La sexualidad infantil y sus fantasías en una sesión
Por Catherine Goetschy y Patricia Bolaños
La existencia de la sexualidad infantil es uno de los descubrimientos centrales de Freud a principios del siglo XX y plantea lo siguiente: en el interior de cada ser humano existe una disposición a buscar el placer desde los primeros momentos de la vida. El bebé que es amamantado siente satisfacción no solo porque su hambre se calma, sino también por todas las sensaciones que esa actividad despierta en él: la acción rítmica de sus labios, el contacto de la leche tibia en su boca, el calor del cuerpo de la madre y su voz, entre otras. Después, buscará reproducirlas aun sin recibir alimento, por ejemplo, succionando un dedo o la frazada. Se vuelve entonces una pulsión sexual: algo que nace en el cuerpo, pero que está mediado por la mente, coloreado por las emociones y experiencias personales.
El objeto al cual se dirige la pulsión sexual no está fijado de entrada, lo cual hace que la pulsión difiera del instinto. Nótese que en un inicio ese objeto todavía no existe según la teoría freudiana, dado que la actividad sexual es autoerótica. Posteriormente, los objetos de amor que solemos elegir guardan relación con nuestra historia de vida, en particular las de las relaciones con la madre, el padre y las personas claves en el entorno. Todos hemos pasado por una pérdida de nuestro primer objeto de amor con el destete, misma que funge como punto de partida de la búsqueda de ese elemento extraviado y añorado.
La pulsión sexual evoluciona a lo largo de la infancia: pasa por una serie de etapas en las que distintas zonas del cuerpo se vuelven fuentes de placer y culmina con el complejo de Edipo entre los tres y seis años, donde niños y niñas tienen deseos sexuales hacia ambos padres; es una de las manifestaciones de la noción de bisexualidad psíquica. Anhelan, por ejemplo, poseer a mamá de manera exclusiva mientras papá está ocupado en otra parte; o bien, reemplazar a mamá al lado de papá. Construyen fantasías donde algún día se casarán con uno de sus progenitores, mientras que el otro no estará en escena. Asimismo, nacen sentimientos de amor y rivalidad entre hermanos para capturar la atención y el cariño de los padres. En el mismo periodo, los infantes tienen mucha curiosidad acerca de qué hacen los padres juntos en el dormitorio y de cómo nacen los bebés. La prohibición de la satisfacción de los deseos incestuosos viene a poner fin al complejo de Edipo, el cual se reprime junto con las experiencias sexuales infantiles previas. La búsqueda de placer sexual se pone entonces entre paréntesis durante la latencia y hasta la pubertad, cuando los jóvenes, con un cuerpo físico casi maduro, tendrán que enfrentar el despertar de la sexualidad genital, definir su identidad adulta y hacer nuevas elecciones de objeto de amor fuera del núcleo familiar.
Freud le dio una gran importancia a la sexualidad en el desarrollo emocional e intelectual del ser humano; a esto se refiere con psicosexualidad. Dichas ideas lanzaron un desafío en una época donde la sexualidad era un tema tabú. ¿Ha cambiado tanto un siglo más tarde? ¿Tienen la sociedad y la cultura un impacto en la sexualidad? Si bien algunos analistas siguieron la tradición freudiana (inclusive han surgido propuestas nuevas respecto al papel del objeto en la psique y su articulación con la pulsión), el análisis de la sexualidad ha perdido cierta relevancia para algunas de las corrientes psicoanalíticas contemporáneas.
En este encuentro científico trataremos de mostrar que la sexualidad infantil no solo es un concepto que sigue vigente, sino que permea gran parte de nuestros gustos, motivaciones y actividades, tanto personales como profesionales. Es determinante en la elección de pareja y las relaciones que construimos con los demás. Muchas emociones comunes, desde los celos hasta los sentimientos de exclusión, pasando por consideraciones éticas y morales, emanan de ella y es también la fuente del deseo de conocer y de la creatividad.
La sexualidad infantil incluso participa en el conflicto psíquico. De acuerdo con Freud, era uno de los polos de la pugna en el origen de los síntomas neuróticos. Por ejemplo, descubrió a través del trabajo clínico que la fobia (a un animal o a determinada situación) era una forma de defenderse contra deseos incestuosos inconscientes. Una cantidad de dificultades habituales con las que los niños y luego los adultos se topan, tan diversas como el no interesarse en la escuela, establecer vínculos problemáticos con otros, no poder encontrar la pareja adecuada, tener problemas en la educación de los hijos, a menudo tener peleas con los colegas y el jefe, o bien, fijarse metas inalcanzables, son en gran parte expresiones de conflictos no elaborados en torno a la sexualidad infantil.
Con ejemplos clínicos mostraremos cómo la sexualidad infantil participa en nuestra vida mental y luego ahondaremos en cómo detectar y entenderla en una sesión. En la terapia psicoanalítica la sexualidad infantil se activa en el vínculo del paciente con uno, desde las demandas que nos dirige hasta la relación de dependencia libidinal que establece con nosotros. Por lo tanto, la transferencia se vuelve una herramienta de gran ayuda para descubrirla en vivo y en directo junto con el paciente.
Artículo del encuentro científico «La sexualidad infantil y sus fantasías en una sesión» que se llevará a cabo el 17 de abril de 2021