La complejidad en la psicoterapia focal

Por Javier Fernández

Aunque las nuevas ideas y técnicas terapéuticas parten del psicoanálisis, es difícil concebirlas como algo que no amenaza a la teoría ni a la práctica psicoanalítica básica. En realidad, se complementan. A esto se enfrentaron en 1955 Balint y sus colaboradores, quienes estaban conscientes de los riesgos que implica para el paciente y el analista el hecho de desarrollar una terapia mucho más breve que el psicoanálisis clásico. Por ejemplo, podía haber mucha menos gente indicada para este tipo de terapia que para análisis; las posibilidades de fracaso podían ser mayores y estaban dispuestos a modificar algunas técnicas tradicionales del psicoanálisis (Balint, 1985).

El Taller de Psicoterapia Focal, integrado por profesionales con formación analítica, en su mayoría de la Clínica Tavistock, desarrolló la idea y la metodología de lo que más tarde llamó terapia focal. Esto se realizó a través de un minucioso estudio de casos cuyo propósito era evitar involucrarse en la psicopatología del paciente y ocuparse más en la relación entre el paciente y el terapeuta y de los procesos y las técnicas que se generaban. El interés no solo radicaba en las relaciones objetales en cuanto a fantasías y reconstrucciones del pasado, sino las que se podían observar en la realidad del paciente y en el curso tanto de la entrevista como del propio proceso terapéutico.

Dinámicamente, la focalización está guiada por la dominancia de una motivación que jerarquiza tareas en función de resolver ciertos problemas vividos como prioritarios (Fiorini, 1999). Por ejemplo, en situaciones de crisis como la que vivimos en la actualidad, el motivo de consulta está íntimamente relacionado con la COVID-19. La cuarentena se convierte en el conflicto central que está ligado a síntomas tales como temor y preocupación por la salud personal y de la familia, dificultad para dormir, mayor consumo de alcohol, tabaco u otras drogas, agravamiento de conflictos con la pareja y vínculos en general, aunado todo esto al aumento de los niveles de estrés y ansiedad. Todos los síntomas están condensados en el motivo de consulta, de ahí que se vuelva el eje organizador de la tarea y, en consecuencia, facilitador de la misma.

El motivo de consulta también es reforzador de la alianza terapéutica (Fiorini, 1999). Es decir, las intervenciones terapéuticas deben estar focalizadas en el eje central bajo el cual, como en el ejemplo de la COVID-19, se localiza cierto conflicto nuclear que está exacerbado; en este caso tanto el eje como el conflicto están insertados en una específica situación grupal. Tampoco debemos perder de vista los aspectos caracterológicos de quien nos consulta, así como los determinantes del contexto social (económicos, culturales e ideológicos).

            El reto del terapeuta es trabajar sobre un modelo teórico focal que encuentre para aquellos referentes un orden unificador y proponer una estructura que organice un campo común diagnóstico y terapéutico. Se tendrán que desglosar los componentes del foco sin perder de vista el eje central que comprende tanto el motivo de consulta como el conflicto nuclear. Esta es una de las razones por las que operativamente la focalización conduce a trabajar sobre asociaciones intencionalmente guiadas, en vez de asociaciones libres. En la psicoterapia focal, la evitación de una actitud exploratoria intencionalmente guiada puede ser considerada resistencial. Por ejemplo, se consideraría una resistencia que el paciente no buscara explorar el diálogo que tiene con su realidad externa, ya que el hecho de que el conflicto tenga lugar intrapersonalmente no significa que la cuestión sea de orden primariamente personal (Fiorini, 1999). En una psicoterapia breve lo más probable es que todo el proceso gire sobre una situación focal, como sucede en el contexto actual de confinamiento. Los avances en un proceso de esta índole consistirán en la reducción progresiva de los componentes del foco: generar una mayor tolerancia a la incertidumbre, respeto por el espacio de los demás para disminuir el sentimiento de ser invadido, flexibilidad frente a ideologías instauradas y, en lugar de continuar con conductas defensivas, poner en marcha los recursos adaptativos internos.

La habilidad teórica y técnica del terapeuta es fundamental. La focalización no es sinónimo de simplificación; al contrario, la complejidad es parte de este método, pues en la sesión debemos estar concentrados en el foco sin perder de vista todos sus componentes. 

En el Diplomado “Psicoterapia de apoyo, esclarecimiento y tiempo limitado, psicoterapia psicoanalítica y psicoanálisis” profundizaremos en el método de la focalización junto con las implicaciones teóricas y técnicas que conlleva aplicar un tratamiento terapéutico de este tipo.

Referencias

Fiorini, H. (1999). El concepto de foco. Teoría y técnica de las psicoterapias. Buenos Aires: Nueva Visión, pp. 85-99.

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