la capacidad de simbolizar y transformar sus vivencias cotidianas, y otras que han sido parte de su historia. Después de un trauma, como la muerte de un familiar, pueden aparecer sueños repetitivos que vuelven a reproducir la escena traumática. Algo bastante común es soñar con la persona que acabamos de perder, como si siguiera viva. Es una manera de aceptar la ausencia del ser querido y restablecer nuestra armonía.

 

Por el contrario, si una persona está llena de experiencias catastróficas, dramáticas y trágicas, es decir, vive en un mundo de personajes negativos, peligrosos y amenazantes, es difícil que pueda sentirse seguro para construir sueños. Su mente estará rebasada; su capacidad para pensar, dañada; y será difícil que pueda encontrar un significado a sus conflictos. Este tipo de persona necesita expulsar de manera concreta sus vivencias. Incluso sus sentidos quedarán imposibilitados para procesar las sensaciones corporales; lo que ve, oye y percibe estará distorsionado por sus ansiedades. No podrá soñar, ni imaginar otro escenario que lo calme. Con frecuencia, hará referencia a malestares como dolores de cabeza, insomnio, o sensaciones de opresión en el pecho. En lugar de describir sueños, narra pesadillas.

 

En el proceso analítico, se puede generar la capacidad de conectarnos con el mundo interno, rico en imaginación, fantasías y deseos, porque el conocimiento de uno mismo se vuelve muy atractivo. El paciente, que antes se olvidaba de sus sueños y temía acercarse a sus experiencias emocionales, logra hacerlo con ayuda del analista, que lo acompaña y se interesa, sin prejuicios, en su vida, pues le da un significado distinto, transmitiéndole confianza para reconocer los conflictos. Así, el paciente puede recordar sus sueños, hablar de ellos y enriquecer su mundo interno.

 

Referencias

Freud, S. (1991). La interpretación de los sueños (primera parte). Obras completas. (vol. 4). Amorrortu editores. (Obra original publicada en 1900).

Bion, W. (2014). Aprendiendo de la experiencia. Paidós. (Obra original publicada en 1966).

Antar, R. A. y Bianchedi, E. (1999). Bion conocido/desconocido. Lugar editorial.

 

Artículo del Diplomado “Escenarios psíquicos. Sueños, fantasía, transferencia”, que inicia el próximo 27 de octubre de 2021.

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