Ser o no ser psicoanalista: ¿Conviene formarse y ejercer la profesión de psicoanalista en la actualidad?
Por Gabriela Turrent Cobo
Elegir una profesión es un proceso complejo que requiere tanto de la evaluación de aspectos demográficos como del análisis de intereses y capacidades personales. En los últimos años ha aumentado el valor que la sociedad otorga a la salud mental y cada vez son más quienes buscan atender dificultades psicológicas sin temor a quedar etiquetados como incapacitados o locos. Estas nuevas circunstancias han cambiado el lugar del psicoanálisis en nuestra sociedad. Hoy en día, el psicoanalista es considerado un profesionista entrenado en un método psicoterapéutico serio y probado que permite el progreso emocional.
Escoger una profesión significa renunciar a otras, cancelar otras maneras de vivir y desarrollarse. Decidir es difícil porque confronta con la incertidumbre y el futuro. Se puede intentar aminorar la angustia consultando información demográfica: oportunidades laborales, campo profesional, ingresos promedio. Sin embargo, no puede abrazarse una profesión sin que se involucren aspectos tan subjetivos y personales como las aspiraciones económicas, intelectuales, altruistas y familiares.
La mayor permeabilidad de nuestra sociedad a la psicología ha favorecido el conocimiento y divulgación de las ideas psicoanalíticas. Cada vez son más los que reconocen en el psicoanálisis un método psicoterapéutico profundo y serio que puede dar muy buenos resultados cuando es aplicado por profesionistas expertos.
Estudiar psicoanálisis puede ser útil para filósofos, escritores, cineastas y artistas, porque permite desarrollar una mirada profunda y compleja sobre las motivaciones y pasiones humanas. Asimismo, adentrarse en la comprensión psicoanalítica es fundamental para psicólogos, pedagogos y psiquiatras que reconocen que, para poder conocer la complejidad de los trastornos mentales, es necesario incorporar múltiples miradas y crear puentes de comunicación entre las distintas especialidades de la salud mental.
El estudiar la mente desde la perspectiva psicoanalítica es un reto intelectual y una experiencia emocional que cambia la vida. Profundizar en el conocimiento de los conflictos psíquicos, reconocer sus aspectos inconscientes, sus múltiples causas y posibilidades de ser pensados genera cambios en los vínculos afectivos y brinda nuevas perspectivas de desarrollo. Constatar los cambios que tienen los pacientes y experimentar los beneficios del psicoanálisis en uno mismo (a través del análisis personal) propicia que uno abrace esta profesión y al hacerlo descubra sus ventajas prácticas, intelectuales y emocionales.
Un psicoanalista puede crear un estilo de vida al que pocos pueden aspirar en una urbe como la Ciudad de México. No tiene que trasladarse a grandes corporativos ni quedar preso del tráfico, porque la psicoterapia psicoanalítica y el psicoanálisis pueden realizarse en espacios cálidos, cómodos y cercanos al lugar donde se habita.
La flexibilidad de horarios con la que trabaja un psicoanalista permite combinar la atención a pacientes con actividades docentes y creativas. Por otro lado, el psicoanalista puede organizar su tiempo para equilibrar la vida profesional y personal. Puede trabajar de manera intensa, sin tener que sacrificar el vínculo cercano que requiere la crianza de los hijos.
El trabajo psicoanalítico es un constante reto emocional e intelectual. En la formación psicoanalítica se tiene la posibilidad de estudiar múltiples teorías sobre el funcionamiento de la mente que intentan integrarse para entender los conflictos que presentan los pacientes. En cada sesión, el psicoanalista se enfrenta con situaciones diferentes y novedosas, que requieren de una comprensión creativa y espontánea. El trabajo psicoanalítico permite entablar diálogos francos y usar todos los sentidos para intentar que otros encuentren su propia verdad. En la cercanía emocional con quienes consultan, el psicoanalista tiene la oportunidad de ponerse en contacto con sus propios conflictos para buscar entenderlos mejor.
Elegí esta profesión hace dieciocho años, hoy puedo decir que fue una buena decisión. El psicoanálisis me ha dado la oportunidad de tener un trabajo con el que, además de ganarme la vida, puedo constatar diariamente que el compromiso, el trabajo duro y la búsqueda de la verdad son los vehículos del cambio y el crecimiento personal.