Inconsciente, transferencia y sexualidad infantil: los tres ejes de las psicoterapias psicodinámicas

Por Guillermo Nieto

La variedad de opciones psicoterapéuticas con las que contamos en la actualidad es bastante amplia, generando muchas veces confusión tanto en las personas que acuden con nosotros como en los mismos psicólogos en formación, que dudan sobre qué enfoque especializarse. No es lo mismo una psicoterapia cognitiva, una conductual, una humanista o una psicoanalítica; la epistemología de cada una es muy diferente, concibiendo las metas y el concepto de cura desde distintos vértices.

Dentro de estas opciones, las psicoterapias psicodinámicas han generado, al mismo tiempo, mucho interés y controversias debido a la falta de información con la que cuenta el individuo, malinterpretando sus objetivos o incluyendo estereotipos basados en películas y libros. ¿Qué son en realidad y en que están basadas estas opciones?

Para explicar esto conviene remontarnos a finales del siglo XIX en la comunidad médica europea. La enfermedad conocida como histeria (mal atribuida, de manera exclusiva, a las mujeres) causaba desconcierto al no poder encontrarse respuestas sobre su origen, de manera que padecimientos como parálisis faciales, desmayos, ceguera temporal, sensaciones de dolor, cosquilleo y adormecimiento en los brazos, no podían ser explicados de forma orgánica, pues todo parecía estar bien. Sin embargo, figuras prominentes de la comunidad médica de la época, como Hippolyte Bernheim, Jean-Martin Charcot y Josef Breuer comenzaron a utilizar la hipnosis para hacer desaparecer y aparecer síntomas, logrando importantes avances, pero al mismo tiempo, generando más dudas. ¿Por qué la hipnosis funcionaba tan bien, pero de forma temporal?

Sigmund Freud, alumno de los tres, quedó fascinado por la hipnosis y comenzó a aplicarla, teniendo varias dificultades en el camino que, finalmente, lo llevaron a desarrollar una técnica que hoy conocemos como asociación libre. Si bien, sus maestros fueron pioneros, Freud dio un paso más, siendo escuchado o criticado por la comunidad médica y sus mismos profesores. El neurólogo de origen austriaco descubrió que en la mente de todos existe, por un lado, un conflicto entre impulsos y deseos, y por el otro, defensas que se oponen a los primeros. Estos anhelos y sentimientos se encuentran en un área de la mente carente de consciencia, a lo que Freud le llamó inconsciente.[1] El síntoma histérico por fin pudo ser explicado como un retorno disfrazado de dichos anhelos e impulsos, incluyendo a los síntomas obsesivos y fóbicos dentro de un grupo psicopatológico llamado neurosis. Estos deseos están relacionados con una vida sexual infantil que incluye el placer de cualquier órgano (como la boca, el ano o los genitales), las consecuencias psíquicas que derivan de este placer y las personas más cercanas a los niños: papá y mamá. El complejo de Edipo pasó a ocupar un lugar central en la teoría psicoanalítica.

Si bien, Freud partió de los síntomas neuróticos para crear el cuerpo teórico del psicoanálisis, pronto se dio cuenta de que, en realidad, estos deseos son universales y que el inconsciente se expresa a través de los sueños. Una de las genialidades de Freud fue partir de la enfermedad para explicar el funcionamiento mental normal.

Dentro de la consulta con sus pacientes, el creador del psicoanálisis notó otro hecho destacable que se convirtió en la piedra angular de la técnica psicoanalítica: los pacientes repetían los mismos impulsos, miedos y fantasías en la sesión con la figura del médico, dándole la oportunidad al analista de explicarles en vivo y en directo cuáles eran sus conflictos, ya que estaban representado en la misma sesión. A este fenómeno Freud lo llamó transferencia y es un hecho universal que todos presentamos, pero que el tratamiento psicoanalítico descubre e interpreta. La interpretación de la transferencia, basada en el inconsciente y en la sexualidad infantil, es lo que distingue al psicoanálisis y a las psicoterapias psicodinámicas de otra índole.

Con el tiempo, y a causa de la creciente demanda y de los cambios de necesidades de la sociedad, han surgido otras opciones terapéuticas derivadas del psicoanálisis, que han incorporado ciertas variaciones técnicas, pero que se basan en los tres elementos descubiertos y sistematizados por Freud: la existencia del inconsciente, la sexualidad infantil y la repetición de los conflictos dentro del consultorio mediante la transferencia. A estos tratamientos los conocemos como psicoterapias psicodinámicas y nos brindan una posibilidad muy importante y provechosa de conocer cómo funciona nuestra mente, para solucionar conflictos y, finalmente, enriquecer la totalidad de nuestra personalidad.

Las psicoterapias focal, breve, de tiempo limitado y de orientación psicoanalítica son algunas de estas opciones que toman los elementos anteriores, con ciertas modificaciones en la técnica.

 

 

Notas:

[1] El término inconsciente fue acuñado a propósito. Mucha gente dice subconsciente, pero Freud afirma que el concepto es erróneo porque no se trata de que algo se encuentre por debajo de la consciencia, sino que carece de ella.

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