El tratamiento de las fobias en el psicoanálisis
Por Guillermo Nieto Delgadillo
Una de las entidades psicopatológicas más conocidas, para la sociedad en general, es la fobia, que se caracteriza por el temor de la persona hacia un objeto, lugar o ser vivo específico. Seguro hemos conocido a alguien que no soporta estar cerca de arañas o serpientes; a pesar de saber que su vida no corre peligro, padecen un nivel de angustia tal que pueden terminar en llanto o inclusive en desmayos (conocí una persona que le tenía terror a las botargas y salió corriendo luego de que alguien con una puesta se le acercara a entregarle un folleto). ¿Por qué tenerle tanto miedo a una entidad que, en realidad, no le representa un peligro al sujeto? ¿Pueden curarse dichas fobias, y en caso afirmativo, cómo se logra?
A finales del siglo XIX, Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, comenzó a estudiar otra patología que, hasta esa fecha, no tenía explicación aparente: la histeria, padecida por mujeres y hombres que presentaban síntomas conversivos como la pérdida de la visión, parálisis en los brazos o en las piernas, sensaciones de adormecimiento en el cuerpo y desmayos, entre otros síntomas. Descubrió que la histeria tenía su origen en lo que llegó a ser conocido como conflicto psíquico. Todo ser humano tiene sentimientos, deseos y fantasías que pueden ser aceptables para una parte de la mente, pero prohibidos para otra, lo que genera, en primera instancia, una especie de lucha entre dichos deseos y los recursos que tiene la mente para defenderse de ellos, y por último, llegar a una negociación, en la cual tanto el deseo como la defensa pueden surgir de forma disfrazada mediante el síntoma neurótico.
Una paciente de Freud comenzó a sufrir sus síntomas histéricos luego de que se le atravesara un pensamiento fugaz junto al lecho de muerte de su hermana: “Ahora mi cuñado está libre y podré estar con él”. El enamoramiento por el cuñado y los deseos de que la hermana muriera se le hicieron presentes, aunque fuera por un momento, y entraron en conflicto con aquella otra parte de la mente que amaba a su hermana. Se sintió muy culpable por la fantasía narrada y, entonces, generó el síntoma.
Al mismo tiempo, Freud comenzó a tratar las otras dos neurosis más comunes: las neurosis obsesivas y las fobias. Al igual que la histeria, dichas patologías están asociadas al conflicto psíquico y a ciertos procesos y mecanismos que operan en la mente de todos. El proceso asociado con las fobias, en la creación del síntoma, es conocido como desplazamiento; en él, un afecto, como puede ser el odio o el miedo, es trasladado de un objeto a otro. Mediante este “artilugio”, la mente se protege de tener estos sentimientos hacia la persona original, que serían muy amenazantes, debido a que puede tratarse también de una persona querida: no es lo mismo tenerle miedo a papá, a quien veo todos los días, que a un caballo, al que tengo muy poco acceso; lo único que tendría que hacer es evitarlo para no sufrir la angustia, como en el famoso caso Hans.
Notemos la ingeniosa solución que se encuentra detrás de la fobia, ya que uno se podría llegar a preguntar qué gana la mente creándose un síntoma que le trae sufrimiento. Imaginemos que el mecanismo de desplazamiento no se hace presente y que, en lugar de tenerle miedo a un objeto que está relativamente ausente en nuestras vidas, tenemos que sufrir las emociones con el objeto original, que está todo el tiempo presente, pero al que también amamos. Todo síntoma tiene una razón de ser, por más raro que parezca, y fue mérito de Freud descubrir su significado y el procedimiento adecuado para tratarlo.
Entonces, ¿cómo se tratan las fobias? Freud también nos otorgó el regalo de la técnica psicoanalítica y la asociación libre. En la psicoterapia psicoanalítica y el psicoanálisis, lo que hace el paciente es intentar relajarse y hablar de todo lo que se le venga a la cabeza, sin importar que, de forma aparente, las ideas no tengan sentido o sean vergonzosas. Mientras el paciente habla, el analista lo escucha con mucha atención y lo ayuda a descubrir aspectos de su mente que le eran ajenos. De manera paulatina, llegan a los significados inconscientes detrás de la conducta, los gustos y los síntomas. Es muy interesante el hecho de que, en la actualidad, no nos interesa el síntoma en sí, sino el comprender el funcionamiento mental del paciente en su totalidad. De hecho, resulta irónico que el síntoma desaparezca sin que el paciente lo note. Es común, durante el tratamiento, que el paciente recuerde el síntoma y se dé cuenta de que hace tiempo ya no lo padece.
El psicoanálisis es una opción psicoterapéutica que nos ayuda a tener una comprensión global de nuestra mente, que incluye tanto nuestros aspectos más preciados y agradables, como aquellos que no quisiéramos que formaran parte de nosotros, pero que, como vimos, al no aceptarlos y desconocerlos, dan lugar a más sufrimientos, síntomas o relaciones interpersonales complicadas y dañinas. Este deseo por la verdad es un aspecto que caracteriza a dicha opción psicoterapéutica tan útil e interesante, sobre la cual pude mencionar únicamente un aspecto específico relacionado con las fobias. Vale la pena estudiar esta opción con mayor profundidad, ya que atañe a la naturaleza humana en toda su complejidad.